Tengo
una amiga que también tiene la manía de escribir todo aquello que le da la gana
en un blog. Lo malo es que lo hace muy de tarde en tarde, privándonos así de
unas lecturas que siempre son muy interesantes y dan para mucha reflexión. Pero
bueno, allá ella; nosotros nos lo perdemos.
El
caso es que no hace muchos días publicó lo que por ahora ha sido su última
entrada. La tituló: Bailar a la orilla
del mar (http://laberintodecristal5.blogspot.com.es/?view=classic), en esta entrada, ya verán, mi amiga habla de una
curiosidad que le ocurrió (o se inventó, vete tú a saber), sobre una pareja que
bailaban a la orilla del mar. No les voy a contar el artículo. Léanlo si
quieren reflexionar un poco. Yo lo hice y al terminar su lectura me decidí a
escribir un comentario en su blog, y ahí estará supongo.
Bueno,
como ven hasta aquí nada de extraordinario. Sin embargo, a la hora de darle a
publicar el comentario, el ordenador. Sí han leído bien: el ordenador, me
preguntó (sin comillas ni leches, a jierro), que le demostrara que no era un
robot. Tiene cojones la cosa, eh? Además no le bastó con que se lo jurara por
mi madre mirándole fijamente a su pantalla. Nada. Además en el colmo de la
deshonra, me puso por delante unas fotos de muy mala calidad, y me pidió que
señalara todas aquellas que, o eran galletas o pertenecían al género de las
galletas. Galleta la que te daba yo a ti, pensé. Pero ya que me había tomado la
molestia de escribir unas palabras para la autora del blog, decidí demostrarle
que no era un robot.
Así que, de las seis fotos, cuatro eran manifiestamente una cosa distinta a
galletas o algo parecido. Una eran unas galletas de toda la vida, pero otra…
joé, una de ellas no tenía ni puta idea de si eran galletas (como ahora hay
galletas de todo tipo, forma, sabores, colores…), o eran panes de pueblo,
discos de embrague, o un carrillo de cojinetes. El caso es que también la
señalé y, bingo. Quedó demostrado que no era un robot. Uf.
Pasado
este trance, me dio por reflexionar sobre la cantidad de veces que, a lo largo
del año, semana, incluso día tenemos que demostrar que somos lo que somos y no
somos lo que nos preguntas que si somos. Que no?
A ver, estamos obligados (los que
tenemos vehículos), a pasar la ITV, para demostrar que nuestro coche puede
seguir circulando. Nuestras casas tienen que pasar la ITE, para demostrar que,
al menos ese día, no se van a venir abajo. Si te lías con trámites de
administración, no te extrañe que te pidan una fe de vida, exacto, para
demostrar que estas vivo, o un certificado de penales, para demostrar que no
estás (de momento), en el talego. Fotocopias del DNI, para demostrar que eres
residente… Y por si no fuesen suficiente las peticiones de demostraciones que
te puede pedir la cuestión administrativa, la sociedad se ha inventado unas
pocas. Qué pasa si no le llevas un regalito a tu parienta el día de los
enamorados? Pues eso, que demuestras que no estás enamorado. O a tu madre/padre
el día de la madre/padre…
Pues saben qué les digo. Que al final no
me pareció tan deshonroso el tema de las galletas. Ya me gustaría que el
próximo día cuando tenga que ir a demostrar que mi coche, a pesar de los 22
años que lleva soportando mi culo, sigue funcionando de puta madre, en lugar de
tener que pagar una pasta y soportar que algún que otro empleado lo eche para
atrás porque hay una mota de polvo en el salpicadero, me sentaran una mesita
con varias fotos de gente andando por la calle y me preguntaran: “Si su coche
funciona correctamente y no tiene pasta para cambiarlo, señale en cuales de las
fotos que le han presentado, figura el gilipollas que diseñó el programa de las
galletas para demostrar que usted no es un robot”.
Palabrita del niño Jesús, me encantaría.
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