jueves, 7 de septiembre de 2017

RAFAEL FUENTES, GARANTÍA PARA EL PSOE MÁLAGA




               Tuve la suerte de compartir unos años con Rafael Fuentes, en la noble tarea de trabajar por tu ciudad como concejales del Excmo. Ayuntamiento de Málaga. Por tanto, si de aquí en adelante cree que no soy objetivo; sepa que ni lo pretendo. Pero sí quiero ser fiel en el relato de todo lo que significa trabajar con Rafa. Y, por supuesto, de lo que hizo por nuestra ciudad.
               A Rafa Fuentes le tocó ser el portavoz del grupo municipal socialista, en aquellos convulsos años de movimientos de concejales/as. Afrontó el reto sin pensarlo dos veces, asumiendo todo lo bueno y lo malo de la gestión de un grupo con doce concejales/as (legislatura 2007-2011). Posiblemente yo fuese una de las personas que más haya discutido con él. A veces por diferencias en la forma de gestionar cualquier asunto que se tratara dentro de nuestras responsabilidades. A veces, porque su capacidad de trabajo, obliga a hilar muy fino y durante muchas horas. Por tanto, sé de lo que escribo. Nunca impuso su criterio y todo se trataba en reuniones de grupo. De ningún modo tuvo empacho en incorporar cualquier argumento que le mayoría hubiese decidido incluir en la tarea que nos competía. Siempre asumió lo que el consenso había decidido. A veces le tocó defender posturas muy incómodas, pero siempre estaba ahí; dando la cara por un PSOE que se lo requería. Junto a su dirección (que no bajo su dirección), el grupo tomó otros aires y nuevas ilusiones. El ambiente de trabajo se hizo más respirable. Sin duda, porque el carácter de Rafa fomenta este tipo de relaciones.
               Junto a él, aquel grupo municipal socialista escribió algunas de sus mejores páginas. La gestión que se realizaba tenía sus frutos en la ciudad y, pese a las dificultades, se puso muchas veces contra las cuerdas al equipo de gobierno del Partido Popular. Luego, por motivos que no vienen al caso, fuimos defenestrados (unos más que otros), por una dirección del PSOE, que convirtió a este partido en un ente extraño para muchos/as malagueños/as. Y, así nos va.
             Y ahora, Rafael Fuentes ha vuelto a aceptar otro reto: Ser la cabeza visible de los/as socialistas en Málaga. Y les aseguro que, sin desmerecer otras candidaturas, es lo que necesita este PSOE. Por talante, capacidad, preparación, ilusión…, difícilmente se le pueda superar. Rafael sabe lo que es trabajar desde todos los niveles del PSOE. Nunca lo hizo en clave interna (que es un eufemismo para decir que, especialmente, se trabaja para uno mismo). Todo lo hace por la militancia y por los/as ciudadanos/as.
             Les decía que he compartido mucho con Rafael Fuentes. No ha habido colectivo, asociación, agrupación de empresarios/as, cofradías, peñas, vecinos/as…, que no se haya visitado. Y es que ni se imaginan lo conocido que es entre todos los colectivos de nuestra ciudad y gran parte de la provincia. Rafa conoce calles, barrios, distritos, pueblos… Esto es una realidad difícilmente superable. Se necesitan muchos años de pateo para llegar a ello. Rafa, los tiene.
                Ahora la militancia tiene la responsabilidad y el deber de elegir a un/a Secretario/a General. Y tiene que hacerlo tras un proceso de información y reflexión, desde la libertad y sin presiones interesadas. Rafael Fuentes no solo será un magnífico representante de los/as socialistas malagueños/as. Será el reflejo de toda una sociedad que está esperando ese cambio que Rafa significa.
                Suerte a la militancia en este proceso.

miércoles, 28 de junio de 2017

A JUBILACIÓN PERPETUA


Acabo de recibir un correo electrónico, en el que se me informa sobre un acto-homenaje académico que se va a celebrar en la Facultad de Ciencias de la Educación. El texto dice:
CONVERSANDO CON MIGUEL ÁNGEL SANTOS GUERRA sobre su trayectoria profesional y el adiós a la misma que conlleva la jubilación obligatoria y el fin de los tres años de contrato como Profesor Emérito. LA ESTRUCTURA DEL ACTO TENDRÁ CARÁCTER INFORMAL y se articulará sobre preguntas, comentarios, lecturas, manifestaciones y experiencias diversas. LA SESIÓN TENDRÁ LUGAR EN EL SALÓN DE GRADOS DE LA FACULTAD el día 30 de junio, viernes, de 6 a 8 de la tarde”.
Tras la lectura me he quedado un rato pensativo. Se va Miguel Ángel, se va un magnífico profesor, un amigo (no es que yo sea de su círculo más íntimo, pero sí que hemos llegado a profesarnos un gran respeto). En definitiva, dan de baja a una excelente persona y a un profesional que atesora mucho por enseñarnos todavía. Estoy seguro que vía artículos, quizá nuevos libros y seguro que conferencias, nos seguirá ilustrando en muchos aspectos.
No espere leer en estas líneas nada relacionado con su trayectoria profesional, sus títulos, sus acreditaciones, sus méritos, sus reconocimientos, currículum, etc., sería un artículo muy denso y necesitaría muchas, pero muchas páginas. Además, no soy yo quién para hacer una glosa de ese calibre sobre nada, ni nadie.
Conocí al profesor Santos Guerra, en la Facultad. Su exquisito trato personal y las muchas, aunque breves conversaciones, me llevaron a seguir sus charlas, libros y, sobre todo, sus artículos  Su forma de expresar los conceptos, de exponer las situaciones, de dar los giros para -aunque bien centrado en un tema-, ir desgranando otros aspectos de la cuestión; son su marca de la casa. Incluso podría parecer que, a veces, se va de la idea principal. Nada de eso, está todo bien estructurado. Es un acto consciente. Él es así, le gusta abarcar los mayores temas para dejar claro un solo concepto. O usar un tema, para dejar claros muchos más. Quién sabe. Y con esta forma de expresarse consigue que nos peguemos un buen rato sacando conclusiones. Muchas. Es como aquello de matar dos pájaros de un tiro. Solo que en lugar de dos, serían, por lo menos, tres.
 Miguel A. Santos Guerra tiene, además de uno apellidos contradictorios, una enorme sencillez personal y profesional, de ahí que apenas cruzas las primeras palabras con él, ya te ha ganado para siempre. No va de nada y es de los que sabe que cuando llega a una cola, tiene que esperar su turno. Esto que es una obviedad, en el día a día no resulta tan normal.
Como persona comprometida no hay tema que no lo haya tocado en alguno de sus artículos, libros o conferencias. Habla con respeto y, lo más importante, sabe oír. De hecho, muchos de sus artículos han surgido por saber prestar oído a lo que le rodea. De ahí su puntería en los temas que trata. Como profesional de la educación (estoy tentado de escribir la Educación), nos dejará un legado impagable. Es un tipo curioso este Santos Guerra, lo mismo te cuenta cosas sobre Agamenón, que sobre su porquero. Por supuesto, lo hará sin la mínima distinción de clases y siempre deja su opinión y un montón de argumentos para que construyas la tuya.
Pero ahora lo jubilan. Jubilación obligatoria dice el enunciado del acto. Es cierto lo que él dice: “la jubilación debería ser un derecho, pero no una obligación”. Por qué jubilar obligatoriamente a semejante caudal de creatividad. Otros y otras, ya se han tenido que jubilar de esta forma y ha sido una pérdida para una institución como la Universidad o la Escuela. Será extraño verle marchar. Con él se irá parte de lo que también somos. Y como lo van a apartar, me he decidido a intentar hacerle mi propio homenaje. Porque creo que se lo debo y se lo merece.
Hace poco más de un año leí una carta de Miguel A. a sus alumnos y alumnas, en la que les pedía perdón por todas aquellas situaciones en las que -intuía él-, podría haberles fallado. Hay que ser muy grande para escribir algo así. Huelga cualquier otra referencia a este profesional.
 Me decidí a escribir mis primeros artículos gracias a él, incluso en alguno de ellos le pedí ayuda y opinión. Y la obtuve, claro. Ha sido un honor compartir con él este trozo de vida universitaria. Siempre le agradeceré haberme hecho partícipe (algunas veces creo que hasta en primicia), de sus proyectos futuros, y por sorprenderme, alguna vez que otra, ofreciéndome su opinión sobre algo que yo había escrito. Y, sobre todo, gracias por su lucha en que tengamos una mayor y mejor formación para expresarnos (escrita y hablada), para que esta sociedad sea más igualitaria, justa y solidaria. La educación nos hace más libres.
A Miguel A. lo jubilan, pero pienso que él no se jubila (no diré, como obliga a decir a sus oyentes aquél locutor inconsciente y presumido, y persistiendo en el error gramatical: pienso "de que..."), así que seguiremos esperando cada intervención suya, sea por el medio que sea, para seguir disfrutando de sus enseñanzas.

Gracias profesor.

martes, 20 de junio de 2017

LA FRASE



De vez en cuando me gusta discutir. No me refiero a discusiones ofensivas, ni violentas, ni intransigentes. No, así no me gusta. Es más, en esas situaciones suelo bloquearme. Me refiero a dialogar sobre temas que admitan muchas interpretaciones y se pueda valorar la habilidad de tu interlocutor para defender su postura, y, por tanto,  te obligue a ser muy fino cuando te toca el turno de hablar de las bondades de la tuya. En esos casos la discusión es genial. Claro, eso es si tenemos la oportunidad de confrontar las opiniones personalmente. Cara a cara. Si es sobre algo que se ha escrito, la cosa cambia. Y mucho.
Hace poco tuve la oportunidad de leer un artículo, muy bien escrito y con los conceptos muy claros, sobre lo que se publica en las redes sociales. La cuestión iba sobre si lo que se publica en estas redes se asume en su totalidad. Y venía a concluir que sí, que siempre que publicamos algo en las redes sociales, asumimos lo que expresa. Por eso se publica o por eso se comparte. Digo yo. Además también soy de la opinión -tal y como defiende el artículo-, que en cada cosa que creamos (escritos, frases, canciones, comida…), va una parte de nosotros. Se crea a la vez que se ofrece una parte de nosotros. Así que se podría decir que lo postulado en el artículo y mi opinión al respecto, coinciden plenamente.
Sin embargo, hay una frase en él que no terminó de cuadrarme y que me ha hecho reflexionar sobre ello. Por lo visto, alguien mantenía lo contrario. Que lo que se escribe o se publica en general, no significa nada. Que no dice nada sobre quien lo expone públicamente y cosas así. Desde luego, no estoy de acuerdo con esta última tesis, pero me ha hecho pensar al respecto.
¿Nos están juzgando por lo que publicamos? Parece obvio que sí. ¿Nos definimos cuando publicamos algo? Pues también. Pero, qué hay de lo que interprete cada uno sobre lo que publicamos.
He publicado muchas cosas. Frases, fotos, artículos, música, vídeos… Todos porque me han apetecido compartirlo, y sin duda, todos dicen algo de mí. De mis preferencias musicales, de mi filosofía de vida, de mi concepto sobre cómo debería ser tal o cual cosa… Yo sé lo que quiero decir y porqué quiero decirlo. Lo que no sé, ni sabré nunca, es qué ha interpretado quien lo lee. Y, por supuesto he sacado mis conclusiones sobre las redes sociales: Si quieres conseguir lectores, no uses las redes, bastará con que cambies la foto de tu perfil y se llenará de “me gusta”. Escribe un artículo comprometido y, con suerte, te leerán un pequeño grupo de incondicionales. Punto.
Recuerdo que una vez escribí un artículo sobre los malos tragos que, de vez en cuando, nos da la vida. De lo aleatorio que es todo. De que en cualquier momento te puede tocar lo que yo definía como: “La Ruleta de las Flechas”. Dediqué medio artículo a justificar porqué reflexionaba sobre este tema. Incluso llegué a decir que no era nada particular. Afortunadamente. Pues bien, más de uno me llamó preocupado por si me había pasado algo. Cosa que agradecí, pero que también me indicó lo mal escritor que soy. Cosa que yo ya sabía, por cierto.
En fin, no les canso más. Supongo que publicamos cosas dependiendo de muchas circunstancias. Juzgar a las personas, o atribuirles una intencionalidad determinada, por el mero hecho de conocer lo que publica en las redes sociales, es una gilipollez tan grande, como pensar que lo que publicamos o compartimos, no va con nosotros.

No saquemos las conclusiones tan a la ligera porque nos puede ocurrir como a ese que le preguntó a su amigo que a qué se dedicaba, y este le contestó que era intérprete, porque uno le decía una cosa a él y él se la decía a otro. Pues bien, con está explicación sacó la conclusión de lo que realmente era: Un chivato. 

lunes, 24 de abril de 2017

EL METRÓNOMO



         El desarrollo turístico de nuestra zona tiene una deuda pendiente con los músicos. En la década de los 60, 70, 80…,  no había un hotel, bar, club, etc., que no tuviese su orquesta. Sobre todo en verano. Los músicos en aquella época, además de eso, se convertían en una especie de relaciones públicas del establecimiento, y con esa actitud hacían la estancia de nuestros visitantes un poco más cálida. No en vano uno de los slogans de aquella época era: “Al turismo, una sonrisa”, que tenía cierta seriedad. El otro que recuerdo decía: “Papá ven en tren”, que teniendo en cuenta lo que había por nuestras vías, era una tontería.
A pesar de la gran oferta de locales de ocio existentes, el trabajo en el escenario nunca fue fácil. Se debía compaginar con otros tablados más efímeros: Ferias, bodas, verbenas, bailes de tele-club… Fuimos muchos los que empezamos a ganarnos unos duros haciendo aquello que nos apasionaba: Hacer música. Y así nos pegamos muchos años.
Entre tanto vinieron varias crisis y el consiguiente cierre de locales y reducciones de personal. Por supuesto la orquesta era lo primero que se quitaban de en medio. Aunque los músicos también tuvimos mucha responsabilidad en lo ocurrido. Empezaron a surgir los primeros acompañamientos automáticos de bajos y baterías (adiós a estos instrumentistas). No obstante, algunos vieron una oportunidad de deshacerse de compañeros de toda la vida con la excusa de asegurarse el currelo. Desde luego era más fácil trabajar uno o dos músicos, que cuatro o cinco, pero el fin nunca justifica los medios. Pero no es de este tema el que quería reflexionar; De las humedades hablamos otro día.
Las vacas flacas siempre pillan al personal fuera de juego. Nadie ve venir el desastre hasta que lo tiene encima. Así que los músicos hemos sufrido unas etapas de selección tremendas. No solo había que actualizar constantemente el repertorio, los instrumentos y el vestuario; también había que hacerlo con los ánimos y la formación. Todo en un contexto muy difícil y duro. Un bolo podría suponer 4 ó 5 horas de música real, pero a ello hay que añadirles el tiempo del transporte, el montaje de los instrumentos y sonido, el de actuación propiamente, el del desmontaje y el del viaje de vuelta. Así tenemos que, de esas pocas horas de trabajo ante el público, nos vamos fáciles a las 12 -14 horas/día. Por supuesto, cobrando un puñado de higos, una vez descontada la comisión y el transporte.
En estas circunstancias hemos realizado nuestro currículum muchos de nosotros. Y dentro de esta historia hubo quienes llegaron a darle tanto a la música, que se olvidaron de ellos. De tanto medir el tiempo musical, se olvidaron del suyo vital.
Recientemente hemos tenido que asistir a algunas situaciones muy desagradables. Gente que dio su vida por la música se ha marchado en condiciones muy precarias. Lástima.
Les decía que el desarrollo turístico de nuestra zona tiene una deuda pendiente con los músicos. Pero no la va a pagar. Nadie se acuerda ya de nosotros. Seguramente en sus terrazas y salones haya música anunciada como en directo. Pero nosotros sabemos que eso no es así. Ya casi no hay directo, si acaso una voz y poco más. A veces, ni eso. Increíble.
Si queremos dejar de ponernos las manos en la cabeza cada vez que una desgracia personal nos recuerde las tristes situaciones que a algunos músicos les toca vivir, tendremos que ser nosotros -los que por ahora quedamos-,  los que tengamos que mitigar el sufrimiento de esos compañeros que, a pesar de ser unos grandísimos músicos, no pudieron o supieron medir el tiempo.
No hablo de caridad, ni de limosna, sino de compañía, afecto, amistad, ayuda en la búsqueda de recursos, etc. En definitiva, de poner en funcionamiento aquello que, en su día, se intentó iniciar con el apoyo y trabajo de nuestros recordados Miguel Alberca y Didi.
Venga, pongámonos en marcha: tac, tac, tac, tac…


miércoles, 19 de abril de 2017

EL TRABAJO DE LAS PEÑAS Y OTROS COLECTIVOS SOCIALES



         Quizá se tenga la tentación de identificar a una peña, centro cultural, casa regional, etc., con un colectivo que vive exclusivamente para su interés. Nada más lejos.
         Tuve el enorme honor de conocer a este colectivo y trabajar -en la medida de mis posibilidades-, con ellos. Con esos hombres y mujeres que estaban y están empeñados en conseguir una sociedad mejor y más solidaria; donde las tradiciones puedan encontrar un lugar en el que seguir perdurando. Cruces de mayo, certámenes de copla, de malagueñas, de saetas, pregones de Andalucía, de Semana Santa, concurso de belenes, pastorales, coros, murgas para nuestro Carnaval… Todo sin olvidar a nuestros mayores, las comidas fraternales, las excursiones culturales, etc.
         Entrar en la sede de cualquiera de estos colectivos es sentirse en casa. El buen ambiente, la amistad, la charla sincera, son señas de esta gente que decide formar parte de un colectivo para hacer una Málaga más auténtica.
         Sin embargo, hay quien quiere utilizar este potencial para hacer una especie de carrera política. Gran error, la política es una cosa, muy digna, y la dirección de estos colectivos es otra, igualmente muy digna.
         En este último par de años hemos asistido a un lamentable espectáculo que, a ojos del colectivo de las peñas, casas culturales y centros regionales, ha dejado mucho que desear. Un cruce de denuncias -que a todas luces se conocían sin base justificativa de su veracidad-, ahora han tenido esa resolución final de un juzgado de la ciudad: De lo denunciado no hay nada.
         Tremendo. Una junta directiva de la federación de peñas, centros culturales y casas regionales de Málaga, que durante años entregó: su tiempo, su trabajo desinteresado y, en ocasiones, hasta su dinero, se vio involucrado, usando la figura de su presidente, su secretario y su tesorero, en un cruce de falacias que alguien, interesadamente, maquinó para beneficio propio. Las peñas, centros culturales y casas regionales de Málaga, no se merecían esto.
         He visto, y he sufrido con ese colectivo los efectos que esa jugarreta ha ocasionado en esas personas. El carácter jovial y de camaradería se volvió huraño e individualista. Afortunadamente, se pudo salir de esa espiral.
         Ahora esa Federación tiene, de nuevo, la oportunidad de renovar unos cargos que dirijan las actuaciones de un colectivo tan importante para Málaga y sus barrios. Deseo que sepan acertar en la persona adecuada para ello. Ésta tendrá que formar un equipo que esté libre de cualquier deseo de hacer otra carrera que no sea luchar por nuestras tradiciones y dignificar al colectivo. Es más, no creo que ninguna persona (y digo ninguna), que haya estado a la sombra de la artimaña de las denuncias a la anterior Junta Directiva (no nos engañemos, se personalizaba en su presidente, secretario y tesorero, pero se juzgaba algo más), deba estar en esta nueva etapa que se abre para nuestras peñas. Cuando se conoce de una injusticia, no se puede mirar para otro lado.
         Jesús Gonzáles, Tomás Carmona. Salvador España. José Dominguez, Miguelo, Paqui, Victoria, Chari, Mari Pepa, Juan Carlos, Antonio Villa, Esteban, Miguel Huertas…, sin olvidar a: Rafael Fuentes (padre), Keka y Manuel Melgar, se han ganado un lugar en el reconocimiento de todos los malagueños, por todo lo que nos han dado.
         Gracias por aquel trabajo tan digno que hicisteis.

No me resisto a terminar sin usar una frase de Edmund Burke; “Lo único que necesita el mal para triunfar en el mundo, es que los buenos no hagan nada”.

jueves, 26 de enero de 2017

ALGO SE MUERE EN EL ALMA…



         Algunos tenemos la suerte de trabajar entre amigos. Ya saben, eso de: Estimado compañero y, sin embargo, amigo. Ese es mi caso, aunque lo malo de todo esto es que cuando llega la hora de jubilación (como es en este caso, que es el mejor), se te va un amigo. Amiga en este caso.
         Nos conocimos un día de octubre del año 1992. Y según me confesó, había llorado porque yo llegaba a hacerme cargo del servicio. Alguien (conocida), le había contado que llegaba el lobo. Bueno, esto no merece la pena seguir con ello puesto que el tiempo, puso a todos en su lugar: A aquella, a nosotros y al lobo. Encontré en ella una aliada incondicional, al igual que en todos con los que en aquella mañana de octubre de hace muchos años, tuve el gran honor de formar equipo.
         Podría contar mil anécdotas que nos han ocurrido a lo largo de estos años, pero no es lo que quiero reflejar en estas líneas. Mari Carmen, o “La Rojas”, como así la llamamos sus amigos, es una persona peculiar. Como buena castellana no es un desecho de cachondeo, pero sí tiene mucha guasa. Es de este tipo de personas que hay que entender, igual que ella nos entiende a los demás. No esperes de ella, si no lo siente así, una aceptación de tus tesis. Ella tiene las suyas y de ahí no la baja nadie.
         Trabajadora incansable y, compañera y amiga de las de fiar. Habrá atendido en estos años que llevamos juntos, a miles de estudiantes que han pasado por las Facultades de Psicología y Ciencias de la Educación. Nunca tuvo una mala gestión con nadie. Lo ha pasado mal en algunos momentos pero supo reponerse a miedos infundados e intentos de amedrentamiento.
         Y ahora, después de tantos años; nos va a dejar. Se ha ganado a pulso una jubilación que piensa disfrutar a tope. Y a nosotros, al resto de mortales que tendremos que seguir currando algunos años más, nos priva de sus cosas. La echaremos de menos. Seguro. Y no sólo nosotros, los más cercanos a ella, también gente que ella ni se imagina que la aprecia. Pero es así, Mari Carmen Rojas, es durilla hasta para no ver lo que es evidente en muchos casos.
                  Ha sido un honor compartir contigo tantas horas de trabajo y de lucha por unas Facultades que hemos hecho nuestras, más allá de lo que deberíamos. Has recibido tu sueldo mes a mes, faltaría más, pero le has dado a esta Universidad mucho más de lo que ésta te ha dado a ti. Lamento no haber podido o sabido encauzar debidamente, como es mi responsabilidad, la demanda de espacio, las condiciones de trabajo, y ese frío que cada invierno has venido soportando, sobre todo en los pies, mientras otros han estado y siguen estando, confortablemente en sus servicios. Ahora nos lo vamos a repartir los que quedamos. Igual que nos repartimos el de Vicente y Maruja (te acuerdas cuando te dije un día: Mari Carmen y esta María Guerrero, que lleva unos días sin venir a trabajar quién es). No tenía ni idea de que Maruja, nuestra Maruja, era la persona que me faltaba. Ese día me enteré de que las Marujas, son las Marías. En fin, insisto: Te echaré de menos. Te echaremos de menos. No lo dudes.
Ya ves amiga. Se han cambiado las tornas. Cuando llegué lloraste, y ahora que te vas, parece que me va a tocar el turno a mí.

         Disfruta de tu tiempo.