martes, 24 de enero de 2012

PROHIBIDO LAVARSE LOS PIES... Y LAS MANOS

            Tengo la manía de ir observando todo aquello que me rodea. No digo que sea un tipo muy espabilado. En absoluto. Pero sí observador. Algo es algo. Así que, por esta circunstancia, me suelo encontrar cuestiones que son, cuando menos, algo raritas.
            Resulta que no hace muchos días entre al baño de un bar de estos que se consideran, de carretera, y entre las muchas cosas que llamaron mi atención hubo una que me puso a cavilar: Un folio con un texto escrito en francés, que pegado al espejo del lavabo anunciaba la prohibición de lavarse los pies (interdit laver leurs pieds). Debajo de la escritura mecánica, a bolígrafo, alguien había escrito una frase en árabe. Ni idea de si era la traducción del texto, u otra cosa. Yo también me quedé con las ganas de escribir algo en español. Y no precisamente lo que significaba aquello.
 Y digo yo que si tanta gente se lava los pies en ese bar como para poner un cartel prohibitivo ¿No sería mejor instalar un sanitario adecuado para ello? ¿Qué pretenden, que laven sus pies en la taza del inodoro? Poner un cartel con esa prohibición, en mi opinión y en el mejor de los casos, sólo consigue dos cosas: cabrear a aquellos que su religión les obliga a realizar sus abluciones, y quitarnos las ganas de usar el lavabo a aquellos que no tenemos que hacerlas.
Así están las cosas. Hay quien gusta de, a base de prohibir en lugar de resolver, no adaptarse a la realidad.
Ignoro la efectividad del folio sobre el espejo del lavabo respecto de los usuarios que se lavan los pies. Será cuestión de preguntarles un día de estos a los propietarios del bar. Y si, por casualidad, hubiese surgido efecto, propongo que en los aseos de todos los bares, hoteles, transportes públicos, centros oficiales, ayuntamientos, diputaciones, ministerios, sindicatos, partidos políticos, asociaciones…, y que son usados por aquellos que han tenido, o tienen la responsabilidad de gobernar, dirigir o gestionar; se pongan folios en los espejos de los lavabos que contengan la siguiente leyenda: Prohibido Lavarse las Manos.
            Así están las cosas. Hay quien gusta de, a base de emular a Pilatos en los pulcros aseos del poder, no adaptarse a la realidad y dimitir por el bien de todos