martes, 20 de septiembre de 2011

LÁGRIMAS DE BRONCE

          Ni idea de qué habrá ocurrido con la estatua del marengo de Huelin a día de hoy. Dicen que la que quieren cambiar de lugar y ponerla de espaldas al mar. Lo primero parece una buena solución, lo segundo no tanto. ¿Por qué condenar a un marinero a estar de espaldas al mar? ¿los marengos de carne y hueso trabajaban de espaldas a la mar?
Recuerdo haber visto de pequeño sacar muchos copos. Incluso creo que hasta ayudé en las tareas de arrastre en algún que otro. Nunca había reparado en ello, pero no puedo por menos que sonreír, no sin cierta dosis de orgullo, al evocarme junto a aquellos hombres que tiraban de las redes para ganarse un jornal.
Hemos cambiado mucho desde esos días. Ahora tenemos otra Málaga y hasta otras playas. Muchos de aquellos hombres ya no están entre nosotros, y los que quedan ya no tiran del copo. En realidad esa labor prácticamente ha desaparecido.
Cierto es que los hombres que arrastraban el copo cargaban sobre sus hombros los cabos para atraer las redes hacia el rebalaje. En esa posición sí estaban mirando hacia tierra. Pero  no creo que eso signifique trabajar de espaldas al mar. Al menos no en el sentido figurativo.
Por otro lado, no es menos cierto que los últimos esfuerzos para sacar la tralla, exigía de que todos aunaran esfuerzos cara al mar. A esa mar que les acababa de ofrecer el sustento y que ellos contemplaban cada día al comenzar la tarea.
No sé si será más o menos adecuado que esa estatua esté mirando hacia un lado u otro. De cualquier forma estará orientada hacia algún mar por muy lejos que éste se encuentre. Solo que, el suyo, el que tiene prácticamente en sus talones; no podrá verlo y sí tendrá que imaginar otros que probablemente nunca conoció.
Supongo que hay opiniones para todos los gustos. Pero sí estoy convencido de que los marengos no vivían mirando hacia la montaña. De la misma forma que los mineros no viven de espaldas a la mina, por mucho que el túnel por donde sacan el mineral quede detrás de ellos. Ni que se pueda decir que los campesinos no encaran la dura tarea de la tierra por más que, cada día, levanten la vista al cielo para pedir un poco de lluvia o clamar que ésta no les perjudique la cosecha.
Siempre se ha dicho, y es cierto, que Málaga es una ciudad que ha vivido de espaldas al mar. Eso parece que está cambiando. A pesar de ello vamos a condenar a una estatua a que siga haciéndolo. Todo, después de que haya estado mucho tiempo mirando hacia la playa de Huelin y a ese Mediterráneo que empieza a abrirse. No se me ocurre mayor castigo para una figura marinera, aunque sea de bronce. Se pondrá triste. Seguro.
            Personalmente la primera vez que vi a esa imagen recordando a un marengo y mirando hacia la playa, pensé que era todo un acierto. Que esa figura, además de homenajear a muchos hombres y mujeres; trabajadores de la mar, en agradecimiento también pretendía devolver algo de lo que esa mar les dio a ellos. Pero resulta que no, que estaba, según quien, mal orientada. En fin, el tema podría dar hasta para una consulta popular, sobretodo entre los vecinos del barrio. Sería un bonito ejercicio de participación. Pero eso es impensable en esta ciudad, al menos por ahora. Falta imaginación y creatividad. Todo hay que hacerlo muy deprisa, sin pararse a reflexionar; sin consultar. Lo importante es hacerse una foto aunque sea con la estatua de un marengo mirando hacia los vertidos contaminantes que se suceden en Campanillas, o con la del Marqués de Larios mirando hacia la equitativa. No quiero ni pensar hacia dónde habrá que poner mirando algún busto o pintura de nuestros actuales dirigentes. Eso sí que es dar la espalda. Pero no al monte, ni a la playa, sino a los ciudadanos.
Hay quien afirma que ha oído en el lugar donde se encuentra ahora depositada esa estatua, una voz metálica y algo quebrada que, en ocasiones recita un poema de Alberti: “El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! / ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? / ¿Por qué me desenterraste del mar? / En sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quisiera llevar. / Padre, ¿por qué me trajiste acá?”.
Nadie debería estar condenado a vivir de espaldas al mar. A la mar. No habría que derramar ni una lágrima por este motivo. Ni siquiera de bronce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario