viernes, 23 de octubre de 2015

TRES MINUTOS


Ni se les ocurra buscar en la red todo lo que se puede hacer en tres minutos. Por supuesto, ya sé que tú (permíteme que te tutee), puedes añadir un montón de cosas más. Tres minutos dan para mucho, o para muy poco. Según se mire.
Para ese espacio de tiempo podemos encontrar: recetas de cocina, tesis de universidades, oraciones diarias on-line, peinados, concursos, cómo poner en forma nuestras piernas, visitar virtualmente Perú, avances de series televisivas, cómo conseguir un empleo, belleza, la historia del sostén, cómo hacer un brownie, cómo limpiarte los dientes… En fin, toda una historia lo que se puede hacer en tres minutos. Tres.
Pero, no he encontrado ninguna referencia a lo increíblemente satisfecho que te puede dejar compartir ese tiempo con una persona. A veces solo se tiene la oportunidad de compartir con alguien esos tres minutos. No hay más. Ni menos. Y siempre nos parecerán pocos. Escasos. Muy cortos. Pero si nos detenemos a disfrutarlos plenamente -créanme-, serán intensos.
Y si no, haz el siguiente ejercicio: ¿Cuántos minutos vacíos tienes al día, por muy en compañía que estés? ¿Los cambiarías por estar unos pocos minutos con esa persona que te llena? Pues eso digo yo.
El tiempo, ya sabes, es relativo. Lo que nos fastidia o entristece pasa muy lento. Lo que nos gratifica o alegra, muy rápido. Y todo es mentira, ni lento ni rápido. Pasa y punto. Es nuestra actitud (con c de capullo/a), lo que nos martillea. No sabemos discernir nuestros conflictos con el tiempo. Sufrimos demasiado por su velocidad. No tengo ni idea de cómo afrontar esta cuestión. Por tanto, no esperes ningún tipo de fórmula mágica para acelerar y que pase pronto el que te jode, y ralentizar el que te resulta gratificante. Si acaso una experiencia personal: He aprendido que cuando estás con quien, o con lo que, quieres y te llena, las manillas del reloj corren mucho, pero cada latido de éstas van llenos de satisfacción, tranquilidad, cariño… Sin embargo, cuando es distinta la situación en la que te encuentras, esos latidos son más lentos, pero van vacíos, perdidos, huérfanos…
No me interesan las recetas de cocina de tres minutos, me interesan las personas que llevan toda su vida cocinando y sacando a su gente adelante, después de una jornada laboral dura. Fuera los peinados de tres minutos, y los brownies, y las oraciones. A la mierda las tesis de tres minutos, los concursos, las visitas virtuales a países que quiero conocer en directo. Que se jodan las fórmulas de belleza y los dientes blancos que parecen de plástico. Lo de la historia del sostén sí resulta interesante, pero eso lo dejaré para otro día.
En tres minutos soy capaz de demostrar lo que siento por una persona e incapaz de sostener la mirada a aquella que se empeña en no ver cómo soy. No quiero tus tres minutos para reproches o consignas. Quiero esos tres minutos para pasarlos junto a quien es capaz de compartir ese tiempo conmigo.
Qué no daría por poder compartir ahora mismo unos minutillos con aquella gente que me ha dejado. Pero no, eso no es posible. Pero sí recuerdo la cantidad de tres minutos de amor, amistad, felicidad…, que me dejaron mientras estuvimos juntos.
Si tienes tres minutos para mí, yo los tendré para ti.

Saludos.

6 comentarios:

  1. ¡¡ Ni tres minutos he tardado en leer tu post....!! Tres minutos que a veces es toda una vida...que merece la pena ser vividos. Lástima de aquellos que no son capaces de disfrutarlos.

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    1. Desde luego es toda una vida, que muchos/as se empeñan en desperdiciar. Peor pa ellos !!!.Gracias por tu comentario Toñi.

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  2. En tres minutos se pueden sentir muchas cosas, aprovechemos esos tres minutos.

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  3. Tres minutos es, a veces, lo único que hace falta. Yo quiero esos tres minutos junto a una persona querida. Gracias, maravilloso escrito, en su forma y en su fondo. Besos

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    1. Gracias por tu comentario. Desde luego es un tiempo para no malgastar en gilipolleces. Besos

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