Quizá usted no lo sepa, pero en Málaga
aún quedamos unos pocos (muchos), músicos que formábamos aquella generación de
los llamados: conjuntos modernos. Éramos Los tal, o Los cual, pero siempre, o
casi, nuestro nombre empezaba por Los… Y si no empezaba así, la gente te lo
añadía.
En general siempre fuimos rivales en
lo musical. Nuestra meta era sonar bien y, por supuesto, sonar mejor que los
otros. Nuestro trabajo nos impedía, en la mayoría de los casos, fomentar una
amistad del día a día. Normalmente estábamos o ensayando, o actuando. Sí
solíamos coincidir en algunas fiestas o ferias. Pero insisto; salvo que
vivieses en la misma barriada o ensayaras por la misma zona, no éramos amigos
de salir a tomar copas en horas normales de gente joven. Por supuesto que nos
la tomábamos juntos, pero esto era al terminar la noche. Camareros, relaciones
públicas, putas, putos, vendedores de bocadillos, taxistas y los músicos,
siempre coincidíamos en los mismos lugares.
No teníamos cena de Navidad, ni
guateque de Noche Vieja, esos días había que currar porque era época de poder
ganar algún dinerillo más. Dinero que, en un alto porcentaje, se volvía a
invertir en equipo nuevo. La madrugada siempre fue nuestro punto de reunión y
las novedades en instrumentos, nuestro tema de conversación (además de ese en
los que acertadamente está pensando).
A pesar de todo, insisto, fomentamos un tipo de amistad peculiar. También
solíamos coincidir en la sala de espera de los representantes artísticos. Esos
personajes que, en muchas ocasiones, sangraron a los músicos buscándoles
contratos miserables y tirando los precios a la vez que ellos aumentaban sus
comisiones. Hay muchas anécdotas sobre éstos que quizá algún día contemos. Como
muestra les diré que una vez al conjunto, Los Tal, le regalaron un jamón, y al
día siguiente se presentó el representante para pedirles su porcentaje de la
pata. También, a pesar de todo, llegamos a tener una buena amistad con esta
gente que, sin preparación profesional específica, se buscaron la vida con el
artisteo.
Pero bueno, esta gente no es el
objeto de mi escrito de hoy. Les decía que los músicos de baile, dentro de la
rivalidad profesional, llegamos a fomentar una cierta amistad que, con el paso
de los años, nunca de diluyó.
Ahora, gracias a la iniciativa de
algunos de estos profesionales que les hablo, hemos conseguido hacer lo que
hace años era impensable e imposible: Nos reunimos a comer y a tocar. Gente con
la que hacía años que no se había tenido contacto, se funden ahora en un abrazo
cada vez que hay oportunidad de ello. Y eso que empezamos en las primeras
reuniones, dándonos la mano cordialmente. La rivalidad profesional de décadas
pasadas, ha dado paso a aplausos sinceros cada vez que alguno tiene la
oportunidad -y consigue desalojar a otro-, de subirse al improvisado escenario
de la reunión.
Hemos descubierto, con los años, que
ese sentimiento siempre ha estado ahí. La admiración y el reconocimiento por lo
bien hecho, existió desde siempre. Y ahora tenemos las ganas y la oportunidad
de demostrárselo.
Somos una pandilla peculiar, y hay de
todo, pero sobretodo hay agradecimiento a la música. Algunos, además de las
actuaciones en directo, también tuvieron o quisieron dedicarse a otra cosa, pero
nunca dejaron (dejamos) de ser músicos de escenario, de ferias, de fiestas, de
bandas, de hoteles….
Policía local, Nacional, Guardia
civil, Universidad, Empresarios, Banda Municipal, Afinadores de piano,
Ingeniería, Medicina, Magisterio, Informáticos, Albañiles, Representantes de
comercio, Camareros, Sanidad…, han sido actividades que recibieron este caudal
humano y que, sin duda, se vieron enriquecidas por la especial sensibilidad del
músico.
No se imaginan la de historias que
salen cuando nos reunimos, es un foro tremendamente variopinto, donde la
inteligencia, el humor, la calidad, la amistad y la solidaridad, están presentes
en todas y cada una de las conversaciones, ya sea dentro o fuera del escenario.
La música que tanto nos unió en el
pasado, ahora nos funde en un presente que estamos disfrutando al máximo.
Además, los temas de conversación siguen siendo los mismos. Quizá alguna
pequeña variación en cuanto alguien comenta que ha sido abuelo. Por lo demás,
todo igual. O mejor.
Se lo juro por el diez por ciento de
una pata de jamón.
Gracias Luis.
ResponderEliminarSolo alguien con tu calidad humana y tu sensibilidad podía hacernos este elegante homenaje.
Un abrazo Ricardo. Gracias
EliminarBravo Luis,tal y como es y sentimos .
ResponderEliminarGracias... (no sale tu nombre en el comentario). Un abrazo
ResponderEliminarComo siempre bien escrito y con el toque de humor aunque el diez por ciento no sé si será poco. Felicidades
ResponderEliminarGracias. Pues no, no les parecía suficiente y llegaron a cobrarnos hasta un 20% (pero el jamón ya se lo habían comido).
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