viernes, 30 de septiembre de 2011

COSAS QUE PASAN

            A Juanito le han preparado una mochila con todo lo necesario para asistir a clase. A juzgar por el volumen y peso de ésta, el colegio debe estar situado en una cota de siete mil metros sobre el nivel del mar. Por lo menos.
Sus padres le han privatizado el colegio sin decirle ni pío. De momento, los niños y niñas del nuevo cole le son desconocidos. Respecto a los profes y seños, dependerá de ellos. Unos alcanzarán el rango de amigos y otros se empeñaran en mantenerse como perfectos desconocidos. Para colmo, se chupa todos los días en autobús un montón de kilómetros. Autocar escolar que de no ser por el conductor que les hace reír, parecería un transporte de maniquíes. Manolo, que así se llama el chófer, tiene una forma peculiar de anunciar cada parada: “Residencia de los señores de la barriada tal”. “Parada para los Duques de la barriada de cual”. “Complejo residencial de los Condes de la avenida de tal y cual”. Mientras bajan, les dice: Ánimo chaval, y aprovecha que no todos pueden subir a este vehículo. Cuando ve a otros niños cargados y andando, ya no sonríe, y en más de una ocasión le han oido murmurar algo que no se llega a entender totalmente, pero que termina diciendo: “vaya mierda”.
            Juanito, respecto a las instalaciones del nuevo colegio dice que son mucho mejores que las del año pasado. Pero insiste sobre el asunto del bus. Y es lógico, el viajecito le roba la única hora de juego que tenía el curso pasado para disfrutar con sus amigos. De todas formas, está convencido que pronto descubrirá lo maravilloso que es su nuevo cole. No en vano sus papás le cuentan, a todo el que se pone a tiro, la suerte que han tenido de pillar una plaza en este colegio que: “es caro pero merece la pena”. Y cree que el gasto por el que presumen sus padres se debe al consumo del gasoil.
          También ha oído que en este nuevo colegio le van a enseñar idiomas, a planificar sus tareas, a organizar el tiempo de estudio y varios deportes. Todo, a condición de que vaya perfectamente uniformado. Aunque todo eso ya lo tenía el año pasado, y además, le explicaban para qué le serviría. El uniforme era la equipación de su equipo favorito que se ponía para hacer deportes.
Juanito recuerda muy bien su antiguo colegio, pero nunca vió ese berenjenal en el que, según ciertos padres y maestros, por lo visto se metían algunos profesores. Sobretodo, aquellos que enseñaban de otra forma. Que sometían temas a debate y discusión. Aquellos de los que todos aprendían más, incluídos aquellos que con otros profes los demás niños se reían de ellos. Ahora, en este nuevo colegio, tiene un tutor que les reclama atención tocando el silbato, eso le molesta mucho, pero intuye que es mejor no decir nada.
            A pesar de todo, Juanito está casi convencido de que el nuevo colegio será algo especial. Al menos para sus padres. Éstos no paran de decir que tenían muchas ganas de que empezara el colegio, y cosas por el estilo. A él sólo le falta por asimilar los beneficios de acarrear tanto peso, y de estar tragando saliva desde que se levanta  hasta la hora de comerse un bollito con crema de cacao. Si al menos tuviera tiempo de tomar un vaso de leche por las mañanas, como en los anuncios, otro gallo cantaría.
            Seguro que la culpa es de la TV que termina muy tarde, y claro, sus padres y él tienen mucho sueño. Por lo demás, ya les digo, Juanito intuye que el cambio de colegio es algo bueno, sólo espera que algún día se lo expliquen. Quizá entre anuncio y anuncio. Quizá.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

MÚSICA MAESTRO

Ha llegado a mis manos la copia de un examen, que por lo visto anda dando vueltas  por Internet. Quizás algunos de ustedes lo conozcan; Se trata de un control de música que tuvo que hacer un alumno de la E.S.O. No se indica el colegio ni la ciudad, aunque esto es irrelevante.
El caso es que, al parecer,  ese examen existe de verdad, y de ello dan fe las palabras del anónimo remitente: “Aunque penséis que es un invento, os aseguro que nadie tiene tanta imaginación para idear esto... y tengo la copia del original del examen que da fe de todo lo que aquí se relata”.
Como comprenderán, después de tan interesante introducción es difícil abstenerse a la lectura del texto íntegro. No viene al caso reproducir aquí todo el ejercicio, pero para que se hagan una idea, aquí tienen algunas preguntas y sus respectivas respuestas (con sus faltas de ortografía incluidas que pondré en entrecomillados para no generar dudas):
Pregunta 1: La orquesta: definición, esquema de distribución de los instrumentos y criterio de colocación de estos instrumentos.
Respuesta: La orquesta es cuando se "guntan" mucha gente que toca, y toca la musica. Los instrumentos se colocan unos delante y otros detras y eso depende del tamaño, por ejemplo la gaita se coloca siempre delante.
Pregunta 3: Beethoven.
Respuesta: Este era un señor sordo que compuso la letra de Miguel Rios o sea el Hino de la Alegria. Pero cuando la "izo" no era de rocks. Daba muchos conciertos en la epoca de Franco y hizo tambien “Para Luisa” que no tiene "paranjon" en la historia de la musica...
Bueno, pues lo dejamos aquí. Hay tres preguntas más, cada una de ellas contestadas de oído, pero no sin falta de ingenio. Por ejemplo: el alumno da la definición de un tenor, diciendo que "es un cantante como Placido Domingo". También dice que un villancico "es lo que se canta en Navidad cerca del árbol", y hace correcciones al texto de la pregunta, apuntando que: "creo que ay un despiste en la pregunta, no es música barroca.  Me parece que es la música marroca... es la de los moros de Marruecos".
Les confieso que le primera vez que lo leí me resultó divertido. Pero, ha sido en segunda lectura cuando me ha producido pena. Mucha. Y no puedo por menos que hacerles partícipe de las dudas que me asaltan. 
A saber: ¿Tiene derecho este profesor a difundir semejante cuestión aunque sea de forma anónima? ¿No hubiese sido mucho mejor que se hubiese asegurado de que sus alumnos (que ése alumno), asimilaban todos los conceptos, y de esa forma, evitar respuestas de este tipo? ¿Se le explicaron bien las cosas a ese chico? ¿Podría tener el alumno problemas de aprendizaje, o cualquier otro que le impida ir al ritmo de los demás?
 Podríamos seguir haciéndole preguntas a este profesor sobre: motivación, pedagogía, desarrollo, procesos de aprendizaje, situación social y entorno familiar del niño, etc. Pero... como van a quedar sin contestar, nos las ahorraremos.
Vuelvan a leer las preguntas y sus respuestas, y verán que, a poco que se le hubiesen explicado las cosas a este alumno, habría realizado un examen bastante aceptable.
Más preocupante hubiese sido si el estudiante respondiera que “La Orquesta es... no sé lo que es, pero como me suspendas mi padre te va a dar un puñetazo que te vas a enteraro que “Beethoven fue... no sé quien fue Beethoven, pero sí sé que se quedo sordo; lo mismo que te pasará a ti como me suspendas y te pille mi primo de Zumosol
Probablemente ante respuestas de este tipo, el alumno habría sacado un aprobado por los pelos, y nada de reproducciones en Internet para que la peña pseudo-cultural se muera de risa. 
En fin, dice que conserva la copia del examen. Pues bien, que no la destruya. El alumno seguro que aprenderá y hasta él mismo se podrá reír de sus respuestas. No se le podrá negar que hizo un intento de supervivencia digno de aplaudir. No se dio por vencido y trató de echarle un par de eso al asunto. No hay nada de vergüenza en defenderse como gato panza arriba.
La vergüenza, la gran vergüenza, la tendría que pasar el propio sistema educativo y la gente que se parte el culo de risa con asuntos de este tipo.
Para rizar el rizo, al final del vergonzoso folio, que ese maestro reproduce por la red, se añade una nota a pie de página que dice: Nota: FUE A PROTESTAR PORQUE LE SUSPENDIERON.
¿Ven?, ahí el alumno se equivocó. Protestar sí, pero no porque le suspendieran, sino porque (igual esto pudo ocurrir), los profes de lengua y música, no le hacían ni puto caso.
¿Les gustaría que este tipo fuese el profesor de sus hijos?
A mí tampoco

martes, 27 de septiembre de 2011

CORAZÓN PARTÍO (2001)

No quiero ni imaginar lo que se hubiera formado, si en plena actuación un artista del gorgoriteo, de los que hemos encumbrado a la fama, cayese fulminado en el escenario. Seguro que las ambulancias de las localidades cercanas emprenderían una loca carrera para disputarse el honor de llevar en su camilla a tan distinguido personaje.  Habría sido tal el movimiento de teléfonos móviles del  representante artístico, del representante discográfico, de los medios de comunicación, del empresario contratante, de los ilustres invitados, etc. etc.; que en pocos minutos, y por tierra, mar o aire, esa persona habría sido evacuada a un centro donde se le podría haber prestado una atención más completa que la de certificar su fallecimiento.  Pero no me vayan a mal interpretar, que todo eso -y más si hace falta-,  por supuesto, están  bien empleados si al final logramos salvar una vida. Pero claro, lamentablemente la cosa cambia cuando estas cosas ocurren personas que no están en el mundo del famoseo.
“El cantante de una orquesta muere en plena actuación”. La noticia la oí un domingo en la radio y el lunes tuvo su reflejo en la prensa. Creo que el cúmulo de malas actuaciones que se dieron en el caso este joven difícilmente hubiera ocurrido en otras circunstancias. Aunque esto no puede significar, en modo alguno, que por el hecho de no ser famoso, por aquí dejamos a la gente anónima sin asistencia. Un yuyu le toca a cualquiera, la diferencia se constata al final del proceso; Unos la palman en el camino y otros salen del centro de asistencia entre palmas.
Y otra cuestión diferenciadora es el tratamiento en los medios de comunicación   Para empezar, si el cantante fallecido hubiese sido conocido,  las cadenas de televisión nos lo habrían contado cientos de veces. Las emisoras de radio se habrían lanzado rápidamente a recordarnos toda la discografía. Las revistas especializadas en la cuestión ya tendrían preparadas ediciones especiales para las próximas semanas. Incluso tendríamos un desfile de modelitos aprovechando el sepelio.
Sin embargo, a nuestro cantante desconocido lo hemos despachado con unas quejas sobre el mal funcionamiento de los servicios, unas notas en radio y prensa, y... va que chuta.
Su entierro habrá sido de lo más normal, y los asistentes, probablemente no sean compañeros del mundo de la música. Aunque les aseguro que sí los tiene. Compañeros que semana a semana se patean las carreteras comarcales, nacionales y de todo tipo, para cumplir un contrato. Caras conocidas de bocadillos de madrugada en los bares de carretera. Músicos de locales de ensayo donde, como sardinas en lata, se reparten las miserias y los días para ensayar. Hombres y mujeres de carga y descarga de todo el material necesario para poder actuar (amplificadores, bafles, instrumentos, herrajes, luces, trajes…). Compañeros de viaje, muchas veces hacinados en furgonetas y jugándose la vida en cada curva. Gente que vive a la espera a una llamada de  los representantes artísticos para conseguir un contrato del que le  tendrán que abonar una usurera comisión…
En fin, ustedes podrán pensar que musicalmente hay muchas oportunidades para poder demostrar la valía de cada cual. Pero con unos representantes artísticos que salvo muy contadas excepciones entienden de música lo que de fútbol los presidentes de clubs, y que más que promocionar lo que hacen es hundir la profesión. O con unos intrusos que llevan toda la música grabada y ellos sólo ponen la cara, apoyados por un público que se impresiona más con la promoción y propaganda que traen los artistas que con la calidad que éstos demuestran en el escenario; es difícil abrirse camino.
El caso es que para nuestro cantante desconocido se han acabado las interminables horas de ensayos y de viajes. También se le han terminado las largas noches y las eternas madrugadas. Lamentablemente, también han concluido sus ilusiones y esperanzas. Seguramente, como todos hemos hecho, cuando su orquesta lograba terminar el montaje de una canción de actualidad todos se sentían muy satisfechos.
Pero, joder. Nunca el título de una de ellas fue tan premonitorio. Un joven ha quedado con el corazón partío en el escenario.

lunes, 26 de septiembre de 2011

LA SRA. THATCHER Y EL GOL DE ZARRA (1999. Pinochet se va de rositas de Inglaterra)

          Que el general Pinochet salía de Inglaterra volando, no se le escapaba a nadie. Que se le va a juzgar en Chile por todas las atrocidades que ha cometido; no se lo cree ni el que asó la manteca. Y, que si nos hemos creído que ha estado en la isla retenido como un preso, es como para que nos corran a gorrazos por todo el Bulevar del Guadalmedina, o en algunos de esos seis tramos que dicen que tendrá. Veremos. O mejor dicho: No lo veremos.
            En el casi año y medio que el general chileno se ha pasado en Inglaterra ha tenido tiempo de hacer cantidad de cosas. Es un período ideal para realizar un buen curso de inglés, para relajarse con largos paseos, para leer, y hasta para homologar el permiso de conducir y poder utilizar su silla de ruedas por la acera de la izquierda.
          Pero sobretodo, ha tenido tiempo  de jugar al bridge y tomar el té de las “five o`clock” en varias ocasiones con su amiga la Sra. Thatcher. De lo que no ha tenido tiempo es de arrepentirse de nada.
            Tiene cojones la cosa, nosotros preocupados por la cantidad de recursos, denuncias, órdenes y contrarecursos que nuestro juez Garzón  -que ya es como de la familia- ha tenido que redactar, y el pájaro de Pinochet tirándose la vida padre en la isla. Ya me imagino la escena: El general contándole a la Thatcher, entre paso y paso de la cueca -que es el baile popular chileno-, cómo recibió la orden de arriba, de más al norte, para bombardear el Palacio de la Moneda, y, de paso, asesinar a la persona que lo nombró en 1972 Jefe del Estado Mayor y comandante en jefe de la Fuerzas Armadas. Y la Sra. Thatcher -mientras se acomoda el bolso estilo Srta. Pepis en el regazo y se aplica otra dosis de laca en el pelo-, le explica al Dictador cómo se las apañó para dejar a su patria como un solar (casi todo lo público privatizado, debilitó a los sindicatos, redujo los salarios, y dejó hasta tres millones de parados). Al final le pasó como a Al Capone; cayó por los impuestos.
            El resto de la historia ya la conocen ustedes: El general ha volado y ha andado, tras un viaje milagroso vía Lourdes como dice mi amigo Miguel Angel Santos. Mientras, su voluntaria social; la “Dama de Hierro” (a la que, de vergüenza, se le ha debido caer un trozo de la cara), ha aprovechado el pedacito de metal para regalarle una placa conmemorativa de la batalla de Trafalgar como símbolo de la nueva batalla ganada contra los españoles.  Pues, para que se entere la baronesa Margaret: De no haber sido por el almirante francés Villeneuve -el rapidillo-, probablemente otro gallo habría cantado.
De todas formas, si de lo que se trata es de regalar placas conmemorativas, propongo una suscripción popular para enviarle a la Sra. Thatcher, una con la reproducción en relieve de la  fotografía del gol de Zarra. Eso sí que fue una victoria. Lo demás son batallitas.
Será hija de la Gran Bretaña la tía.

UNA JAULA DE LOROS

            No es que uno reciba mucha correspondencia que digamos. Ya me gustaría. Vamos, correspondencia, lo que se dice correspondencia de puño y letra, prácticamente ninguna. Todo se reduce, imagino que como a la mayoría de ustedes, a folletos publicitarios, avisos de pagos, comunicaciones de los bancos que únicamente valen para justificar comisiones, y pare usted de contar.
 Sin embargo, hace pocos días recibí una carta que me dejó un tanto descolocado. Una vez leída les confieso que mi primera reacción fue mirar el destinatario de la misma un par de veces. Pero no, no había duda: era para mí.
La misiva cumplía todos los requisitos exigibles a cualquier carta que se precie. Es decir, el conjunto estaba formado por un sobre normalizado, un sello de 35 pelas, una postal en su interior -con la foto de un gato que se dispone a escribir sentado en un columpio-, los datos del destinatario señalados con claridad y, lo más importante, un texto escrito. Pero nada de muchas letras. Qué va. Tampoco empezaba diciendo: Espero que al recibo de ésta bla, bla, bla. Ni hablar del peluquín. Se podría haber escrito más extenso pero no más claro: “Gracias por escuchar”. Sí, eso era todo lo que había escrito; gracias por escuchar. Ya ven, sorpresas te da la vida, me daban las gracias por escuchar. Por nada más y nada menos, que por escuchar. Bonito ¿verdad?
Estamos tan poco habituados a practicar la virtud de escuchar que cuando lo hacemos hasta nos lo agradecen. Es como si sólo nos interesara hablar y hablar. Ser los protagonistas, el centro de atención. Qué tonto somos. Hasta la televisión, que más que prestarle oídos parece que se los hemos regalado, nos bombardea con anuncios tipo: Lo importante es poder hablar.  No lo pienses, háblale. Etc.
 Rizando el rizo, nos ponen anuncios de vacas que nos hablan sobre el tipo de leche que debemos consumir. A bebés que hablan sobre las cualidades de los jabones. Y como remate a la locura total, jíñate, hay uno de un niño al que sus profesores castigan por hablar sobre lo que le costó el coche a su papá. Al chaval, ni lo escuchan ni le dejan hablar. Hay que joderse. Hablar, hablar y hablar, pero sobre todo; no escuchar.
Sería buena idea que empecemos a ejercitar este arte ¿Se escuchan las parejas, los compañeros,  los amigos? ¿De verdad escuchamos a nuestros hijos? ¿Escuchan los maestros a sus alumnos? ¿La Administración a los maestros?
Para escuchar realmente, hace falta mucho más que un par de orejas. Tampoco hay que esperar  que se dirijan específicamente a nosotros para que escuchemos. Ni siquiera el mensaje tiene que ser platicado, hay gestos y miradas que hablan por sí solos. Depende de nosotros querer escucharlos o no. ¿La señora mayor que sube al autobús donde están todos los asientos ocupados, tiene que verbalizar la necesidad de ir sentada?
Para que se produzca una comunicación básica, al menos necesitamos un emisor y un receptor. Difícilmente se podrá establecer una comunicación racional entre dos emisores, incluso si uno de ellos está callado. El hecho de estar en silencio no nos convierte necesariamente en receptores. Las cosas no siempre son lo que parecen ¿Somos más cultos por pasear un libro bajo el brazo? ¿Es mejor padre quien sólo ejerce autoridad con su hijo? ¿Un buen maestro es aquel que mantiene en fila y en silencio a los alumnos? ¿Son nuestros adolescentes violentos por llevar el pelo corto y pendiente?
Lo que importa es nuestra disposición a ser receptores, a escuchar el mensaje con atención, a tener paciencia cuando escuchamos. De lo contrario nos puede ocurrir como a aquél que explicaba en qué consistía su trabajo de interprete: “Tú me dices una cosa a mí, y yo se la digo a aquél”, en ese punto y sin más le dijeron: Tú lo que eres, es un chivato.
Si escuchamos, descubriremos que hay otros que también tienen cosas que decirnos.
¿Mande?

viernes, 23 de septiembre de 2011

SPAIN IS DIFFERENT (2000. Historia de un cartelito)

Verán ustedes, según se va hacia Torremolinos, casi llegando, hay una oficina de venta de pisos. Bien, pues en la puerta de la misma han colgado un cartel, enmarcado y todo, donde en español e inglés, se indica que esa oficina no es de información turística. Haciendo una traducción literal del texto en inglés, la frase resulta más rotunda y desagradable, más o menos viene a decir; Esta oficina no es para dar ninguna información turística.
Miren, no me gustaría que crean que tengo algo en contra de la oficina de venta de pisos en cuestión. Sólo sé de ellos que sí construyen pisos, porque lo dicen y que no dan información turística, porque también lo dicen. No obstante tengo mis dudas sobre si en esa oficina sirven o no bocatas de calamares, ya que, si bien es cierto que no lo dicen, tampoco lo desmienten. Pero ésas son otras cuestiones.
A mí lo del cartelito es lo que me hace maldita la gracia. Llevo viéndolo durante un montón de meses y cada vez me parece más ridículo. No sé, qué quieren que les diga. Es como si a los quioscos de la O.N.C.E. les cuelgan carteles diciendo: este quiosco no es para vender ningún tipo de helados.
Desde luego estamos faltos de imaginación. Me contaba un amigo y compañero, que un Decano de una Facultad, en no recuerdo bien qué Universidad de Madrid, mandó reponer todo el césped que los peatones habían pisoteado, y una vez que la gente volvió a pisotearlo hizo que, justo por ahí, se construyeran caminos peatonales. A pequeños problemas grandes soluciones.
No digo yo que el vendedor de dicha oficina, que obviamente no está ahí para dar información turística, tenga que tragarse a una caterva de guiris y no tan guiris preguntándole dónde se toma el autobús para ir a Marbella, por muy a diez pasos que se encuentre la parada del BUS.
El hecho de colgar el cartel me hace pensar que los turistas se dirigen a esa oficina para demandar planos, horarios de transportes, folletos, etc. y además en cantidad suficiente como para colapsar las gestiones de venta de los pisos. Pero eso no justifica colgar el cartel espanta-turistas. No parece la solución más adecuada. Quizás sí que los constructores pongan en conocimiento de los responsables municipales la situación creada, (es posible que esto haya ocurrido y no les hacen ni puto caso, de ser así deberían colgar otro cartel diciéndolo). También podría haber ocurrido que algún responsable municipal hubiese visto el cartel, que seguro que lo han visto, y no ha hecho nada para solucionar la demanda de los visitantes, ni siquiera pedir permiso a la inmobiliaria para colgar un cartelito informando de la ubicación de la oficina de información turística más cercana. En cualquier caso, la solución tampoco está en quitar el cartel ya que, además de seguir los visitantes sin información, el responsable de la venta de pisos tendría muchísimo trabajo y seguiría sin vender una escobilla.
La verdad, no entiendo esta circunstancia. Hay cantidad de jóvenes, y no tan jóvenes, que están magníficamente preparados para realizar este tipo de trabajo y podrían atender en varios idiomas a los visitantes que recibimos por nuestra casa, únicamente es cuestión de instalar una mesa y un teléfono en el sitio adecuado. Seguro que no muy lejos de la oficina de venta de pisos hay un lugar apropiado para que instalen un punto de información turística. Recibimos a millones de visitantes y no todo el mundo sabe donde se encuentra el cuarto de baño en casa ajena, así que lo lógico es que pregunten.
Al turista, al turismo además de una sonrisa hay que darles información sobre: qué hacer, dónde ir, la cultura, el ocio, los espectáculos, los deportes, el transporte, nuestra gastronomía, algunos consejos y recomendaciones, etc. Son muchas las cosas que han mejorado y esto hace que los visitantes se incrementen y repitan visita año a año. No olvidemos que el boca a boca es un tipo de propaganda que funciona.
Si tenemos que colgar carteles, que éstos sean para decir: BIENVENIDOS. Y si queda espacio, pues ponemos que también vendemos pisos. Por supuesto, junto al de: SPAIN IS DIFFERENT.

jueves, 22 de septiembre de 2011

CON CIERTO DESCONCIERTO

          Sinceramente, hay cosas que acontecen en esta ciudad que son como para dar la nota. Resulta que a muchos de nuestros jóvenes les pueden poner multas por tocar instrumentos musicales en la calle (algunas sanciones se han puesto), o se les autoriza a ensayar en la calle, sin más; lo que conlleva un malestar de los vecinos.
Esta es la política del actual gobierno de nuestro Ayuntamiento: O una cosa, o todo lo contrario. Lamentable. Total, que los músicos y los vecinos descontentos. Mientras, el Alcalde mira para otro lado y silba esa melodía de: “Y no me importa nada”.
Desde luego no es cuestión de tomarse a la ligera un asunto de este calado. La sanción vendrá en cumplimiento de leyes y normativas. Los vecinos, en su derecho, defienden su bienestar. Y los músicos sólo quieren ensayar en lugares adecuados. Sin embargo, los que sancionan a estos jóvenes o molestan a los vecinos, son aquéllos políticos que demuestran incapacidad de ofrecer soluciones a esta cuestión largamente demandada por ambas partes. Pero eso sí; en cuanto llega Semana Santa todos a disfrutar de las bandas de música. Toques de campana, fotos y desfile incluido. Insisto: ni cara a los vecinos ni a las bandas musicales se ponen soluciones sobre la mesa. 
            Puede que los ciudadanos malagueños no sepan muy bien si están en la ciudad del siglo XXI, o en la del XIX. Pero sí saben -ahora sí son conscientes de ello- que están en una ciudad en la que un grupo de jubilados, tratando de fomentar la lectura,  han tenido que estar exponiendo en plena calle miles de libros. Que están en la ciudad que ocupa los últimos puestos en dotación de instalaciones deportivas y bibliotecas en los barrios. Que están en una ciudad que envía a sus jóvenes a vivir a otros lugares por no ofrecerles vivienda asequible. Que están en una ciudad que echa a la calle a sus músicos para ensayar y -agárrense-, que están en la ciudad que castiga a los músicos por ensayar en la calle.
            Realizar una actividad musical favorece el desarrollo de nuestros niños y niñas; de nuestros jóvenes. Los ensayos les enfrentan con la dificultad, con la superación personal, con la disciplina… Sensaciones -créanme- que merece la pena vivir.
             Integrarse en una agrupación musical, no importa qué tipo sea, es entrar en un mundo mágico. Retos que parecen imposibles de alcanzar van llegando gracias al esfuerzo individual y al apoyo de directores bien formados e ilusionados. La técnica instrumental, la afinación, etc., se consigue poco a poco; como debe ser.  Se dice fácil pero no lo es. Exige muchas horas de prácticas llegar a alcanzar un nivel aceptable, y esto no se consigue de la noche a la mañana; requiere constancia y estudio. Ensayar es fundamental, y los horarios y lugares deben estar adaptados para evitar molestias o ingerencias de cualquier tipo. Todos estamos de acuerdo en que el descanso no se debe perturbar. No obstante, estas realidades no nos pueden llevar a un planteamiento maniqueísta de la cuestión. Agrupaciones musicales y entorno social pueden y deben convivir perfectamente. Y detectada una discordancia, sólo hay que trabajar para llegar a la armonía.  
En su día, desde el Grupo Municipal del PSOE, nos pusimos manos a la obra y presentamos iniciativas que, seguro, iban a ayudar a encontrar las soluciones. Una de ellas proponía que se abordase la necesidad de ofrecer lugares de ensayo a las Agrupaciones Musicales. Fue bien recibida pero no se ha hecho nada de nada. Otra pretendía impulsar la creación de un foro permanente de encuentro entre los directores de formaciones musicales, para el análisis y seguimiento de sus necesidades. Esta última, el gobierno municipal, bajo la dirección del Sr. De la Torre, votó en contra. Sí, en contra. Y mira por dónde, poco tiempo después tuvo que comprobar como fueron esos mismos responsables los que decidieron reunirse para tratar la problemática común, que, insisto, al no abordarse de forma amplia, periódicamente vuelve a surgir. Muchos músicos están cansados de traslados y, seguro que también, de ser el blanco de las críticas.
            Ante este panorama, la ciudadanía tendrá la sensación de que los políticos no hacen nada. Una vez más se negó a la oposición la posibilidad de colaborar en la mejor gestión posible de una ciudad como la nuestra. Y una vez más, iniciativas coherentes y necesarias fueron arrojadas a la papelera por una mayoría de un gobierno municipal que, como en otras muchas cuestiones, en materia musical no ve ni oye, más allá de las espesas cortinas del Teatro Cervantes.
Todo esto me ha hecho rememorar situaciones de mi juventud.  No recuerdo bien si era cabo o sargento de la Benemérita, pero sí que estaba destinado en un cuartelillo que había por la zona de San José, en Ciudad Jardín. El caso es que a este hombre le gustaba disolver a todo aquel que se reunía, -también a los chavales que lo hacíamos para hacer música. A mí me llegó a acompañar hasta la puerta de mi casa, para asegurarse que dejaba de rasgar las cuerdas en la esquina de mi calle-. Sí, antes se decía así: mi calle. Quizá que estuviese aprendiendo los acordes de “Para la libertad” tuvo algo que ver en esa decisión. No sé.
En fin, afortunadamente esos años pasaron. Hoy ya no ocurre eso. Quiero decir, que igual te disuelven a multazos, pero desde luego no te acompañan hasta la puerta de tu casa.
            Pero volvamos al tema: Igual que ocurre con los vecinos que son gente solidaria, respetuosa y comprometida, es fácil entenderse con los músicos. Hasta cuando se manifiestan nos ofrecen acordes y melodías. Sólo hay que escucharlos.
Seguiremos luchando por el descanso de unos y las necesidades de otros. La batuta del Sr. De la Torre genera un cierto desconcierto.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL CAMAROTE DE LOS HERMANOS MARX

          Hay quien gusta de confundir la suntuosidad de sus despachos con su valía personal, su capacidad o su preparación. Se creen que por utilizar unos espacios grandes, bien decorados y dotados; ellos, sus inquilinos, ya son unas personas con la cabeza bien amueblada. Falso.
Esta tontería no tendría importancia si el espacio ocupado fuese de propiedad privada. Lo que no es admisible es que se utilice espacio público para aparentar y amedrentar al personal. Máxime cuando el ocupa-aparentador-amedrentador, es un cargo de confianza, nombrado a dedo, y el resto de la tropa son funcionarios que se han partido la mollera  estudiando para sacar una plaza.
Ya les digo. Que te montes con tu pasta y en el salón de tu casa un despacho de mil pares de cajones, no tiene ningún mérito, ni relevancia, de cara a la galería. Eso lo hace cualquiera que tenga el dinero y el salón libre. Lo que le da valor a la cuestión, es que te monten un despacho en edificios públicos (municipales, autonómicos o ministeriales), que cuando lo vea la people se vaya patas abajo. Y por si ocurre esto último, se pone un retrete y punto. Aquí no hay miseria con la plata de los contribuyentes. Y si la taza del inodoro (¿por qué coño se le llama inodoro?), mide de circunferencia dos metros; mejor. Aunque nos llenemos de fu cada vez que la utilizemos. No importa. Taza grande, ande o no ande. Lo interesante es enseñar ese pedazo de water, y que vean que aquí hay poderío y gente importante. Pero si, además, ese espacio se ha conseguido a costa de reducir o directamente suprimir el de otros colectivos de currantes, mejor que mejor. La repolla, vamos. A quién le importa.
Miren, si la tropa tiene necesidad de un espacio para currar con dignidad o  celebrar sus asambleas. Sólo se les garantiza, a medias, el primero. Si luego se quieren reunir para otras cosas, que lo hagan en el bar de la esquina. O mejor, que fijen el orden del día en el camarote de los hermanos Marx. Una vez puestos, donde cabe tanta gente bien pueden entrar algunas más ¿Verdad Groucho? Y es que eso sí que fue compartir espacio. Lo demás son gilipolleces.
Miro una foto de Groucho. Ahí está con su falso bigote y su enorme cigarro puro, sus gafas redondas y esa expresión vivaracha. Creo que quiere decirme algo. Me acerco y me parece oír esto de: "Hay quien no se entera que parte de la nada y alcanzan, merced a un tenaz y provechoso pelotilleo, la más absoluta miseria".
Y usted que lo diga.

LA MUJER DE LAS TRES BOLSAS (1999. Sra., que andaba por el polígono Guadalhorce)

            Hace años que dejó atrás los cincuenta y tantos, y sólo ella  sabe los  motivos que la han llevado, ahora, a ejercer la prostitución en las calles de un polígono industrial de nuestra ciudad. Aunque los podemos imaginar: alcoholismo, drogas, juego... Desde luego, en una hipotética lista de actividades atribuibles a esta mujer, la prostitución, sin lugar a duda, ocuparía el último lugar. Cuando está en la carretera junto a las tres bolsas que siempre la acompañan, llenas de no sé qué, más que a clientes parece que espera el último autobús de regreso a casa.  Supongo que todo su patrimonio se puede contar con los dedos de una mano; las tres bolsas y un par de eso para soportar tanta soledad, tanta oscuridad, tanto miedo... Seguramente si sumamos todas sus pertenencias, en lugar de llegar a un todo, tendríamos un nada.
Es de suponer que no esperará que le den un premio por lo que hace, el premio es su tarifa; aproximadamente sobre tres mil el completo, pero dadas las circunstancias y las notables diferencias respecto a la competencia, por mil pelas no me extrañaría se cerrara el trato. El único parecido que mantiene con sus compañeras de la calle es la necesidad de dinero. Confieso que no pude evitar sonreír la primera vez que la vi. Pensé que había que estar muy desesperado para detener el coche, y preguntarle algo distinto a si se había perdido y necesitaba ayuda. Con todo, no se vayan a creer, alguna vez que otra la he visto cargando sus bolsas y subirse al coche con una sonrisa fingida mientras se desabrochaba un poco más el escote.
Pero desgraciadamente esta historia no queda en eso. Además de aguantar a clientes, entre los que seguro figuraran; borrachos, enganchados, violentos, desequilibrados, etc., también tiene que cuidarse de esquivar a imbéciles, que con la leche de las bromitas y queriendo hacerse los machotes  a costa de los más débiles, se dedican a embestirla a toda pastilla con el coche, para que la mujer, justo dando un paso atrás, evite el golpe del vehículo. Sin embargo, no puede evitar oír los insultos que le dedican. En fin, una pequeña diversión para esos majaras que con mil duros en el bolsillo y camino de la sauna-club, van pensando en lo guapos que van a quedar ante las chicas, apoyados  en la barra del bar con las espaldas bien cubiertas por el “Balantainconcoacola”, el encendedor dorado y el paquete de tabaco de contrabando.
Entretanto, las chicas del club que en principio creían venir a trabajar en lugares donde hubiera que estar más vestidas y menos acostadas, se les van acercando y, efectivamente, pensando en ellos, sólo que no en lo guapos que están, sino en la  sarta de gilipolleces que tendrán que aguantar a esos capullos.
            Ya les decía al principio que sólo ella sabe los  motivos que la han llevado, ahora, a ejercer la prostitución en las calles de un polígono industrial de nuestra ciudad, aunque nosotros los podemos imaginar; abandono, marido en fase terminal, hambre, desempleo, desespero, carga familiar demasiado grande, desequilibrio, miedo, violencia conyugal, hijos drogadictos, proxenetismo..., vaya usted a saber. Sea cuales fueren las razones que pensemos, si aquellas o éstas, no es nada agradable, ni seguro, estar en la calle de noche. Sola. A oscuras. Esperando al cliente del que nunca sabrá sus verdaderas intenciones, hasta que vuelva a descargar sus bolsas al borde de la carretera después de haber terminado “el servicio”.
 Y, al margen de si es o no adecuada la opción elegida por esta mujer -no seré yo quien la juzgue-, no entiendo como, después de ver la situación en la que se encuentra, todavía hay quien disfrute poniéndole un pie en el cuello.
Dudo mucho que esa mujer llegue a leer esto,  pero me gustaría que supiera que, a pesar de su experiencia, no todo el mundo es tan insensible como esos desgraciados que se divierten y aprovechan de las miserias de los demás.
Cuídese.   

martes, 20 de septiembre de 2011

¿ERES TONTO?

No, es sí, y sí es sí ¿Eres tonto?
Seguro que alguna vez jugaron a esto. Bueno, yo no es que jugara mucho a eso, pero las niñas de mi instituto, sí que me lo preguntaban día si y día también. Y ya ven; contestara lo que contestara, se concluía que yo era tonto. En fin esas eran las cosas que ocurrían en un instituto mixto. Eso sí, los niños a un lado y las niñas a otro, y, en medio Fernández, el conserje. Cualquiera se pasaba un pelo, je. Fernández era guardia civil retirado. De los de antes. Imaginen a este hombre -que en el fondo era un buenazo-, con la campanilla de bronce por los pasillos que hacían de frontera entre lo femenino y lo masculino.
Pero vamos a lo que vamos. Para evitar que un coro de niñas se rieran de mí diciéndome que como, no era sí y yo había dicho que no (que era sí), pues era tonto; terminé contestando que si, con lo que igualmente se reían de mí, pero al menos evitaba la explicación de tan extraña regla, del no y del si que resultaban ser una cosa distinta.
De modo que de ahí puede venir mi facilidad y rapidez a decir que si. Y claro, ni se imaginan en los berenjenales que me meto. Porque claro, una cosa es escribir para consumo propio o por cortesía, y otra muy distinta es decir que sí, cuando alguien te dice: escribe algo para mi. Eso es un encargo, y cuando se dice que sí, se convierte en un compromiso, y ahí empiezan los problemas y, o rompes el débito, o coges el bolígrafo y empiezas a estrujarte los sesos. Literal. Además, la cuestión exige que el trabajito se realice en un tiempo prudencial. Porque claro, tampoco es cuestión de tardar meses o años en cumplir. Total, un lío.
Un embrollo que comienza con la elección del tema. Sobre qué escribirle a alguien. Qué parámetros seguimos para la elección del tema. Y, por si esto no fuese poco, hay que añadir la extensión que ha de tener lo que se escriba; que no crean que es un tema baladí. Ya saben: el tamaño importa.
Suelo inspirarme en aquello que leo en la prensa o detecto como preocupación en la sociedad, para ponerme a escribir. Por tanto, hacerlo por encargo, es una cuestión que nunca hice. Y ni creo que lo haga jamás. Por primera vez romperé mi compromiso y daré marcha atrás. Donde dije digo, diré Diego. Renuncio a coger el bolígrafo y estrujarme la pelota. No voy a conseguirlo.
Probablemente, esté siendo demasiado duro conmigo mismo, y bastaría con escribir cualquier cosa, simplemente pensando en que va dirigido a esa persona. Creo que si eso lo percibe el remitente, se habrá acertado aunque no se haya mencionado ni una sola vez el nombre de ese alguien; aunque eso se me antoja aún más complicado. Por tanto, queda descartado. Igual me decido a escribir todas estas cosas que ahora reflexiono.
Aunque, bien pensado, prefiero irme a un lugar apartado y comprobar, a grito pelao, cómo suena mi voz cuando digo que no.
-No es sí, y sí es sí ¿Eres tonto?
-Sí
Joder, empezamos bien.

CARRIE y LA BOMBA

         No soy de la misma opinión que esa legión de improvisados críticos musicales que, año tras año, lanzan su particular cruzada contra ese fenómeno  llamado: La canción del verano. Tampoco pretendo defender ese tipo de canciones a capa y espada. Es cierto que como composición musical dejan mucho que desear; son simplonas en música y letra. Y no se debe  caer en el error de alegar esa simplicidad como méritos. No nos equivoquemos.
El éxito, desde luego no lo alcanzan de puntillas, más bien les llega por los talones que seguramente alguien firma. Si no, calculen cuanto cuesta la promoción que se hace en los medios de comunicación audiovisuales.
Se aprovecha cualquier serie televisiva, programa, anuncio, etc., para que esa canción  no nos suene a chino cuando llegue la época estival. Después, las fiestas y las ganas de diversión terminan por consolidarlas. Pero a pesar de todo, en mi opinión, no se les puede negar un mínimo de virtudes: Incitan al baile, no hay que tomar clases para que nos enseñen los pasos, favorecen la integración en grupos y la participación familiar, son divertidas y de fácil asimilación, estimulan la memoria musical...
           Dice el escritor Stephen King: “Mis novelas son a la literatura, lo que un Mc Donald a un restaurante“, (no recuerdo literalmente la frase, pero en cualquier caso el sentido no varía). A pesar de la autocrítica gastronómico-literaria, es un escritor de éxito, y en esa línea sigue publicando; lo que nos lleva -y esto es lo bueno- a que más gente acceda a la lectura.
Pues bien, utilizando la frase del autor podríamos decir: “La canción del verano es a una composición musical de calidad, lo que las macetas de mi vecina a los jardines de La Cónsula”, o cualquier otra chorrada por el estilo. Pero cuidado, no nos pasemos con las críticas que luego llegan nuestras fiestas, y nos pueden pillar en cualquier esquina con la mano en la cintura y el movimiento sexy.
Básicamente estas canciones  tienen la finalidad de hacernos pasar un buen rato. Y si no, díganme ¿Prefieren ponerse a bailar pegados a pleno sol? ¿Se imaginan las verbenas de las fiestas del Carmen, animadas con la banda sonora de Titanic? En fin, bromas aparte, creo que las canciones del verano, en general,  cumplen su objetivo.
           Lo negativo de toda esta historia sería que se encumbren a estas composiciones. Si nuestros jóvenes, y no tan jóvenes, las toman como modelos del no va más; apaga y vámonos. No saben lo que se pierden.
La Educación Musical tiene que abarcar distintos tipos de audiciones. Sabemos que la música nos influye. Por tanto, esto nos creará estados de ánimos diferentes. No se nieguen la oportunidad de descubrir que determinadas melodías, sonidos y tempos, les ayudan más que otras en el trabajo, en los estudios, a relajarse, a conducir, etc. 
En fin, les decía que las canciones del verano tienen su utilidad. A algunos nos sirven para saber los discos que no tenemos que comprar; sin que ello signifique que luego no se sepa cantarlas o bailarlas. Y si me apuran, hasta tocarlas con algún instrumento.
Si yo les contara.

BUSCAMOS ACTOR, O MÚSICO ACTOR, O MÚSICO, O ALGO PARECIDO (1998. Anuncio en prensa)

           Pues sí, este era el texto del anuncio. No me digan que no tiene guasa el tema. ¿Sabe alguien qué es algo parecido a un actor, un músico actor, o un músico? Y luego nos mosqueamos, pero; somos chapuceros o no somos chapuceros. Si es que no puede ser.
            Resulta que el híbrido que finalmente logren reclutar los anunciantes, debe de andar entre los 50 ó 60 años y tendrá que interpretar a una vieja estrella de Rock & Roll. Según parece, para estos linces el papel -o el papelón, que eso luego se verá-, lo interpreta cualquiera a condición de que tenga la cualidad de ser algo parecido a...
Tampoco es mi fuerte opinar sobre las características y cualidades que debe poseer un actor. Pero lo que sí sé, es que cualquiera no las reúne. Y puesto que hay cantidad de gente con una buena preparación profesional que, o bien ya han tenido la oportunidad de interpretar o están a la espera de conseguirla, he de suponer que los anunciantes no tendrán problemas en seleccionar a la persona más idónea. No habrá necesidad de llegar al algo parecido.
         Sin embargo, lo que no llega a cuadrarme del todo es lo de músico. Ya sé que, últimamente, hay demasiados músicos que en sus interpretaciones al directo utilizan los disquetes, los mini-discos o cualquier tema bajado de internet directamente. Aunque el problema no radica en la utilización de las nuevas tecnologías. El quit de la cuestión está en que algunos supuestos músicos lo que hacen es tocar de mentirijillas ante al público. No conocen ni un acorde de la canción que aparentemente interpretan. Ni si es un tango, un vals, o un bolero. Ni -agárrense que vienen curvas-, si las teclas negras del teclado que tienen delante son un adorno, o sirven para algo. No tienen ni zorra idea.
          En fin, un representante artístico me dijo que ya le han puesto nombre a este tipo de gente: figurines. Sin embargo, son algunos de estos mismos representantes los que por cuestiones de comisiones, fomentan la proliferación veraniega de orquestas enteras de figurines. Vivir para ver.
          Pero una cosa es hacer de estatua en un escenario de feria mientras estás mirando a quien ligarte, y otra muy distinta, la de interpretar el papel de una vieja estrella de rock & roll. Esto último es lo pretendido por los anunciantes del susodicho. Y, me cáchis en los mengues, ya está bien de tanto desprecio por el asunto de los músicos. Ésta es una profesión que no se ejerce por arte de birlibirloque, y al igual otras, exige años de estudio y preparación. Incluso el tan traído y llevado asunto del músico que toca de oído. Conozco a músicos incapaces de interpretar una partitura, pero increíblemente dotados para mejorar, con creces, lo que oyen. La historia está llena de autodidactas geniales.
Así que, vamos a dejar las chapuzas a Manolo y Benito, que son la versión televisiva de Pepe Gotera y Otilio, y si pretendemos buscar un actor, busquemos un actor. Y si es un músico lo que necesitamos, busquemos un músico. Incluso esta obviedad  habremos de tratarla con cuidado. Porque, ¿Se imaginan a Jesús Puente en el papel de Elvis? ¿al organista de la catedral de Burgos interpretando a Hendrix? No, no se rían que uno es actor y el otro músico. Aunque, ahora que lo pienso, llegada la cuestión a tal dilema, prefiero que, según que casos, contraten a: algo parecido.
Por ejemplo, al guitarrista-cantante que el pasado día 11 de julio,  Van Morrison (Ivan el terrible), sacó al escenario del teatro Cervantes. A falta de la comunicación que Morrison no supo, o no quiso establecer con el público en ese concierto, -somos bastantes los que salimos con esta impresión-. Al menos, ya digo, la aparición de este hombre en el escenario fue algo parecido a esas actuaciones que se suelen ver en los pubs ingleses o irlandeses mientras tomas cerveza. Eso sí, no en la Great Britain o Eire, sino en Torremolinos (Spain).
Cheers.



LÁGRIMAS DE BRONCE

          Ni idea de qué habrá ocurrido con la estatua del marengo de Huelin a día de hoy. Dicen que la que quieren cambiar de lugar y ponerla de espaldas al mar. Lo primero parece una buena solución, lo segundo no tanto. ¿Por qué condenar a un marinero a estar de espaldas al mar? ¿los marengos de carne y hueso trabajaban de espaldas a la mar?
Recuerdo haber visto de pequeño sacar muchos copos. Incluso creo que hasta ayudé en las tareas de arrastre en algún que otro. Nunca había reparado en ello, pero no puedo por menos que sonreír, no sin cierta dosis de orgullo, al evocarme junto a aquellos hombres que tiraban de las redes para ganarse un jornal.
Hemos cambiado mucho desde esos días. Ahora tenemos otra Málaga y hasta otras playas. Muchos de aquellos hombres ya no están entre nosotros, y los que quedan ya no tiran del copo. En realidad esa labor prácticamente ha desaparecido.
Cierto es que los hombres que arrastraban el copo cargaban sobre sus hombros los cabos para atraer las redes hacia el rebalaje. En esa posición sí estaban mirando hacia tierra. Pero  no creo que eso signifique trabajar de espaldas al mar. Al menos no en el sentido figurativo.
Por otro lado, no es menos cierto que los últimos esfuerzos para sacar la tralla, exigía de que todos aunaran esfuerzos cara al mar. A esa mar que les acababa de ofrecer el sustento y que ellos contemplaban cada día al comenzar la tarea.
No sé si será más o menos adecuado que esa estatua esté mirando hacia un lado u otro. De cualquier forma estará orientada hacia algún mar por muy lejos que éste se encuentre. Solo que, el suyo, el que tiene prácticamente en sus talones; no podrá verlo y sí tendrá que imaginar otros que probablemente nunca conoció.
Supongo que hay opiniones para todos los gustos. Pero sí estoy convencido de que los marengos no vivían mirando hacia la montaña. De la misma forma que los mineros no viven de espaldas a la mina, por mucho que el túnel por donde sacan el mineral quede detrás de ellos. Ni que se pueda decir que los campesinos no encaran la dura tarea de la tierra por más que, cada día, levanten la vista al cielo para pedir un poco de lluvia o clamar que ésta no les perjudique la cosecha.
Siempre se ha dicho, y es cierto, que Málaga es una ciudad que ha vivido de espaldas al mar. Eso parece que está cambiando. A pesar de ello vamos a condenar a una estatua a que siga haciéndolo. Todo, después de que haya estado mucho tiempo mirando hacia la playa de Huelin y a ese Mediterráneo que empieza a abrirse. No se me ocurre mayor castigo para una figura marinera, aunque sea de bronce. Se pondrá triste. Seguro.
            Personalmente la primera vez que vi a esa imagen recordando a un marengo y mirando hacia la playa, pensé que era todo un acierto. Que esa figura, además de homenajear a muchos hombres y mujeres; trabajadores de la mar, en agradecimiento también pretendía devolver algo de lo que esa mar les dio a ellos. Pero resulta que no, que estaba, según quien, mal orientada. En fin, el tema podría dar hasta para una consulta popular, sobretodo entre los vecinos del barrio. Sería un bonito ejercicio de participación. Pero eso es impensable en esta ciudad, al menos por ahora. Falta imaginación y creatividad. Todo hay que hacerlo muy deprisa, sin pararse a reflexionar; sin consultar. Lo importante es hacerse una foto aunque sea con la estatua de un marengo mirando hacia los vertidos contaminantes que se suceden en Campanillas, o con la del Marqués de Larios mirando hacia la equitativa. No quiero ni pensar hacia dónde habrá que poner mirando algún busto o pintura de nuestros actuales dirigentes. Eso sí que es dar la espalda. Pero no al monte, ni a la playa, sino a los ciudadanos.
Hay quien afirma que ha oído en el lugar donde se encuentra ahora depositada esa estatua, una voz metálica y algo quebrada que, en ocasiones recita un poema de Alberti: “El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! / ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? / ¿Por qué me desenterraste del mar? / En sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quisiera llevar. / Padre, ¿por qué me trajiste acá?”.
Nadie debería estar condenado a vivir de espaldas al mar. A la mar. No habría que derramar ni una lágrima por este motivo. Ni siquiera de bronce.

ENCANTADO DE PODER SERVIRLES (2005)

            Que un concejal escriba unas líneas cuando apenas ha transcurrido un año de la toma de posesión de su acta que le acredita como tal, supongo que no es ninguna novedad. A pesar de ello, espero sepan disculparme este atrevimiento.
Formar parte de una lista electoral en el año 2003 ya fue muy importante para mi y mi familia. Imaginen lo que significó ser acreditado como concejal de una ciudad como Málaga. Mi partido, el PSOE, confió en mi persona para trabajar por nuestra ciudad. Mis compañeros de Churriana también. Y he de decirles que, a pesar de que quizá no esté ofreciendo esa impresión, sigo bastante preocupado. Por numerosas razones, claro. Entre ellas, la que más me obsesiona es la de no estar a la altura de lo que de mi se pudiese esperar.
Muchas personas me han preguntado en estos últimos meses qué es lo que me movió a dar el paso de formar parte en una lista electoral. Ya saben, lo que coloquialmente conocemos por meterse en política. Hay muchas respuestas y todas, seguro, que conocidas y oídas por ustedes: Ilusión, responsabilidad, implicación social... Pero no teman, no llegué acompañado únicamente de esas unidades para afrontar esta nueva etapa.
Durante años he venido realizando mi jornada laboral en la Universidad de Málaga. Un lujo. Allí aprendí muchas cosas, y conocí a mucha gente que han aportado muchos quilates a los valores del compañerismo, la solidaridad, la obligación, el compromiso con nuestros jóvenes y con la sociedad, etc.
Si me lo permiten, y dado que han sido numerosas las ocasiones en las que les echo de menos, quiero tener un especial recuerdo para ellos. Para todo el personal (Docente, de Administración y Servicios  y de las distintas empresas contratadas), de nuestra Universidad en general, y de las Facultades de Psicología y Ciencias de la Educación en particular. Siempre encuentro en ellos ayuda, comprensión y  respeto. Habría que publicar este escrito por capítulos si me pusiera a nombrar a todos los amigos y amigas que tengo en todas y cada una de las Facultades. Desafortunadamente, algunos ya no están con nosotros, pero trabajar junto a ellos significó para mi persona, un fortalecimiento de los valores esenciales. Por supuesto que no todo ha sido un baile de salón. Pero de los momentos menos fáciles, que haberlos los hubo, ya nadie se acuerda.
Les cuento todo esto para que no vayan a caer en la tentación de pensar que un político es alguien que sale de una cueva, que aparece en la escena ciudadana por arte de birlibirloque.  No, claro que no. Somos gente que nos debemos a nuestras profesiones. Ahí es donde está nuestro verdadero marchamo de calidad. O no. Y que durante un período de nuestra vida nos ofrecemos para realizar, durante el tiempo que ustedes estimen oportuno, una labor intensa de servicio público. Espero no defraudarles.
  Mi trabajo ahora está centrado en mi ciudad, Málaga. Junto con mis compañeros y compañeras del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Málaga, estamos luchando por poner a cada distrito, cada barrio, cada zona, como se merece. Con los servicios públicos, la limpieza, la seguridad, la participación ciudadana, la dotación de equipamientos, etc., que una sociedad moderna exige. En definitiva, con la proyección  y la habitabilidad que se merecen. Asimismo, me gustaría tener un reconocimiento a nuestros/as consejeros/as de Distrito, que comisión a comisión, consejo a consejo y pleno a pleno, aportan su tiempo y trabajo en la mejora de los barrios.
En fin, no tengo una varita mágica. Ya me gustaría. Y para colmo, de momento estamos en la oposición -que ya conocen que reduce bastante la capacidad de actuación, por motivos obvios-. Pero esto no mermará nuestra capacidad de reivindicación y trabajo.
Ya saben, los políticos servimos a toda la ciudadanía. Al menos así lo entendemos desde el PSOE.
Lo dicho. Encantado de llevar un año y pico a su servicio.

ENTRE PERROS Y CAPULLOS

 Mira hombretón. Tío duro. Lo que has hecho es una mala jugada. La solución que le has dado a lo del perro sólo se le ocurre a un desalmado. De verdad, es difícil dirigirse a un imbécil como tú con un mínimo de respeto. No te lo mereces.
De modo que cuando el perrito empieza a estorbar, tú guapetón, ya sabe lo que hay que hacer. Basta con que esperes a que los niños estén dormidos y simular que vas a sacar el chucho a mear, sólo que esta vez no te quedarás en el portal de tu casa. Lo vas a llevar a dar un paseíllo, (mi padre me contaba historias de paseíllos que  ponían los pelos de punta). Te llevas al perro a corretear por los alrededores de la barriada que está en el quinto pino, o muy cerca de  la cuneta de una carretera nacional, o qué más da. El caso es que el paraje esté lejos de tu casa. Y que, a pesar del mal olor que despide la podredumbre de tu cerebro, el cachorro, Boby, Dana, o como quieras que lo hayas llamado, cuando mire en dirección a su rabo no te vea, y así no pueda encontrar el camino de vuelta. Porque, no te quepa duda, hombretón, rompe-bragas, él intentará buscar el rastro que le facilite el camino a su casa. A tu casa, gilipollas.
Pero claro, ya lo has dejado tirado y estás a varios kilómetros. Vas libre de responsabilidad en tu coche oyendo el CD de la música afrodisíaca y con  el aire acondicionado a toda pastilla para que te bajen los bochornos, Serán de la música, o de  la vergüenza que sientes por haber abandonado al animal. Quien sabe.
 Desgraciadamente, al perro lo encontrará antes el paragolpes del coche de otro majara que, como tú, esa noche ha sacado a pasear su irresponsabilidad, sólo que éste no lleva animal. Él es, y lo demuestra circulando a más de ciento ochenta kilómetros por hora. O lo pillará la perrera. En cualquier caso, se acabó.
Y digo yo que esto es una mierda. Nada cambia. Ya estamos como todos los años. Las ciudades en verano se siguen llenado de Tonys, Lindas, Danas,  Bobys, Chicos, etc. A algunos animales, sus dueños en un alarde de imaginación los bautizan llamándolo: Perro.
Supongo que no recuerdas el día que apareciste en casa con el cachorro en el bolsillo. Ese día fuiste un héroe. Superhombre. Machote. No faltaba más. Los niños quieren un perro por Navidad y vive Dios que lo tendrán. Las bravuconadas que se dicen en la barra del bar de la esquina hay que cumplirlas. Hay que impresionar a la peña.
Pero nada de vulgaridades, todo tiene que ser muy a la moda. En Nochebuena. Así los niños tienen más días para patear al faldero elegido.
Fíjate Adonis.  Si en vez de Papa Noel hubieses elegido, por ejemplo, a sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, al menos le habrías evitado unos días de pateo al can.
A los tontos como tú no se les debe permitir tener animales de compañía. No soportáis la responsabilidad de tratarlos con cariño, de adiestrarlos, de sacarlos a pasear, de alimentarlos convenientemente, de lavarlos, y sobretodo de mantenerlos atendidos en festivos y vacaciones
Escucha, pamplina, esta noche cuando te vayas a la cama, seguro que vas a recordar aquél día que pinchaste en plena autovía. Aquella mañana en el que los coches, sin hacerte ni puto caso, pasaban a medio metro de tu bigote. Fiuuuu, fiuuuu. Sí, ese mismo momento que estabas cagado y desamparado en medio de la carretera.  Pues imagínate lo que sentirá el animal. Asustado. Hambriento. Desconcertado. Solo.
Ya sabes. Musculitos. Cachas. La próxima vez piénsatelo dos veces. Mientras tanto, confórmate con regalar un osito de peluche. So capullo.
Guau, guau, (esto, de parte de mi perro).

PARTICIPACIÓN CIUDADANA: R.I.P. (2005)

            “La participación ciudadana permite hacer el contrapeso adecuado en la balanza del poder político, son los mismos ciudadanos quienes tienen la capacidad de hacerse oír y de saber lo que se hace por ellos y para ellos”.
“Para gobernar hay que introducir cambios en los procesos de toma de decisiones. Cambios para aumentar el grado de responsabilidad, democracia y transparencia de la acción del gobierno local. El mejor camino para saber cuáles son las necesidades ciudadanas, e incluso, poderse anticipar a ellas, es incorporar las instituciones ciudadanas en la toma de decisiones”
Esto que acaban de leer son conclusiones sobre la importancia de la participación ciudadana. Una, del Comité de Ministros del Consejo de Europa, y la otra, de la Federación Española de Municipios y Provincias. Hay muchas más de este tipo. Hasta el sentido común nos indica que es mucho mejor fomentarla que obstaculizarla. Pero por lo visto, nuestro Alcalde no lo entiende así. Sus responsables de Distrito, tampoco. Si no, pregunten a los colectivos en cualquiera de nuestros barrios. Aceptemos la evidencia: La participación ciudadana en Málaga está en vías de extinción.
Es descorazonador comprobar como, a fuerza de que se ignoren a las personas y colectivos, la aportación vecinal está en caída libre hacia su desaparición. El equipo de gobierno del PP en nuestro Ayuntamiento está interesado en eliminar testigos de su mala gestión, y para ello no escatima recursos. 
            No nos vayamos a confundir. El hecho de que se abran convocatorias de solicitud de subvenciones y se emplacen a los colectivos, no significa, en absoluto, que las instituciones ciudadanas están inmersas en la toma de decisiones. No, no es así. Para empezar porque los recursos solicitados para realizar programas pueden llegar tarde, mal, y en algunos casos; nunca. Respecto a las reuniones de ciudadanos y colectivos, apenas te descuides un poco se hacen los longuis y no las convocan.  Ah, se siente.
Con todo, lo más desalentador es comprobar como los acuerdos adoptados en los plenos, ya sean de Distrito o de Ciudad, se incumplen sistemáticamente. Participar no es que te informen de lo que ya se ha decidido hacer. En todo caso eso sería una deferencia, pero no una apertura a la aportación. Esto, que es de la lección primera, insisto; no lo entiende así nuestro Alcalde. Y claro, así está el patio; casi todo el entramado asociativo y participativo de nuestra ciudad, disgustado. Y con razón.
            Tiene difícil explicación hablar de participación en nuestra ciudad y justificar que se hayan ignorado más de veinticinco mil alegaciones de ciudadanos contra la subida de los impuestos y tasas. Igualmente, es impensable que los ciudadanos consideremos unos presupuestos representativos y consensuados, cuando no se ha podido intervenir en su elaboración.
            El Señor De la Torre no tiene nombrado ningún concejal de Participación Ciudadana. Quiere hacernos creer que es él quien la lleva directamente en su vertiente política. Se confunde. Con el ánimo de darle relevancia, nuestro Alcalde consigue todo lo contrario. Prácticamente sólo la utiliza, en lo que sería una forma perversa de manipulación, para firmar convenios por un tubo. Quizá con el ánimo de hacer clientelismo, o buscar la desunión entre los colectivos. O como forma de ingerencia cuando se envían cartas en fecha de proceso electoral de éstos con el ánimo de influir en los resultados. No, claro que no se le debe dar esa utilización a un área municipal.
            El ciudadano malagueño no necesita estimulación para aportar su opinión sobre los temas que les van a influir directamente. La política, sin duda, es uno de ellos. Desconozco si en otros lugares son más o menos participativos. Pero el malagueño lo es. Sólo hay que asistir a las primeras reuniones que se les convocan, ya sean de una determinada área, o en las propias Juntas de Distrito. Lo que ocurre, es que al comprobar la inoperatividad de esos foros y que, sistemáticamente sus aportaciones son ignoradas; termina por no asistir a las posteriores. Es lamentable comprobar cómo se citan a los colectivos y se les ofrece una cantidad de datos que la mayoría de las veces suelen ser inconexos y de difícil comprensión. Qué ocurre, pues que al final de la reunión ya no queda ni la tercera parte del aforo con la que empezó.
            Ahora estamos en proceso de elaboración de un nuevo Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana. Está bien, dejar constancia por escrito siempre es bueno. Pero no es cuestión de normativa escrita. No al menos, únicamente. Será la actitud con la que se aborden los temas de participación, lo que al final determine si se cree en la interacción ciudadana, o se pasa de puntillas por ella.
            Las AA.VV., de jubilados, del voluntariado. Las peñas, las federaciones, etc., lo que menos necesitan es que se les pongan trabas en su camino. Hay que creer firmemente en ellas. Apoyarlas sin pedir nada a cambio. Lógicamente, nada que no sea el cumplimiento de sus programaciones y que se ajusten a la normativa vigente en materia de justificación de subvenciones, si es que las hay. Pero todo no son ayudas económicas. Hay que estar dispuesto a oír aquello que tengan que decirnos, saber  valorar sus aportaciones y acompañarlas en todo. Claro que sí, en sus jornadas festivas y actos protocolarios, también. Sin duda. Pero que no se nos confunda. Contar con las aportaciones de personas y colectivos va mucho más allá de salir en la foto. 
A ver, pónganse junto al Alcalde. No se muevan... clic. Gracias por su participación.