jueves, 22 de febrero de 2018

UNIDOS POR LA MÚSICA





Quizá usted no lo sepa, pero en Málaga aún quedamos unos pocos (muchos), músicos que formábamos aquella generación de los llamados: conjuntos modernos. Éramos Los tal, o Los cual, pero siempre, o casi, nuestro nombre empezaba por Los… Y si no empezaba así, la gente te lo añadía.
En general siempre fuimos rivales en lo musical. Nuestra meta era sonar bien y, por supuesto, sonar mejor que los otros. Nuestro trabajo nos impedía, en la mayoría de los casos, fomentar una amistad del día a día. Normalmente estábamos o ensayando, o actuando. Sí solíamos coincidir en algunas fiestas o ferias. Pero insisto; salvo que vivieses en la misma barriada o ensayaras por la misma zona, no éramos amigos de salir a tomar copas en horas normales de gente joven. Por supuesto que nos la tomábamos juntos, pero esto era al terminar la noche. Camareros, relaciones públicas, putas, putos, vendedores de bocadillos, taxistas y los músicos, siempre coincidíamos en los mismos lugares.
No teníamos cena de Navidad, ni guateque de Noche Vieja, esos días había que currar porque era época de poder ganar algún dinerillo más. Dinero que, en un alto porcentaje, se volvía a invertir en equipo nuevo. La madrugada siempre fue nuestro punto de reunión y las novedades en instrumentos, nuestro tema de conversación (además de ese en los que acertadamente está pensando).
A pesar de todo, insisto,  fomentamos un tipo de amistad peculiar. También solíamos coincidir en la sala de espera de los representantes artísticos. Esos personajes que, en muchas ocasiones, sangraron a los músicos buscándoles contratos miserables y tirando los precios a la vez que ellos aumentaban sus comisiones. Hay muchas anécdotas sobre éstos que quizá algún día contemos. Como muestra les diré que una vez al conjunto, Los Tal, le regalaron un jamón, y al día siguiente se presentó el representante para pedirles su porcentaje de la pata. También, a pesar de todo, llegamos a tener una buena amistad con esta gente que, sin preparación profesional específica, se buscaron la vida con el artisteo.
Pero bueno, esta gente no es el objeto de mi escrito de hoy. Les decía que los músicos de baile, dentro de la rivalidad profesional, llegamos a fomentar una cierta amistad que, con el paso de los años, nunca de diluyó.
Ahora, gracias a la iniciativa de algunos de estos profesionales que les hablo, hemos conseguido hacer lo que hace años era impensable e imposible: Nos reunimos a comer y a tocar. Gente con la que hacía años que no se había tenido contacto, se funden ahora en un abrazo cada vez que hay oportunidad de ello. Y eso que empezamos en las primeras reuniones, dándonos la mano cordialmente. La rivalidad profesional de décadas pasadas, ha dado paso a aplausos sinceros cada vez que alguno tiene la oportunidad -y consigue desalojar a otro-, de subirse al improvisado escenario de la reunión.
Hemos descubierto, con los años, que ese sentimiento siempre ha estado ahí. La admiración y el reconocimiento por lo bien hecho, existió desde siempre. Y ahora tenemos las ganas y la oportunidad de demostrárselo.
Somos una pandilla peculiar, y hay de todo, pero sobretodo hay agradecimiento a la música. Algunos, además de las actuaciones en directo, también tuvieron o quisieron dedicarse a otra cosa, pero nunca dejaron (dejamos) de ser músicos de escenario, de ferias, de fiestas, de bandas, de hoteles….
Policía local, Nacional, Guardia civil, Universidad, Empresarios, Banda Municipal, Afinadores de piano, Ingeniería, Medicina, Magisterio, Informáticos, Albañiles, Representantes de comercio, Camareros, Sanidad…, han sido actividades que recibieron este caudal humano y que, sin duda, se vieron enriquecidas por la especial sensibilidad del músico.  
No se imaginan la de historias que salen cuando nos reunimos, es un foro tremendamente variopinto, donde la inteligencia, el humor, la calidad, la amistad y la solidaridad, están presentes en todas y cada una de las conversaciones, ya sea dentro o fuera del escenario.
La música que tanto nos unió en el pasado, ahora nos funde en un presente que estamos disfrutando al máximo. Además, los temas de conversación siguen siendo los mismos. Quizá alguna pequeña variación en cuanto alguien comenta que ha sido abuelo. Por lo demás, todo igual. O mejor.
Se lo juro por el diez por ciento de una pata de jamón.