martes, 20 de septiembre de 2011

¿ERES TONTO?

No, es sí, y sí es sí ¿Eres tonto?
Seguro que alguna vez jugaron a esto. Bueno, yo no es que jugara mucho a eso, pero las niñas de mi instituto, sí que me lo preguntaban día si y día también. Y ya ven; contestara lo que contestara, se concluía que yo era tonto. En fin esas eran las cosas que ocurrían en un instituto mixto. Eso sí, los niños a un lado y las niñas a otro, y, en medio Fernández, el conserje. Cualquiera se pasaba un pelo, je. Fernández era guardia civil retirado. De los de antes. Imaginen a este hombre -que en el fondo era un buenazo-, con la campanilla de bronce por los pasillos que hacían de frontera entre lo femenino y lo masculino.
Pero vamos a lo que vamos. Para evitar que un coro de niñas se rieran de mí diciéndome que como, no era sí y yo había dicho que no (que era sí), pues era tonto; terminé contestando que si, con lo que igualmente se reían de mí, pero al menos evitaba la explicación de tan extraña regla, del no y del si que resultaban ser una cosa distinta.
De modo que de ahí puede venir mi facilidad y rapidez a decir que si. Y claro, ni se imaginan en los berenjenales que me meto. Porque claro, una cosa es escribir para consumo propio o por cortesía, y otra muy distinta es decir que sí, cuando alguien te dice: escribe algo para mi. Eso es un encargo, y cuando se dice que sí, se convierte en un compromiso, y ahí empiezan los problemas y, o rompes el débito, o coges el bolígrafo y empiezas a estrujarte los sesos. Literal. Además, la cuestión exige que el trabajito se realice en un tiempo prudencial. Porque claro, tampoco es cuestión de tardar meses o años en cumplir. Total, un lío.
Un embrollo que comienza con la elección del tema. Sobre qué escribirle a alguien. Qué parámetros seguimos para la elección del tema. Y, por si esto no fuese poco, hay que añadir la extensión que ha de tener lo que se escriba; que no crean que es un tema baladí. Ya saben: el tamaño importa.
Suelo inspirarme en aquello que leo en la prensa o detecto como preocupación en la sociedad, para ponerme a escribir. Por tanto, hacerlo por encargo, es una cuestión que nunca hice. Y ni creo que lo haga jamás. Por primera vez romperé mi compromiso y daré marcha atrás. Donde dije digo, diré Diego. Renuncio a coger el bolígrafo y estrujarme la pelota. No voy a conseguirlo.
Probablemente, esté siendo demasiado duro conmigo mismo, y bastaría con escribir cualquier cosa, simplemente pensando en que va dirigido a esa persona. Creo que si eso lo percibe el remitente, se habrá acertado aunque no se haya mencionado ni una sola vez el nombre de ese alguien; aunque eso se me antoja aún más complicado. Por tanto, queda descartado. Igual me decido a escribir todas estas cosas que ahora reflexiono.
Aunque, bien pensado, prefiero irme a un lugar apartado y comprobar, a grito pelao, cómo suena mi voz cuando digo que no.
-No es sí, y sí es sí ¿Eres tonto?
-Sí
Joder, empezamos bien.

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