jueves, 3 de diciembre de 2015

CARTA A LOS RECTORES MAGOS


Faltan apenas un par de horas para que se abran, de nuevo, los colegios electorales en la Universidad de Málaga. En esta segunda vuelta quedará elegida la persona que el colectivo universitario (Alumnos/as, PDI, PAS…), haya tenido a bien otorgarle una mayoría de votos. Por eso, ahora que nadie me ve y nadie podrá decir que en esta jornada y por medio de este artículo, me decanto por alguno de los dos candidatos, me decido a escribirlo. A modo de reflexión.
Sinceramente, he conocido sus programas electorales y todos me han gustado. Algunos más que otros. Pero todos hablan de hacer cosas positivas en esta Universidad de Málaga. Por tanto, mi agradecimiento a este par de finalistas. Y, por supuesto, al candidato anterior que ya no puede concurrir a esta segunda vuelta. Nuestra universidad necesita de gente así; comprometida, seria, trabajadora, preparada, con las ideas claras y libres de pagar peajes. Esa es la impresión que me han dado, y esa es la actitud que deberán trasmitir a lo largo del tiempo que duren sus responsabilidades de gobierno.
Así que dicho todo lo anterior, intentaré entrar en la cuestión que quiero pedirle a este futuro Rector Magnífico de nuestra Universidad. Institución de prestigio a nivel internacional.
No voy a caer en la tentación ( y mira que es fuerte, eh?), de hacer una lista de necesidades apremiantes. Ni lo haré pensando únicamente en el colectivo al que más específicamente pertenezco (PAS). Ni dentro de este lo haré para el colectivo al que estoy adscrito (laboral). Ni dentro de este lo haré para el grupo al que pertenezco. Y así hasta el infinito. Y no lo haré porque creo que ahí es dónde empezamos a equivocarnos. Nunca me identifiqué con eso de: “Y de lo mío, qué?”
Yo quiero una Universidad moderna, con igualdad de oportunidades para todos/as, libre de situaciones de injusticia laboral, comprometida con el servicio público y dotada de los medios personales y materiales, que ayuden a esta labor. Una Universidad en la que los colegios electorales sirvan para todos los colectivos, y no haya que ver como otros ejercen su derecho al voto en tu centro de trabajo, y tú (yo), tienes que irte a otro centro porque el colegio de tu colectivo está allí. Sería deseable una Universidad en la que la calidad sea una realidad, en lugar de unos objetivos marcados y unos indicadores -a veces difíciles de interpretar-, sin reparar en que los medios de los que se disponen no alcanzan, ni de lejos, para lograrlos. Aunque lo realmente asombroso es que se logran, gracias al esfuerzo de todos/as.
Una institución en la que los distintos servicios, áreas y otro tipo de divisiones, no estén en igualdad de condiciones, está condenada al fracaso más rotundo. Hay que fomentar la autonomía de éstos (dentro de la normativa legal), para que sean de utilidad máxima. Por supuesto, esto significa dotarlos de un mínimo presupuesto anual para mejoras en su servicio. No podemos tener a ningún colectivo discriminado en cuestiones tales como: dotación de medios informáticos, espacios de trabajo, sin posibilidad de dotarse ni de un bolígrafo sin tener que solicitarlo una y otra vez. Una Universidad transparente en su gestión, pero sin olvidar que previamente ha habido un proceso de participación. Esta última será la garantía de democracia real. Una universidad en la que no haya que ver cómo, mientras unos/as se dotan de material nuevo y funcional (como tiene que ser), otros tienen que soportar ser bloqueados, cuando no ignorados,  en peticiones de la misma índole.
Una Universidad en la que los/as alumnos/as sean los verdaderos protagonistas y el centro de toda actividad (junto con la investigadora). En definitiva, una Universidad de la que seguir presumiendo de formar parte de ella.
Queridos Rectores Magos, no sé si he sido bueno este año o menos bueno. Pero me haría mucha ilusión que, al menos algunas de estas cosas que he pedido (me han quedado muchas en el tintero, pero es lo que hay), se nos puedan conceder. Por todo ello dejaré mis zapatos en la ventana. Aunque si llueve no podrá ser porque tendremos que estar quitando el agua que nos entra en nuestro servicio.

Gracias.

viernes, 30 de octubre de 2015

REFLEXIONES SOBRE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

REFLEXIONES SOBRE PARTICIPACIÓN CIUDADANA
POLÍTICA PARTICIPATIVA
Y
REGLAMENTO DE PARTICIPACIÓN EN LA CIUDAD DE MÁLAGA

Texto de la Conferencia:
Aprendiendo a Participar

El verbo aprender es de los más bonitos que hay en nuestra lengua. Implica actividad. Acción. Descubrir cosas nuevas. Enriquecerse personalmente. La vida, entre otras cosas, es un continuo aprendizaje del que nadie se puede desvincular. Si lo que debemos de aprender, es a participar, pues bienvenida sea esa instrucción.
La estructuración de estas III Jornadas, establece que se trata de hacer una exposición de ideas y opiniones, tomando como base el nuevo reglamento de participación ciudadana. Sin embargo, y como político les confieso que me interesan más los antecedentes que hacen necesaria una norma, que una explicación sobre lo redactado. Sería como si en lugar de conocer  los motivos, las necesidades y los procedimientos para la elaboración de una ley, habláramos únicamente sobre el articulado de la misma. El conocimiento de las motivaciones y circunstancias que hacen necesaria la implantación de una norma, es fundamental para la comprensión del texto redactado.
Será desde el ámbito de los técnicos donde se procederá a aplicar los procedimientos para poner en práctica esa normativa. Todo, una vez que la parte política ha matizado, consensuado y definido la redacción final de la norma.
Una redacción que se ha debido de enriquecer con las distintas aportaciones (personales, asociativas, profesionales, técnicas, legales, etc.). No olvidemos que un reglamento de participación, regula las relaciones que se establecerán entre: ciudadanos, colectivos y los gobernantes. Ni unos ni otros, tienen la consideración de técnicos.
La entrada en vigor de la ley 57/2003, de 16 de diciembre, de Medidas de Modernización del Gobierno Local, ha supuesto un replanteo sobre el derecho de la participación. Esta ley no ha significado, salvo en el tema de la participación ciudadana, ningún añadido considerable. Si bien es verdad, que la detallada regulación y ampliación de la participación ciudadana en los asuntos locales -especialmente en las grandes ciudades-, sí supone, de hecho, un nuevo papel del ciudadano ante el poder local. Pero no por la aparición de nuevos derechos, sino por la configuración de un derecho de participación más activo, con nuevos perfiles y nuevos contenidos, lo que supone la revitalización del principio de participación ciudadana.
Ya con anterioridad a esta ley existían mecanismos y formas de participación:
ü  La consulta  popular.
ü  La asistencia a las sesiones plenarias.
ü  Al derecho de exponer en el Pleno.
ü   Etc.
Aunque la creciente preocupación por la participación ciudadana, ha llevado a los responsables políticos a utilizar nuevos mecanismos para fortalecer la referida participación, como han sido los de planes de actuación y formación, o los presupuestos participativos.
Quizá para algún equipo de gobierno -ante la entrada en vigor de esta ley-, las preguntas claves a resolver en materia de participación, serían:
ü  Cómo se realiza esta participación.
ü  A quién se le da protagonismo en los procesos participativos.
ü   En qué fase de los procedimientos interviene el ciudadano o colectivo.
ü   O, sobre qué materias.
Desde luego para otros, contestar a estas preguntas no tiene ninguna dificultad, ya que se tiene la convicción, de que la participación tiene que ser directa entre los ciudadanos, los colectivos y los gobernantes. Con unas cuotas de protagonismo directamente relacionadas con el grado de implicación y la responsabilidad de cada uno de los sectores. Por supuesto, que dicha participación se ha de hacer efectiva desde el mismo inicio del procedimiento, y sin que existan materias tabúes para ello, excepto aquellas cuestiones que por ley sean consideradas  secretas o de seguridad nacional.
Esta forma de entender el proceso participativo no significa, en modo alguno, realizar dejación de funciones de los cargos electos, ni de eludir responsabilidades políticas. Un proceso participativo pretende enriquecerse, desde distintos puntos de vista, sobre una cuestión determinada. La toma de decisiones, y por tanto las responsabilidades derivadas de las mismas, siempre recaerá en el ámbito de lo político.
Como bien saben, en nuestra ciudad ya disponíamos de un reglamento de Participación Ciudadana (Por cierto, que finiquitamos aquel reglamento con un grado de incumplimiento sonrojante. Casi uno de cada tres artículos de aquel reglamento fue incumplido sistemáticamente en los Distritos).
Entre los instrumentos de participación que establece esta nueva ley, que seguro vamos a oír hablar de todos ellos en la jornada de hoy, se instaura para las grandes ciudades, el de la regulación, por reglamento orgánico, de los procedimientos de participación ciudadana.
Sin embargo, tener elaborado un Reglamento no es garantía, en absoluto, de que nuestra comunidad sea participativa, ni que nuestros gobernantes tengan en consideración esa participación. Aunque sí es cierto que, cada día más, los gobiernos locales están interesados en la creación de un “espacio municipal del ciudadano”.
La asunción de nuevas competencias, requieren de nuevos modelos organizativos que implican cambios en los gobiernos locales. Cambios en los hábitos de actuación motivados por una mayor demanda de participación, y que van situando a los ayuntamientos, más en la línea de gestores e impulsores de los servicios, que de aquellos situados en el centro administrador y burocrático del municipio. Es decir, en la línea de ayuntamientos al servicio del ciudadano, en lugar del recaudador y alejado de la realidad de la calle.
Pero mientras se van consolidando esos espacios ciudadanos, estamos asistiendo a una moda que se está convirtiendo en el tema favorito de muchos políticos: hablar de Participación Ciudadana.
De una forma un tanto frívola, se enarbola la bandera de la participación a cada instante. Seguro que tod@s tenemos dudas de que el proceso participativo, tal y como se podría desprender de informaciones más o menos interesadas, esté presente en toda actuación ejercida por los responsables políticos. En realidad, los procesos participativos de importancia se dan, hoy por hoy, en muy contadas ocasiones.
Ya sabemos que el primer paso para resolver un problema, es reconocer que existe. No creo estar realizando una crítica sin fundamento, si digo que nos queda mucho camino por andar en el tema de la participación ciudadana. Es lógico que así sea y no hay nada malo en reconocerlo. Aunque el camino, se hará más o menos tortuoso dependiendo del grado de implicación y compromiso que tengamos los políticos.
El tema de la participación es una cuestión tremendamente compleja. Para llegar a una fase en la que los ciudadanos se sientan partícipes de primera fila en una gestión, hace falta tener en consideración múltiples variables.
Siempre hecho en falta, cuando se hablan de estos temas de participación, las referencias a que la acción participativa se realiza por personas y colectivos que no son, ni técnicos como ya dijimos anteriormente, ni profesionales de la gestión. Son colectivos que voluntariamente se implican en actuaciones con el ánimo de mejorar la gestión, aportando su visión y conocimiento sobre algunos aspectos que les afectan de forma más o menos directa.
Esto que es una realidad palpable, resulta que queda en un segundo o tercer plano la mayoría de las veces. Por ejemplo, el horario de las convocatorias de los órganos de participación, determinará una mayor o menor asistencia de personas o colectivos.
Nuestra forma de vida nos obliga a estar sometidos a horarios laborales, y el tiempo libre es escaso y muy delimitado. Por tanto, hay que tenerlos en cuenta a la hora de plantearse convocatorias ciudadanas, ya sean realizadas éstas por la administración o por una organización ciudadana. La calidad de los espacios de reunión o formativos, y el día de la semana, junto a otros aspectos, influirán sobre el número de asistentes.
   Por tanto, como ven, y ante la cantidad de variables que influyen, la participación ciudadana no es un asunto que se vaya a consolidar en nuestra sociedad -como una forma natural de actuación-, porque dispongamos de normativas más o menos amplias.
Por supuesto que tiene que haber leyes, normas y reglamentos que la regulen, y que permitirán a las autoridades de todos los niveles (estatal, autonómico y local), utilizar un largo abanico de instrumentos de participación, pero todo esto de poco servirá si no hacemos una labor grande de concienciación ciudadana. De promoción de la participación.
En definitiva, hay que instalar una “política de participación”. El designarlas como política, la estamos elevando de rango, ya que implica la intervención del gobierno, del legislador nacional y de las autoridades regionales y locales, porque son estas últimas autoridades las que están directamente afectadas, y algunas medidas son de su competencia. Hay que incorporar a estas autoridades dentro de la definición de lo que sería esa “política de participación”.
Me gustaría, en este tiempo que me queda por compartir con ustedes, ofrecer algunas reflexiones sobre:
ü  Qué es la Participación Ciudadana.
ü  Cual es la importancia de la Participación.
ü  Qué tipo de Participación tenemos, si real o teórica.
ü  Y, en último lugar, cuáles serían las nuevas formas de participación que demanda esta sociedad nuestra.
Respecto de la primera pregunta: Qué es la Participación Ciudadana, habría que decir que ésta es un derecho que se ejercerá o no, desde la libertad de elección de las personas. “Es la que permite, como dice el Comité de Ministros del Consejo de Europa, hacer el contrapeso adecuado en la balanza del poder político, son los mismos ciudadanos quienes tienen la capacidad de hacerse oír y de saber lo que se hace por ellos y para ellos”.
Pero lamentablemente, las personas y colectivos asociativos también pueden verse privadas de ese derecho, de una forma manifiesta (en lo que supondría sin ningún tipo de dudas estar inmersos en un régimen antidemocrático), o sutil, que en mi opinión, es la forma más deplorable de usar a las personas respecto de la participación ciudadana.
Ya saben, aquello de:
ü  Ofrecer información en lugar de participación (te informo, luego participas). La información será inicio y cierre del ciclo. Pero nunca una única información se podrá considerar como final de proceso alguno.
ü  No tener en cuenta nada de lo que se aporta desde las personas o los colectivos en los foros participativos (di lo que quieras que yo haré lo que me apetezca).
ü  Tener la actuación prácticamente decidida antes de contar con las aportaciones ciudadanas directas o indirectas. Y por consiguiente, dejar muy devaluadas éstas últimas.
ü  Etc.
Usar de forma ambigua los procesos participativos, es tan despreciable como impedirlos.
Para gobernar, tal y como dice la Federación Española de Municipios y Provincias, hay que introducir cambios en los procesos de toma de decisiones. Cambios para aumentar el grado de responsabilidad, democracia y transparencia de la acción del gobierno local. El mejor camino para saber cuáles son las necesidades ciudadanas, e incluso, poderse anticipar a ellas, es incorporar las instituciones ciudadanas en la toma de decisiones”
  Hay muchas más declaraciones de este tipo. Hasta el sentido común nos indica que es mucho mejor, para la sociedad y las personas en general, fomentar la participación que obstaculizarla. Sin embargo, a pesar de esta obviedad, aún hay quien se empeña en no entenderlo así.
Incluso desde foros muy implicados en el fomento de la Participación se pueden leer curiosidades como que: “Se requieren gobiernos con capacidad de liderazgo y de ilusionar a la ciudadanía. Se necesitan ciudadanos y ciudadanas capacitados y entrenados para intervenir en los asuntos públicos...”
Vaya por delante que comparto totalmente esta aseveración. Sin embargo, exigimos ciudadanos y ciudadanas capacitados y entrenados, mientras que esos mismos valores -fundamentales para ejercer la intervención en los asuntos públicos-, no nos los exigimos a nosotros mismos, los políticos.
Es cierto que el mismo documento dice que hacen falta políticos (gobiernos) con capacidad de liderazgo y de ilusionar ¿Me podrían decir, qué haríamos con un fantástico líder ilusionante, pero sin la mínima capacidad, ni habilidad para intervenir en los asuntos públicos?
"La Participación Ciudadana es la culminación del proceso del conocimiento y la incorporación, en su caso, de las aportaciones ciudadanas y colectivos asociados -derivadas tras un proceso de información, reflexión y diálogo-, en las decisiones que han de emanar de las estructuras de gobierno”.
Decía Groucho Marx que: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados”.
Desde luego, no estoy de acuerdo con esa definición que dijo el ingenioso Groucho. Sin embargo, reconozcamos que algunos políticos parecen seguir esa consigna a pies juntillas. Aunque eso sólo significa, como diría un castizo, que “hay gente pa to”. Y precisamente porque hay gente de todo tipo, es por lo que tenemos que estar vigilantes los ciudadanos y las ciudadanas. De ahí la importancia de la participación. Ejerciendo, en este caso, las funciones de control de las actuaciones políticas.
Imaginen que tenemos a unos dirigentes que  nos buscan problemas, que los hacen realidad, que no hacen una correcta evaluación, y que, al intentar solucionarlos, se vuelven a equivocar.
En tal caso, lo mejor que podemos hacer es ir planteándonos no volver a designarlos más como nuestros representantes. Pero claro, las legislaturas en nuestro país son de cuatro años ¿Qué ocurre si este diagnóstico ya se da desde los inicios de su gobierno?  Entonces únicamente nos queda por hacer una cosa responsable:
ü  Implicarnos en la gestión para que no nos busquen más problemas.
ü  Ayudar a evitarlos o detectarlos a tiempo.
ü   Y, colaborar en la búsqueda de remedios efectivos que los solucionen.
Digo que nos queda por hacer una cosa responsable, aunque también podría decir que podemos “pasar” de esos políticos y esperar a que terminen su legislatura; pero eso no sería responsable. Quizá comprensible, pero desde luego, nunca responsable.
Implicarse en los procesos participativos es fundamental para el avance de una sociedad. Además de  estar ejerciendo un derecho, nos estamos ganando otros:
ü  El de poder dar fe de los acuerdos tomados en relación a temas concretos
ü   El de ser partícipes de primer orden.
ü   Etc.
En definitiva, participando nos ganamos el derecho de  poder decir: “ya avisé, o avisamos, de que eso no funcionaría tal y como estaba diseñado”
El pasado 2 de junio estrenamos un nuevo Reglamento de Participación Ciudadana, y eso está bien. Está muy bien que quede constancia por escrito sobre lo que se pretende llevar a cabo desde un Ayuntamiento. Claro que esta cuestión estará muy bien siempre que haya una voluntad manifiesta de llevar a la práctica todo aquello que se ha escrito. Huelga decir que, en caso contrario, tener un Reglamento, ya pueda estar éste redactado a lápiz o con letras de oro, no vale para nada si no se cree en él. A veces la diferencia entre una participación real o teórica no están tan alejadas.
Pero insisto, una vez que la voluntad política es la de adquirir un compromiso con la ciudadanía, no está nada mal que éste quede plasmado en negro sobre blanco.
Una vez realizado este proceso y publicado en donde legalmente proceda (en este caso en el BOP), pasará a ser una “ley municipal”, y como tal, de obligado cumplimiento. Claro que, en este caso, una ley en minúscula, ya que si se incumple no pasa nada, al menos nada sancionador. Mientras que, por ejemplo, en la mencionada ley 57/2003, en sus artículos 139, 140 y 141, sí que  establecen un régimen sancionador para las conductas cívicas de las personas en la vía pública. Pero, de sanción a las administraciones por incumplir articulados de un Reglamento de Participación Ciudadana, del que se han de dotar, no dice nada de nada.
Sin embargo, sí que pasa. Y pasa que ese Reglamento, ante los incumplimientos que se puedan hacer de sus estipulaciones, pierde credibilidad. Pierde consistencia. Sería como aquellos padres que siempre les dicen a sus hijos que los van a llevar al circo y nunca lo hacen. Al final esos padres perderán credibilidad ante sus hijos, y, lo que es tremendamente más grave, estarán formando a seres en un ambiente en que se les da a entender que la palabra dada, que los compromisos adquiridos; ni obligan, ni valen para nada más, que para ser usados a modo de chantaje. Les prometen que los llevarán al circo para que hagan tal o cual cosa, pero no tienen voluntad de cumplirlo.
La elaboración y entrada en vigor de un Reglamento de Participación Ciudadana, no se puede convertir en esa promesa del circo que, desde el ámbito político, no se piensa cumplir. Esas cuestiones, al final, hacen de l@s ciudadan@s implicados en la participación, unas personas recelosas de la clase política. Por el contrario sirven de justificación para aquell@s que propugnan que participar no vale para nada, que al final nadie les hace caso. Tod@s sabemos que esto no es así; lo democrático y deseable es tener una sociedad participativa. Y esto únicamente se consigue, si todos nos convencemos de que somos las piezas necesarias del engranaje.
Y por encima de todo lo expresado está la toma en consideración de aquello que se ha aportado por l@s ciudadan@s. Es decir, prestar atención a lo que proponen los vecin@s. Porque seamos sinceros: Un Reglamento de Participación Ciudadana es, además de una declaración de intenciones y el establecimiento de unas reglas y normas de funcionamiento, la concreción, estructuración y secuenciación de unos procedimientos y órganos de participación. Sin que ello implique, en absoluto, la obligatoriedad de llevar a cabo lo sugerido en el seno de esos órganos de participación. 
Por tanto, podremos in concluyendo que un Reglamento de Participación Ciudadana, además de por la literalidad, tiene que ir acompañado de una voluntad política de cumplimiento de lo estipulado, y de la toma en consideración de aquello que haya sido sugerido dentro de  las estructuras de participación, siempre que éstas sean de competencia municipal, de que existan, en su caso, recursos suficientes y proyecto de ciudad que las acoja, y que no supongan una discriminación entre los ciudadanos o los barrios.
Todo lo que se diga desde el ámbito político, ya sea de palabra o por escrito, se configura como de obligado cumplimiento. 
Recientemente, en nuestra ciudad hemos tenido ejemplos de disponer de una participación más teórica que real. La puesta en práctica de unos presupuestos participativos (que ante la evidencia de que no eran tales, terminaron llamándose “experiencia piloto”), ha sido una actuación que puede presumir de que ningún colectivo ni persona ha participado en el diseño de los mismos. Pero no han participado porque no han sido llamados para ello. La única aportación ciudadana se ha realizado a través de cumplimentar unos folletos y sobre unos conceptos previamente estipulados.
 En esta experiencia se ha decidido, sin la participación ciudadana, e incumpliendo un par de artículos del actual Reglamento de Participación Ciudadana, una cantidad de dinero. Igualmente, sin la participación ciudadana, se estableció un fijo a cada distrito municipal. Luego, sin participación alguna, se decidió incorporar un baremo para repartir el resto del dinero que les tocaría a cada distrito. Finalmente se crearon unas comisiones de evaluación y estudio, en las que, por supuesto, no están presentes ni colectivos ni personas.
Lo paradójico será comprobar como, fuera de los límites de nuestra ciudad, se podrá vender que en Málaga hay una experiencia piloto (asumamos que es una experiencia finalmente), sobre los presupuestos participativos. Cuando la realidad es que no ha existido participación alguna que valide la calificación de participativos. Todo, a pesar de que ya en 1996, en el transcurso de una Asamblea de Ciudades y Autoridades Locales celebrada en Estambul, Las Naciones Unidas, calificara como “una buena práctica de gestión urbana” la articulación de los presupuestos participativos en el ámbito local.
Como última consideración, responder a cuáles serían las nuevas formas de participación que demanda esta sociedad
Nuestra sociedad se configura cada día más poliédrica. Pasamos de ser individualistas a sociales, de insolidarios a hermanos, de pasotas a comprometidos, o de intolerantes a comprensivos, y viceversa, con una facilidad pasmosa. Pero es la que tenemos, y ejerce su capacidad de adaptación en el mismo instante en que estos cambios se producen. Difícilmente se podría configurar de otra forma dentro del proceso de globalización que hoy todo lo preside.
Lo que hace apenas unos decenios era una información que tenía cierta vocación de permanencia en un tiempo razonable, hoy en día puede perder actualidad en apenas unos segundos. La capacidad de análisis y procesamiento de estos cambios nos afectan en nuestro quehacer diario.
Precisamente esta realidad de lo inmediato aporta más valor al movimiento asociativo y a la reflexión ciudadana, dado que mantener un sistema deliberativo de las cuestiones, aporta una visión reflexiva de la que hasta los propios políticos a veces carecemos.
Hay quien dice que hacer política significa decidir sobre dos malas soluciones. Quizás practicar la reflexión y la deliberación con distintos agentes, nos libere de esta carga.
Desde esta perspectiva es la que hay que abordar las nuevas formas de participación que demandan nuestra sociedad. La observación -actuación plenamente aceptada como método científico de investigación-, deberá ser, por parte de los responsables políticos, la herramienta fundamental para detectar los cambios que se van produciendo a nuestro alrededor.
La sociedad envía mensajes continuamente en los que manifiesta su parecer sobre determinadas cuestiones. No me refiero a que mediante discursos, escritos, u otro tipo de comunicación explícita, la sociedad nos haga llegar lo que le agrada, disgusta o demanda.
Como en cualquier proceso comunicativo, existen muchas formas de enviar mensajes. Dependerá de los códigos empleados, que emisor y receptor lleguen a entenderse plenamente. Prestar atención, prestar oído, puede ser una actuación determinante para detectar el mensaje.
Una de las grandes lecciones que me han dado en política    -aparte de la constatación diaria de la honestidad y capacidad de trabajo de la gran mayoría de los cargos electos que conozco-, me la dio un vendedor de un producto comercial.
            Ustedes saben, que los colectivos de una misma temática suelen realizar jornadas formativas en las que se pretenden encontrar, o dar a conocer, nuevas fórmulas de progreso en sus actividades. Los políticos hacemos lo mismo. De vez en cuando organizamos jornadas para ir formándonos en esta difícil tarea del servicio público. Pues bien, estaba yo en unas jornadas de esas, cuando al cabo de más de 2 horas, abandoné la sala de conferencias para ir al baño.
Como suele ocurrir, éste estaba al fondo -sólo que en lugar de a la derecha, en aquél espacio era a la izquierda. Pero el pasillo era largo eh?  Al volver, me fijé en que en un espacio que estaba más allá del que nosotros estábamos ocupando, había movimiento de personas y un gran cartel que anunciaba algo sobre el producto en cuestión.
El caso es que, a esas jornadas a las que yo asistía, y en las casi 3 horas en las que ya llevaba, no había sacado gran cosa en claro; no digo que las jornadas fuesen malas, pero yo no había obtenido nada interesante. Total, ante este panorama decidí curiosear a ver qué era aquello que con gran énfasis proclamaba, micrófono en mano, aquel vendedor. Y, tal como me temía, era una reunión en la que se buscaban distribuidores de aquel producto.
Una vez que comprobé el motivo de aquella reunión, me disponía a volver a mi sala de reuniones, cuando oigo al señor que dirigía todo aquello decir: “Pero tener muy presente lo que os digo (ahí me picó un poco más la curiosidad y aguanté en la puerta para conocer aquello que ya me intrigaba): ¿Qué creéis que la gente recordará de nosotros? (Evidentemente se refería a lo que recordaría el cliente del vendedor o vendedora) Y él mismo se contestaba: “La gente no recordará lo que le decíamos cuando estábamos con ella”. “La gente tampoco recordará lo que nosotros hacíamos mientras estábamos con ella”. “Lo que la gente recordará, es cómo se sentía cuando estaba con nosotros”.
Desde luego las cosas se pueden decir a más alto, pero no más claras. Así que me dirigí a la sala en la que llevaba toda la mañana intentando aprender algo, recogí mis cosas y me fui a otros menesteres. Ese vendedor, que por su forma de dirigir aquella reunión, parecía más un predicador que un comercial, me había dado la gran lección política del día.
Ya ven, me bastó un poco de curiosidad y actitud de oír o que alguien decía, para sacar provecho de unas jornadas que se estaban poniendo algo duras de digerir.
Si este tipo de estrategias, desde los poderes públicos las ponemos en valor, lograremos detectar las nuevas necesidades de participación que nos demandará la sociedad.
Por supuesto que otra forma de detectarla, a la que sin duda hay que atender, es a la convocatoria de personas y colectivos para abrir el debate sobre esas nuevas formas que la calle está demandando.
Por tanto, permítanme que no me arriesgue a decir cuales serían esas nuevas formas de participación que demanda la sociedad. De atreverme ha hacerlo, el proceso que yo habría empleado en este mismo instante, sería de cualquier tipo, menos participativo.
Muchas gracias por su atención, y les emplazo a que, entre tod@s, busquemos cuales son esas nuevas formas de participación que se consideran deben de ponerse en funcionamiento.









EL VENDEDOR AMBULANTE


Una de las grandes lecciones que me dieron en política -aparte de la constatación diaria de la honestidad y capacidad de trabajo de la gran mayoría de los cargos electos que he conocido-, me la ofreció un vendedor de un producto comercial.
            Ustedes saben, que los colectivos, las empresas, etc., suelen realizar jornadas formativas en las que se pretenden encontrar, o dar a conocer, nuevos productos o nuevas técnicas de ventas. En política se hace lo mismo. De vez en cuando se organizan jornadas para ir formando en la difícil tarea del servicio público.
 Pues bien, estaba yo en unas jornadas de esas, cuando al cabo de más de 2 horas, abandoné la sala de conferencias para ir al baño. Como suele ocurrir, éste estaba al fondo -sólo que en lugar de a la derecha, en aquél espacio era a la izquierda. Pero el pasillo era largo eh?  Al volver, me fijé en que en un espacio que estaba más allá del que nosotros estábamos ocupando, había movimiento de personas y un gran cartel que anunciaba algo sobre el producto en cuestión.
El caso es que, a aquellas jornadas a las que yo asistía, y en las casi 3 horas en las que ya llevaba, no había sacado gran cosa en claro; no digo que las jornadas fuesen malas, pero yo no había obtenido nada interesante. Total, ante este panorama decidí curiosear a ver qué era aquello que con gran énfasis proclamaba, micrófono en mano, aquel vendedor. Y, tal como me temía, era una reunión en la que se buscaban distribuidores de aquel producto.
Una vez que comprobé el motivo de aquella reunión, me disponía a volver a mi sala de reuniones, cuando oigo al señor que dirigía todo aquello decir: “Pero tened muy presente lo que os digo (ahí me picó un poco más la curiosidad y aguanté en la puerta para conocer aquello que ya me intrigaba): ¿Qué creéis que motivará a la gente para adquirir este producto? ¿Qué recordarán de nosotros? Y él mismo se contestaba: “La gente no recordará lo que le decíamos cuando estábamos con ella”. “Tampoco recordará ni nuestro nombre, ni lo que hacíamos mientras estábamos con ella”. “Lo que la gente recordará, es cómo se sentía cuando estaba con nosotros”.
Desde luego las cosas se pueden decir más alto, pero no más claras. Así que me dirigí a la sala en la que llevaba toda la mañana intentando aprender algo, recogí mis cosas y me fui a otros menesteres. Ese vendedor, que por su forma de dirigir aquella reunión, parecía más un predicador que un comercial, me había dado la gran lección política del día.
            Y es que, como decía mi amigo “El Pulgui”, y sin ánimo de ofender: “Aquí el más tonto hace relojes de madera, y además les funcionan”.


viernes, 23 de octubre de 2015

TRES MINUTOS


Ni se les ocurra buscar en la red todo lo que se puede hacer en tres minutos. Por supuesto, ya sé que tú (permíteme que te tutee), puedes añadir un montón de cosas más. Tres minutos dan para mucho, o para muy poco. Según se mire.
Para ese espacio de tiempo podemos encontrar: recetas de cocina, tesis de universidades, oraciones diarias on-line, peinados, concursos, cómo poner en forma nuestras piernas, visitar virtualmente Perú, avances de series televisivas, cómo conseguir un empleo, belleza, la historia del sostén, cómo hacer un brownie, cómo limpiarte los dientes… En fin, toda una historia lo que se puede hacer en tres minutos. Tres.
Pero, no he encontrado ninguna referencia a lo increíblemente satisfecho que te puede dejar compartir ese tiempo con una persona. A veces solo se tiene la oportunidad de compartir con alguien esos tres minutos. No hay más. Ni menos. Y siempre nos parecerán pocos. Escasos. Muy cortos. Pero si nos detenemos a disfrutarlos plenamente -créanme-, serán intensos.
Y si no, haz el siguiente ejercicio: ¿Cuántos minutos vacíos tienes al día, por muy en compañía que estés? ¿Los cambiarías por estar unos pocos minutos con esa persona que te llena? Pues eso digo yo.
El tiempo, ya sabes, es relativo. Lo que nos fastidia o entristece pasa muy lento. Lo que nos gratifica o alegra, muy rápido. Y todo es mentira, ni lento ni rápido. Pasa y punto. Es nuestra actitud (con c de capullo/a), lo que nos martillea. No sabemos discernir nuestros conflictos con el tiempo. Sufrimos demasiado por su velocidad. No tengo ni idea de cómo afrontar esta cuestión. Por tanto, no esperes ningún tipo de fórmula mágica para acelerar y que pase pronto el que te jode, y ralentizar el que te resulta gratificante. Si acaso una experiencia personal: He aprendido que cuando estás con quien, o con lo que, quieres y te llena, las manillas del reloj corren mucho, pero cada latido de éstas van llenos de satisfacción, tranquilidad, cariño… Sin embargo, cuando es distinta la situación en la que te encuentras, esos latidos son más lentos, pero van vacíos, perdidos, huérfanos…
No me interesan las recetas de cocina de tres minutos, me interesan las personas que llevan toda su vida cocinando y sacando a su gente adelante, después de una jornada laboral dura. Fuera los peinados de tres minutos, y los brownies, y las oraciones. A la mierda las tesis de tres minutos, los concursos, las visitas virtuales a países que quiero conocer en directo. Que se jodan las fórmulas de belleza y los dientes blancos que parecen de plástico. Lo de la historia del sostén sí resulta interesante, pero eso lo dejaré para otro día.
En tres minutos soy capaz de demostrar lo que siento por una persona e incapaz de sostener la mirada a aquella que se empeña en no ver cómo soy. No quiero tus tres minutos para reproches o consignas. Quiero esos tres minutos para pasarlos junto a quien es capaz de compartir ese tiempo conmigo.
Qué no daría por poder compartir ahora mismo unos minutillos con aquella gente que me ha dejado. Pero no, eso no es posible. Pero sí recuerdo la cantidad de tres minutos de amor, amistad, felicidad…, que me dejaron mientras estuvimos juntos.
Si tienes tres minutos para mí, yo los tendré para ti.

Saludos.

sábado, 17 de octubre de 2015

MANUEL MELGAR, MANOLÍN (In Memoriam)


        Querido Manolín, ahora que nadie nos oye, quiero decirte unas cuantas cosas: ¿Qué proyectos más importantes que tu familia y tus amigos puedes tener allá arriba? Porque yo sé que los tienes, de otra forma no te habrías ido de entre nosotros. Solo espero que algún día podamos llegar a conocerlos. Ya dije un día que mi querido “primo” Rafael Fuentes (padre), fue quien me enseñó el verdadero significado del abrazo.

Desde que os conocí a vosotros/as, los/as peñistas mi vida cambió. Aprendí el valor que tiene darle un abrazo a un amigo. Y cuando más a gusto me encuentro entre vosotros, os empeñáis en dejarnos. Joder, eso no se hace querido amigo.

Te voy a echar de menos Manolín, mucho. Hace poco, muy poco, quisiste hacerte una foto conmigo. ¿Recuerdas? Fue en esa comida de amigos/as que nos hemos impuesto entre vosotros los peñistas y algunos amigos que tenemos el privilegio de seguir contando para vosotros/as. Si alguna satisfacción tuve cuando fui concejal, sin duda está la de haber tenido el enorme honor de trabajar con vosotros/as; los/as peñistas, codo con codo. Esa foto fue en la peña Puerta Blanca y aún siento el contacto de tu persona junto a mí. Dos amigos sonriendo al mundo. Dos personas mostrando a todo aquel/lla que quisiera ver, que la amistad hay que fomentarla, cuidarla y mostrarla.

Pero hoy nos has dejado. Seguro que ya estás viendo el follón que has formado entre tus amigos/as. Por supuesto, entre tu familia. Eso no se hace Manolín, no me cansaré de decírtelo. Pero conociéndote, de alguna forma me estarás diciendo que: “Hermano, no te preocupes, ya te lo explicaré”. Pero sí, si me preocupo. Joder, Manolín nos dejas jodidos.

Ahora solo nos queda agarrarnos a nuestros recuerdos y sonreír ante la memoria de una gran persona que siempre tuvo una sonrisa y un consejo para todo aquél que quisiera oírlo.

Querido Manolín, ya estás entre tus seres queridos y tus amigos de allá arriba. Del Cielo o como se llame ese lugar al que va la gente de bien, como tú. Seguro que “el primo”, ha salido a darte un abrazo. Dale tú a él uno de parte nuestra.

Imagino que ahora os ponéis manos a la obra y estáis arreglando la documentación para crear una Peña. Tranquilos que no os faltarán socios/as. Iremos llegando -espero que más tarde que pronto-, pero llegaremos y volveré a sentir ese abrazo. Además como me enseñasteis, cuando mi padre y madre ya me habían dejado, aprovecharé para darles uno muy grande a ellos también. Y de camino, los haremos socios de esa Peña.

Un beso Manolín.

Luis Navajas

viernes, 16 de octubre de 2015

Presentación Libro: MIENTRAS SUEÑAS de Esperanza Arcos Ortega


Buenas Tardes, gracias por su asistencia a esta presentación del libro MIENTRAS SUEÑAS, de la autora, ESPERANZA ARCOS ORTEGA.
            Igualmente, muchas gracias a FNAC Málaga, por facilitar que un acto tan importante para la cultura malagueña, se pueda celebrar en sus instalaciones. Gracias a Dña. Elena Padrón Anderica, responsable de comunicación de esta casa. Si la cultura es fundamental para una sociedad; no lo es menos el apoyo de entidades comerciales.
Así que, bienvenid@s tod@s.
Me corresponde, como “padrino” del acto, hacer la presentación de la autora. Posteriormente Esperanza, será quien les hable de su libro ¿Quién mejor que ella para esto verdad?
Y soy el padrino de este acto porque en cuanto supe de su libro, lo primero que hice, fue ponerme a su disposición para hacer una presentación del mismo, y por supuesto, de la autora.
He tenido oportunidad de asistir a varias presentaciones de libros, pero, por los motivos que irán conociendo, este libro y esta autora, son muy especiales para mí
 Málaga es una ciudad muy dinámica; esta realidad se la debemos única y exclusivamente a los malagueños y las malagueñas, que se implican, como los que más, en la vida social y cultural de su ciudad. Aquí la política no tiene nada que decir. Son –somos-, los/as malagueños/as, los/as que velamos por nuestra cultura.
No es extraño que, prácticamente semana a semana, haya un acto cultural de relevancia en esta ciudad. Pregones, presentación de carteles, certámenes, memoriales…, todos estos actos dan lustre a una ciudad. Y este que nos ha congregado hoy a todos/as nosotros/as, es uno de ellos.
Este es un acto cultural con mayúsculas, comparable a cualquier otra manifestación cultural de nuestra ciudad. Escribir un libro es dejarse parte de lo que uno/a es en cada página. Y todo, para contar algo. Contar cosas que nos hagan la existencia más agradable.
A través de los libros viajamos, conocemos historias que nos conmueven, aprendemos cosas, vamos conociendo a otras gentes y a otras culturas… No hay duda; la mejor inversión que puede  hacer un país, es en cultura.
Por tanto, todo lo que hablemos hoy hay que enmarcarlo dentro del ámbito de lo cultural. Un triángulo cultural en cuyos vértices están: una creadora, un libro y la cultura. A esto nos ha convocado hoy Esperanza. Así que vamos a ello:
Esperanza es mi prima-hermana. Y subrayo eso de “prima-hermana”, porque en nuestra familia nos gusta hacerlo. Es como si dijésemos “Ojo, que somos más que primos, eh?”. Pero no crean que somos menos que “hermanos”, no.
A nosotros, a los primos y primas de la familia Ortega Fernández, nos gusta decir que “SOMOS UNA FAMILIA DE CINE”. No ya porque todas y todos somos muy guapos/as y parecemos artistas, no. Si no porque nuestra familia (ese núcleo familiar que 4 hermanas y un hermano, mantuvieron y mantienen unido por el respeto y el cariño), estuvo muy ligado a las salas de cine de esta ciudad.
Nosotros nos hemos criado entre butacas de cine, vestíbulos, rollos de películas enlatadas, montañas de pipas paladas, taquillas, sesiones continuas y matinales…
También hemos crecido entre artistas, músicos, indios, cómicos, asesinos, vampiros, payasos, niños prodigio," combois" (en Málaga siempre se dijo "combois" y no cowboys) …
Hemos subido a las montañas más altas del mundo, sufrido en los desiertos mas calurosos y nos hemos escondidos en las selvas más impenetrables.
Hemos tenido la oportunidad de vivir nuestras vidas y otras muchas que nos proporcionaban las pantallas.
Así que no es de extrañar que entre nosotros y nosotras, haya: Coleccionista de coches clásicos, Policía Local, Empresarias, Madrazas, Artistas, Músicos, Criadores de Pepinos, Médicos, Funcionarios, Modelos…
Muchos malagueños en décadas pasadas entraron al cine con la entrada que habían adquirido en las taquillas y que les facilitaron nuestras madres. Y luego, pudieron disfrutar de la sesión continua, en la que el hermano pequeño hacía su trabajo de “operador de cine”. Aún recuerdo el olor a carbonilla quemada cuando iba a visitar a mi tío Antoñito a la cabina del cine Capitol o Duque.
Ya ven, somos descendientes de una familia que, en época pasada, tenía varias salas de cine: El Capitol en calle Mármoles. El Duque en calle San Bartolomé. El Plus Ultra, en el llano de la Trinidad. El Tívoli, que era únicamente de verano y estaba en la zona de Cruz de Humilladero.
Bueno, nuestra familia era la parte pobre. Los primos de nuestras madres, eran la parte rica, los dueños, y sus primas trabajaban en ellos. Eran primos y primas, sí, pero no eran como nosotr@s.
Aquí estamos casi la totalidad de los primos y primas de la familia Ortega Fernández. Y estamos para apoyar a nuestra Espe. Es de rigor que dé algunos datos de ella, para aquellos que no la conozcáis.
Esperanza nació en Málaga, en el año 1963. Siempre fue una artista, así que eso la llevó a estudiar Diseño de Interiores y Decoración, en la Escuela de Artes Aplicadas de nuestra ciudad. Sin embargo, ha sido con la escritura con la que ha querido rendir homenaje a todo lo que nos rodeó a esta familia y al amor que siente por el sétimo arte.
Ha escrito su primera novela –les aseguro que no quedará ahí la cosa.- MIENTRAS SUEÑAS. Un acto de generosidad hacia todos/as nosotros/as, futuros lectores, que no termina con el último punto y final del libro. No, porque los beneficios como autora, los tiene donados a la fundación Luis Olivares de Málaga, por la extraordinaria labor que éstos realizan cuidando a los niños y adolescentes enfermos de cáncer.
Cuando vemos, tocamos, una novela ya impresa podríamos tener la impresión de que ésta ha sido una cuestión fácil de culminar; pero créanme, no ha sido así. Es un proceso largo y difícil en el que, además de la autora, también ha tenido que superar su familia.
Esperanza, ya había hecho sus pinitos con la escritura creando cuentos, relatos, poesía… pero el salto a la gran escritura lo ha dado con esta novela.
Novela que nació sin más pretensiones que la de colmar unas ganas de escribir. Lo que, en ocasiones le llevaba a escribir durante muchas horas al día. Y que han soportado de muy buen grado sus hijos y su marido, porque, a veces,  cuando llegaban, la comida aún no estaba lista.
Pero el caso era escribir y explorar ese nuevo mundo que se iba abriendo paso a medida que los personajes (sus personajes), iban pidiéndole protagonismo en su novela.
Me consta que, aparte del esfuerzo que supone culminar una obra como es una Novela, Esperanza se ha divertido mucho. Aunque, también estuvo a punto de arrojar la toalla, al ser consciente de la dificultad que entraña publicar una novela. Hubo muchas veces que se preguntó: ¿Y ahora, cuando la termine, qué?
Las editoriales, no están por la labor y todas aquellas puertas que le iban abriendo sus personajes, las iban cerrando las editoriales. Ya, ya sabemos que las novelas se pueden presentar a concursos, pero como ella misma dice: “cuando lees la letra pequeña de las condiciones, es casi, casi, venderle el alma al diablo”
Supongo que fue en espera de una respuesta, cuando diseñó la portada de la novela. Esperanza, como Juan Palomo. Ya saben. A primera vista podrán creer que es una cámara grabadora de imágenes, pero no; no es eso. Es un artilugio (como ella misma lo define), formado por una lavadora y un horno microondas. Todo para informarnos de que estamos ante una novela en la que el cine, los quehaceres familiares… tienen mucho peso en la trama que se desarrolla en su interior
Así que ésta es Esperanza Arcos Ortega, mi prima, nuestra prima. Una mujer singular que tenemos la suerte de compartir en la intimidad, y ahora, ustedes tienen la suerte de conocer, en persona y por su libro.
Queridos/as amigos/as, os dejo con Esperanza Arcos Ortega, y su novela MIENTRAS SUEÑAS.

miércoles, 7 de octubre de 2015

DESVELA TUS SECRETOS (Letra de canción)

Háblame

Dime que ya no quieres saber nada de mí

Vuélvete

Afronta mi mirada y no trates de huir


 Entre tú y yo hubo algo alguna vez

 Ahora dime que no estás dispuesta a caminar conmigo más

 Que tus risas se apagaron, que tus sueños ya no están
 
 Que esto se ha acabado, y que hoy te marcharás


Siéntate

 Desvela tus secretos

Ya no hay nada que ocultar

Siempre fui tu amante y compañero


No hay nada que temer… que temer

Siempre supe amarte, pensaba que tú también

Ahora no me cuentes ya más cuentos

Dime solo la verdad


No rebusques las palabra

Habla claro, qué más da

Si esto ha terminado

Y si hoy te marcharás

MIL MIRADAS (Letra de canción)



                      Si volvemos a vernos

                        Dime niña, cómo le fue

                                   Dime cuántas cosas nuevas

                                                Ha visto sin saber

            Si volvemos  a vernos

                        Oye niña y te diré

                                   No sientas tú la tristeza

                                               El destino fue cruel

            Mil rayos de esperanza, los que en sus ojos te dejó

                        Mil miradas a esa gente que ahora tú ves

                                    Mil rayos de esperanza, los que en tus ojos te dejó

                                               Mil miradas a esa gente que ya no verá

           Si volvemos  a vernos

                        Dile niña lo que fue

                                   De su gente pequeñita

                                               Que a medio juego los dejó

            Y si no volvemos a vernos

                        Un secreto te contaré

                                   Nunca mires con desprecio

                                               Eso no lo saben hacer

            Mil rayos de esperanza los que en sus ojos te dejó

                        Mil miradas a esa gente que ahora tú ves

                                   Mil rayos de esperanza los que en tus ojos te dejó

                                               Mil miradas a esa gente que ya no verá