lunes, 21 de enero de 2019

PACO CASTRO: CUM LAUDE




               Difícil. Muy difícil se me plantea la cuestión de escribir algo sobre un amigo. Un compañero de curro. Un confidente. Un tipo excepcional que se ha ganado a pulso una jubilación en todas las acepciones de la palabra.
               Cuando conocí a Paco Castro ya sabía que estaba frente a un tipo fuera de lo común. Su saber estar, su educación, su laboriosidad, su disposición…, indicaba que iba a ser mi mano derecha (izquierda, más bien), en la nueva responsabilidad laboral que yo iniciaba.
               Nos reconocimos en la Universidad, porque, sin saberlo, seguro que ya nos habíamos visto muchos años antes; en la Costa. Trabajando en esa franja de litoral que tanto trabajo ofrecía (y sigue ofreciendo), a muchos malagueños. Él camarero, yo músico. Un binomio muy unido en aquella época. Y de esta etapa de nuestra vida hemos hablado muchas veces. De los placeres y de las miserias laborales que nos ofrecían ese período.
               Paco, se vino de Cijuela (Granada), cuando era muy joven. Tiempos difíciles que capeó en la costa. Y, como todo lo que hace Paco Castro, lo culminó con matrícula de honor. Su honradez y responsabilidad siempre le llevaron a responsabilidades mayores allá donde tuviese oportunidad de trabajar.
               Como a él le gusta decir, es un “Granameño” (granaino y malagueño). Su familia, sus amigos, su Málaga y su Granada, son sus pasiones. A la que hay que añadir el trabajo, porque Paco es un currante de los que van quedando muy pocos.
               No tengo ni idea de cómo dos tipos como nosotros, terminamos trabajando en la Universidad. Pero el caso es que aquí hemos cubierto una etapa vital, codo con codo. Y esto ha sido un privilegio para mí. Hemos compartido muchas horas en el trabajo. En el horario habitual, y cuando no era tan habitual estar en él; pero la responsabilidad (que nadie nos exigía), nos empujaba a ello.
               Paco Castro se ha convertido por méritos propios en un icono de las Facultades de Psicología y Ciencias de la Educación; a las que siempre se ha entregado en cuerpo y alma. No se pueden imaginar la cantidad de gente que le saluda por la calle, o la de Alumnos y alumnas; docentes, Personal de Administración y Servicios, que muchos años después de haber terminado su etapa en las Facultades, han venido a saludarlo y darle las gracias por su buen hacer. Y es que éste es un tipo que se hace querer.
               Pero ahora se larga a disfrutar de la vida. Bueno, a disfrutarla un poco más, porque Paco, es de los que le ha gustado disfrutar el día a día. La diferencia ahora es que no tendrá que venir a currar; porque se jubila. Igual que hicieron: Maruja y M. Carmen Rojas, que junto con Vicente -al que no tuvimos la oportunidad de celebrar su jubilación-, formaban esa columna vertebral de una conserjería que recibieron con todo por hacer, y que, gracias a ellos (y a algunas benditas incorporaciones que se empaparon de ese espíritu), no ha parado de progresar, y mejorar en todos los sentidos. Todo, a pesar de algunas políticas organizativas, que impiden que gente como ellos (que son los que saben de la cuestión), tengan oportunidad de progresar y hacer que su opinión sea oída. Y es que ésta institución se está volviendo, al menos para algunos sectores del personal, muy elitista. Peor para la institución. Peor para todos.
               Pero esas cuestiones ya no van a preocupar a Paco. Ha dicho todo lo que tenía que decir en su momento procesal justo. Ni antes ni después. Se le podrá acusar de algo, pero desde luego, nada de que vaya por detrás. Paco es un tío cabal. Tan íntegro que ha terminado su etapa en la UMA, con la calificación de CUM LAUDE.
               Disfruta amigo, te lo has ganado a pulso.