martes, 20 de septiembre de 2011

BUSCAMOS ACTOR, O MÚSICO ACTOR, O MÚSICO, O ALGO PARECIDO (1998. Anuncio en prensa)

           Pues sí, este era el texto del anuncio. No me digan que no tiene guasa el tema. ¿Sabe alguien qué es algo parecido a un actor, un músico actor, o un músico? Y luego nos mosqueamos, pero; somos chapuceros o no somos chapuceros. Si es que no puede ser.
            Resulta que el híbrido que finalmente logren reclutar los anunciantes, debe de andar entre los 50 ó 60 años y tendrá que interpretar a una vieja estrella de Rock & Roll. Según parece, para estos linces el papel -o el papelón, que eso luego se verá-, lo interpreta cualquiera a condición de que tenga la cualidad de ser algo parecido a...
Tampoco es mi fuerte opinar sobre las características y cualidades que debe poseer un actor. Pero lo que sí sé, es que cualquiera no las reúne. Y puesto que hay cantidad de gente con una buena preparación profesional que, o bien ya han tenido la oportunidad de interpretar o están a la espera de conseguirla, he de suponer que los anunciantes no tendrán problemas en seleccionar a la persona más idónea. No habrá necesidad de llegar al algo parecido.
         Sin embargo, lo que no llega a cuadrarme del todo es lo de músico. Ya sé que, últimamente, hay demasiados músicos que en sus interpretaciones al directo utilizan los disquetes, los mini-discos o cualquier tema bajado de internet directamente. Aunque el problema no radica en la utilización de las nuevas tecnologías. El quit de la cuestión está en que algunos supuestos músicos lo que hacen es tocar de mentirijillas ante al público. No conocen ni un acorde de la canción que aparentemente interpretan. Ni si es un tango, un vals, o un bolero. Ni -agárrense que vienen curvas-, si las teclas negras del teclado que tienen delante son un adorno, o sirven para algo. No tienen ni zorra idea.
          En fin, un representante artístico me dijo que ya le han puesto nombre a este tipo de gente: figurines. Sin embargo, son algunos de estos mismos representantes los que por cuestiones de comisiones, fomentan la proliferación veraniega de orquestas enteras de figurines. Vivir para ver.
          Pero una cosa es hacer de estatua en un escenario de feria mientras estás mirando a quien ligarte, y otra muy distinta, la de interpretar el papel de una vieja estrella de rock & roll. Esto último es lo pretendido por los anunciantes del susodicho. Y, me cáchis en los mengues, ya está bien de tanto desprecio por el asunto de los músicos. Ésta es una profesión que no se ejerce por arte de birlibirloque, y al igual otras, exige años de estudio y preparación. Incluso el tan traído y llevado asunto del músico que toca de oído. Conozco a músicos incapaces de interpretar una partitura, pero increíblemente dotados para mejorar, con creces, lo que oyen. La historia está llena de autodidactas geniales.
Así que, vamos a dejar las chapuzas a Manolo y Benito, que son la versión televisiva de Pepe Gotera y Otilio, y si pretendemos buscar un actor, busquemos un actor. Y si es un músico lo que necesitamos, busquemos un músico. Incluso esta obviedad  habremos de tratarla con cuidado. Porque, ¿Se imaginan a Jesús Puente en el papel de Elvis? ¿al organista de la catedral de Burgos interpretando a Hendrix? No, no se rían que uno es actor y el otro músico. Aunque, ahora que lo pienso, llegada la cuestión a tal dilema, prefiero que, según que casos, contraten a: algo parecido.
Por ejemplo, al guitarrista-cantante que el pasado día 11 de julio,  Van Morrison (Ivan el terrible), sacó al escenario del teatro Cervantes. A falta de la comunicación que Morrison no supo, o no quiso establecer con el público en ese concierto, -somos bastantes los que salimos con esta impresión-. Al menos, ya digo, la aparición de este hombre en el escenario fue algo parecido a esas actuaciones que se suelen ver en los pubs ingleses o irlandeses mientras tomas cerveza. Eso sí, no en la Great Britain o Eire, sino en Torremolinos (Spain).
Cheers.



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