Ni se les ocurra buscar en
la red todo lo que se puede hacer en tres minutos. Por supuesto, ya sé que tú (permíteme
que te tutee), puedes añadir un montón de cosas más. Tres minutos dan para
mucho, o para muy poco. Según se mire.
Para ese espacio de tiempo podemos
encontrar: recetas de cocina, tesis de universidades, oraciones diarias
on-line, peinados, concursos, cómo poner en forma nuestras piernas, visitar
virtualmente Perú, avances de series televisivas, cómo conseguir un empleo,
belleza, la historia del sostén, cómo hacer un brownie, cómo limpiarte los
dientes… En fin, toda una historia lo que se puede hacer en tres minutos. Tres.
Pero, no he encontrado ninguna
referencia a lo increíblemente satisfecho que te puede dejar compartir ese
tiempo con una persona. A veces solo se tiene la oportunidad de compartir con
alguien esos tres minutos. No hay más. Ni menos. Y siempre nos parecerán pocos.
Escasos. Muy cortos. Pero si nos detenemos a disfrutarlos plenamente -créanme-,
serán intensos.
Y si no, haz el siguiente
ejercicio: ¿Cuántos minutos vacíos tienes al día, por muy en compañía que estés?
¿Los cambiarías por estar unos pocos minutos con esa persona que te llena? Pues
eso digo yo.
El tiempo, ya sabes, es
relativo. Lo que nos fastidia o entristece pasa muy lento. Lo que nos gratifica
o alegra, muy rápido. Y todo es mentira, ni lento ni rápido. Pasa y punto. Es
nuestra actitud (con c de capullo/a), lo que nos martillea. No sabemos
discernir nuestros conflictos con el tiempo. Sufrimos demasiado por su
velocidad. No tengo ni idea de cómo afrontar esta cuestión. Por tanto, no
esperes ningún tipo de fórmula mágica para acelerar y que pase pronto el que te
jode, y ralentizar el que te resulta gratificante. Si acaso una experiencia
personal: He aprendido que cuando estás con quien, o con lo que, quieres y te
llena, las manillas del reloj corren mucho, pero cada latido de éstas van
llenos de satisfacción, tranquilidad, cariño… Sin embargo, cuando es distinta
la situación en la que te encuentras, esos latidos son más lentos, pero van
vacíos, perdidos, huérfanos…
No me interesan las recetas
de cocina de tres minutos, me interesan las personas que llevan toda su vida
cocinando y sacando a su gente adelante, después de una jornada laboral dura.
Fuera los peinados de tres minutos, y los brownies, y las oraciones. A la
mierda las tesis de tres minutos, los concursos, las visitas virtuales a países
que quiero conocer en directo. Que se jodan las fórmulas de belleza y los
dientes blancos que parecen de plástico. Lo de la historia del sostén sí
resulta interesante, pero eso lo dejaré para otro día.
En tres minutos soy capaz de
demostrar lo que siento por una persona e incapaz de sostener la mirada a
aquella que se empeña en no ver cómo soy. No quiero tus tres minutos para
reproches o consignas. Quiero esos tres minutos para pasarlos junto a quien es
capaz de compartir ese tiempo conmigo.
Qué no daría por poder
compartir ahora mismo unos minutillos con aquella gente que me ha dejado. Pero
no, eso no es posible. Pero sí recuerdo la cantidad de tres minutos de amor,
amistad, felicidad…, que me dejaron mientras estuvimos juntos.
Si tienes tres minutos para
mí, yo los tendré para ti.
Saludos.
¡¡ Ni tres minutos he tardado en leer tu post....!! Tres minutos que a veces es toda una vida...que merece la pena ser vividos. Lástima de aquellos que no son capaces de disfrutarlos.
ResponderEliminarDesde luego es toda una vida, que muchos/as se empeñan en desperdiciar. Peor pa ellos !!!.Gracias por tu comentario Toñi.
EliminarEn tres minutos se pueden sentir muchas cosas, aprovechemos esos tres minutos.
ResponderEliminarSin duda querido amigo. Sin duda. Un abrazo
EliminarTres minutos es, a veces, lo único que hace falta. Yo quiero esos tres minutos junto a una persona querida. Gracias, maravilloso escrito, en su forma y en su fondo. Besos
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Desde luego es un tiempo para no malgastar en gilipolleces. Besos
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