lunes, 8 de febrero de 2016

PUES DEMUÉSTRAMELO


            Tengo una amiga que también tiene la manía de escribir todo aquello que le da la gana en un blog. Lo malo es que lo hace muy de tarde en tarde, privándonos así de unas lecturas que siempre son muy interesantes y dan para mucha reflexión. Pero bueno, allá ella; nosotros nos lo perdemos.
            El caso es que no hace muchos días publicó lo que por ahora ha sido su última entrada. La tituló: Bailar a  la orilla del mar  (http://laberintodecristal5.blogspot.com.es/?view=classic), en esta entrada, ya verán, mi amiga habla de una curiosidad que le ocurrió (o se inventó, vete tú a saber), sobre una pareja que bailaban a la orilla del mar. No les voy a contar el artículo. Léanlo si quieren reflexionar un poco. Yo lo hice y al terminar su lectura me decidí a escribir un comentario en su blog, y ahí estará supongo.
            Bueno, como ven hasta aquí nada de extraordinario. Sin embargo, a la hora de darle a publicar el comentario, el ordenador. Sí han leído bien: el ordenador, me preguntó (sin comillas ni leches, a jierro), que le demostrara que no era un robot. Tiene cojones la cosa, eh? Además no le bastó con que se lo jurara por mi madre mirándole fijamente a su pantalla. Nada. Además en el colmo de la deshonra, me puso por delante unas fotos de muy mala calidad, y me pidió que señalara todas aquellas que, o eran galletas o pertenecían al género de las galletas. Galleta la que te daba yo a ti, pensé. Pero ya que me había tomado la molestia de escribir unas palabras para la autora del blog, decidí demostrarle que no era un robot.
Así que, de las seis fotos, cuatro eran manifiestamente una cosa distinta a galletas o algo parecido. Una eran unas galletas de toda la vida, pero otra… joé, una de ellas no tenía ni puta idea de si eran galletas (como ahora hay galletas de todo tipo, forma, sabores, colores…), o eran panes de pueblo, discos de embrague, o un carrillo de cojinetes. El caso es que también la señalé y, bingo. Quedó demostrado que no era un robot. Uf.
            Pasado este trance, me dio por reflexionar sobre la cantidad de veces que, a lo largo del año, semana, incluso día tenemos que demostrar que somos lo que somos y no somos lo que nos preguntas que si somos. Que no?
A ver, estamos obligados (los que tenemos vehículos), a pasar la ITV, para demostrar que nuestro coche puede seguir circulando. Nuestras casas tienen que pasar la ITE, para demostrar que, al menos ese día, no se van a venir abajo. Si te lías con trámites de administración, no te extrañe que te pidan una fe de vida, exacto, para demostrar que estas vivo, o un certificado de penales, para demostrar que no estás (de momento), en el talego. Fotocopias del DNI, para demostrar que eres residente… Y por si no fuesen suficiente las peticiones de demostraciones que te puede pedir la cuestión administrativa, la sociedad se ha inventado unas pocas. Qué pasa si no le llevas un regalito a tu parienta el día de los enamorados? Pues eso, que demuestras que no estás enamorado. O a tu madre/padre el día de la madre/padre…
Pues saben qué les digo. Que al final no me pareció tan deshonroso el tema de las galletas. Ya me gustaría que el próximo día cuando tenga que ir a demostrar que mi coche, a pesar de los 22 años que lleva soportando mi culo, sigue funcionando de puta madre, en lugar de tener que pagar una pasta y soportar que algún que otro empleado lo eche para atrás porque hay una mota de polvo en el salpicadero, me sentaran una mesita con varias fotos de gente andando por la calle y me preguntaran: “Si su coche funciona correctamente y no tiene pasta para cambiarlo, señale en cuales de las fotos que le han presentado, figura el gilipollas que diseñó el programa de las galletas para demostrar que usted no es un robot”.

Palabrita del niño Jesús, me encantaría.