miércoles, 25 de enero de 2023

VOLAR

 

Siempre se levantaba al alba y buscaba las gotas de vida de su maltrecho grifo para que acariciasen su cara. Más tarde, como un ritual, en todo su cuerpo. Daba los buenos días a esa figura reflejada que cada día reconocía menos. Pero, al menos, le ofrecía una sonrisa, aunque él no correspondía, la figura insistía. Un par de veces, o miles, la mandó a la mierda. Ni caso, ella a lo suyo.

Elegía su vestimenta con cuidado, le gustaba ir conjuntado, o intentarlo al menos. Era presumido y no lo ocultaba. Solo lo limitaba la calidad de su armario. A veces, cuando ya estaba listo para no ir a ningún sitio; hablaba en voz alta. No es que se le estuviera yendo la pelota, es que lo consideraba un ejercicio necesario y terapéutico.

Luego cogía sus auriculares y se disponía a volar. Era un tipo interesante, no digo que listo ni inteligente, pero sí muy interesante. Tenía una especial habilidad para detectar temas musicales que no dejaban a nadie impasible. Alguna vez en una reunión un tanto aburridilla, había puesto su selección (tenía varias), y había cambiado la dinámica de esta. La gente empezó a moverse poco y mal, pero las conversaciones se hicieron más divertidas y las risas hicieron el resto.

Y él volaba sin ni siquiera agitar los brazos. Y, a veces, lloraba. Tenía la capacidad de emocionarse, limpiamente y sin ambages. Y pensaba en cómo podría explicar a la gente la maravillosa experiencia de escuchar música. No oirla; escucharla; . De reconocer los instrumentos que suenan, de apreciar los arreglos, y detectar a los que, estando en segundo plano, dan carácter a todo un tema musical. Los millones de matices que tienen las canciones que se han ganado el derecho a llamarse así.

Así pasaba los días; en soledad, peleándose con el espejo, arreglándose para no ir a ningún sitio, acariciando un piano que se resistía a darle todo lo que su cabeza demandaba.

Y volvía a sentarse para quitarse los zapatos y ponerse un chándal viejo, para seguir estando con su única compañía y meterse en una cama fría y cómoda, pensando en que mañana será distinto. Igual, ya ni le sonríe la figura del baño. O el grifo ha dejado de gotear.

 

                                                                                                              Luis Navajas

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