martes, 31 de agosto de 2021

UMA. THE END.

  

               Pues sí, cómo en las grandes producciones cinematográficas que tanto puede disfrutar en mi niñez (pasé gran parte de ella jugando en los vestíbulos de los cines Duque, Capitol y Plus Ultra, mientras mis padres despachaban entradas en las taquillas), ahora que pronto tendré que poner un punto y final, me ha dado por hacerlo con postín: “The end”. Dicho así, en inglés, parece menos dramático que; Fin.

               Cuando de chavea estabas en el cine y llegaba el “The end”, te entraban ganas de salir a por una gaseosa y un paquete de rosetas, para afrontar la siguiente sesión (Ojo, que he dicho: te entraban ganas, porque eso de ir a por ellas no estaba al alcance de mi bolsillo). Sin embargo, cuando leías; Fin, te venías abajo y tardabas en recuperarte.

               El final que tengo que poner no es otro, afortunadamente, que el de la actividad remunerada, reglada y periódica; Me jubilo del curro, vamos. La otra; la voluntaria, sin normas y sin presiones; seguirá.

               Y hablando de cine; A esto de la jubilación y del “The end” a la vida laboral, le ocurre un poco como a esas sesiones de mi niñez. Con esas letras al final de la peli no se cerraba el cine, ni se terminaba todo (para eso hay que esperar a la última sesión, y eso es otro cantar). No. Solo era el paso al inicio de la otra película. Los cines eran, casi todos, en sesión continua y además doble sesión. Vamos, que podías entrar -y de hecho aquellos que disponían de unas pesetillas, lo hacía para quitarse del frio de la calle y echar un sueñecito calentito-, a las 3 de la tarde y salir a las 11 de la noche, y nadie te podía decir ni pío. Es decir, dos pelis que alguna gente veía un par de veces del tirón.       

               Y ahora estoy a punto de poner ese rótulo a mi vida laboral. Así, casi sin darme cuenta. Me voy a jubilar, y cuando caiga el telón de la primera sesión me dispondré a disfrutar, completa, de la segunda. Al menos, tanto como lo he hecho con la primera.

               La Universidad de Málaga, que tanto me ha dado y a la que tanto he entregado, levantará la mano y se llevará un par de dedos al birrete. Será su forma de decirme adiós cuando me vea salir por alguna de sus puertas el próximo día 21 de octubre de este año de 2021. 37 años después de haberme dado la bienvenida.

               Nada nos debemos. Ambos hemos cumplido lo pactado, y jugado nuestras bazas.  Además, en una relación como ha de ser la laboral: Sincera. Cuando ella me la ha podido pegar; me la ha pegado. Y yo, cuando se la he podido dar; también se la he dado. Tablas. “Fair play”. Yo le responderé con una sonrisa y algo de Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar… Y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”. Lo que en román paladino se diría: A otra cosa, mariposa.

               Dejo muchas, muchísimas, horas de actividad laboral y, cómo no; muchas amigas y muchos amigos. Sería una lista muy, muy larga, hacer referencia a todas y cada una de las personas que me han honrado con su amistad, colaboración, críticas, consejos y enseñanzas. Gente que aprecio y a la que agradeceré siempre su talante y ayuda. Para todos ellos una sola frase: Gracias, nos vemos en el camino.

               Que nadie se moleste por no ver su nombre en este escrito, éstos vienen conmigo y los tengo grabados en mi memoria. Siempre los recordaré con cariño. Espero ser merecedor de lo mismo por la otra parte. Y, aunque no alcanzo a recordar alguna situación concreta, pido disculpas por si, inconscientemente, he hecho o dicho algo que haya podido molestar a alguien de nuestra comunidad universitaria. Nada más lejos de mi intención.

               Empecé mi actividad laboral en la UMA, en los inicios del Secretariado de Deportes, y la finalizo en el SICAU de la Facultad de Psicología y Logopedia, y en la de Ciencias de la Educación. Ambas comparten edificio (por poco tiempo ya).

               Decía, unas líneas más arriba, que entre la UMA y yo nada nos debemos. No es del todo cierto. Creo, sinceramente, que yo sí le debo a la Universidad de Málaga; Al menos gratitud. Ella me ha permitido, como una buena compañera de viaje, poner en marcha algunas iniciativas en aquellos servicios en los que he tenido alguna responsabilidad laboral. Ha sido una buena maestra, tolerante y paciente conmigo. Como decía mi madre: Es de bien nacido ser agradecido. Yo soy lo primero y quiero ser, también, lo segundo.

               Así que, con estas líneas tecleadas pocos días antes de poner el punto y final a mi actividad laboral en la UMA, se va agotando el tiempo que nos dimos para estar juntos. Fue un placer. Gracias UMA.

               The end.

 

                Todo pasa y todo queda

Pero lo nuestro es pasar…

(A. Machado)

 

Luis F. Navajas Ortega.