martes, 20 de septiembre de 2011

CARRIE y LA BOMBA

         No soy de la misma opinión que esa legión de improvisados críticos musicales que, año tras año, lanzan su particular cruzada contra ese fenómeno  llamado: La canción del verano. Tampoco pretendo defender ese tipo de canciones a capa y espada. Es cierto que como composición musical dejan mucho que desear; son simplonas en música y letra. Y no se debe  caer en el error de alegar esa simplicidad como méritos. No nos equivoquemos.
El éxito, desde luego no lo alcanzan de puntillas, más bien les llega por los talones que seguramente alguien firma. Si no, calculen cuanto cuesta la promoción que se hace en los medios de comunicación audiovisuales.
Se aprovecha cualquier serie televisiva, programa, anuncio, etc., para que esa canción  no nos suene a chino cuando llegue la época estival. Después, las fiestas y las ganas de diversión terminan por consolidarlas. Pero a pesar de todo, en mi opinión, no se les puede negar un mínimo de virtudes: Incitan al baile, no hay que tomar clases para que nos enseñen los pasos, favorecen la integración en grupos y la participación familiar, son divertidas y de fácil asimilación, estimulan la memoria musical...
           Dice el escritor Stephen King: “Mis novelas son a la literatura, lo que un Mc Donald a un restaurante“, (no recuerdo literalmente la frase, pero en cualquier caso el sentido no varía). A pesar de la autocrítica gastronómico-literaria, es un escritor de éxito, y en esa línea sigue publicando; lo que nos lleva -y esto es lo bueno- a que más gente acceda a la lectura.
Pues bien, utilizando la frase del autor podríamos decir: “La canción del verano es a una composición musical de calidad, lo que las macetas de mi vecina a los jardines de La Cónsula”, o cualquier otra chorrada por el estilo. Pero cuidado, no nos pasemos con las críticas que luego llegan nuestras fiestas, y nos pueden pillar en cualquier esquina con la mano en la cintura y el movimiento sexy.
Básicamente estas canciones  tienen la finalidad de hacernos pasar un buen rato. Y si no, díganme ¿Prefieren ponerse a bailar pegados a pleno sol? ¿Se imaginan las verbenas de las fiestas del Carmen, animadas con la banda sonora de Titanic? En fin, bromas aparte, creo que las canciones del verano, en general,  cumplen su objetivo.
           Lo negativo de toda esta historia sería que se encumbren a estas composiciones. Si nuestros jóvenes, y no tan jóvenes, las toman como modelos del no va más; apaga y vámonos. No saben lo que se pierden.
La Educación Musical tiene que abarcar distintos tipos de audiciones. Sabemos que la música nos influye. Por tanto, esto nos creará estados de ánimos diferentes. No se nieguen la oportunidad de descubrir que determinadas melodías, sonidos y tempos, les ayudan más que otras en el trabajo, en los estudios, a relajarse, a conducir, etc. 
En fin, les decía que las canciones del verano tienen su utilidad. A algunos nos sirven para saber los discos que no tenemos que comprar; sin que ello signifique que luego no se sepa cantarlas o bailarlas. Y si me apuran, hasta tocarlas con algún instrumento.
Si yo les contara.

4 comentarios:

  1. ¡¡¡ Las macetas no serán las mias...!!!! Como siempre un placer leer tus articulos....yo no escucho las canciones del verano, pero tengo mi música...que al igual que los lores y sabores de mi cocina me hacia viajar y soñar.

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  2. Bueno, tu tienes bonitas macetas, y de olores ni hablamos. Realmente, por lo que veo (que no probado aún !!!!), eres una creadora de la cocina. Espero que tengas oportunidad de exportar todas tus creaciones. Sería un placer ponerle música a algún plato tuyo. Saludos.

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  3. Totalmente de acuerdo contigo. Artículo estupendo como ya nos tienes acostumbrados, gracias por escribirlo.

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    1. Muchas gracias Inma, por ser tan generosa en tu comentario; y más viniendo de alguien que, como tú, ejerce la escritura con maestría. Gracias por leerlo.

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