Venga, sé sincero, sé
sincera. ¿Cuánto hace que no has bailado en compañía? Pues no sabes lo que te
pierdes. Si por el contrario es algo que haces con relativa asiduidad;
felicidades. Yo suelo hacerlo con menos frecuencia de lo que me pide el cuerpo.
Pero vayamos por partes.
No me refiero a bailar en una discoteca, sala de baile, bodas, etcétera. Mi
pregunta es: ¿Bailas cuándo oyes esa melodía que te anima a ello? No me digas que no te entran ganas de moverte en las situaciones más cotidianas
(parado en el semáforo, viendo la tele, en el bar de la esquina…). ¿Lo has hecho alguna
vez? Yo -ya te digo-, algunas veces sí, y te aseguro que se queda uno/a como
perro al que le quitan pulgas. He bailado -y pienso seguir haciéndolo-, en
aparcamientos, semáforos, salón de mi casa, terrazas (públicas y privadas),
cocina… Además, ver la cara con la que te mira la gente de tu alrededor, no
tiene precio. Bailar por impulso no es lo mismo que hacerlo para exhibirse,
para demostrar lo que se ha aprendido en la academia, o para cualquier otro tipo
de cuestiones estéticas. Bailar es compartir. Hay quien dice que la música es
el único arte que nos acompaña en el tiempo y que transcurre a la vez que va pasando
nuestra vida. Eso dicen, y yo estoy totalmente de acuerdo.
Claro que en todo esto
hay que contar con el factor del miedo al ridículo. Una gilipollez que, más o
menos, todos tenemos cual espada de Damocles. Pero si eres de los que puedes
dominar esa sensación tan incómoda, disfrutaras un montón y descubrirás cosas.
Pequeñas cosas: una mirada que creías pasada, unas expresiones que el tiempo y
el hastío habían borrado, unos deseos que se niegan a rendirse a los años… Por
favor, no te pierdas más esos momentos en los que la música te susurra que la
acompañes. Además, para facilitarte la cosa, te diré (aquí mi teoría), que, si
realmente te da corte hacerlo, no hace falta que te pongas a dar brincos en
medio de la calle o de la oficina solo. No. Si no tienes al lado a esa persona
con la que te gustaría compartir ese momento mágico, puedes bailar con ella/él a través de las palabras, llámala o escríbele. “Cuéntale” la canción que te ha
incitado a cometer esa pequeña y maravillosa locura, y que la quieres compartir
con ella/él. Explícale lo que estás sintiendo en ese preciso instante. Si estas
confidencias se producen en ambos sentidos; estaréis bailando. Además, oír
música junto a alguien que amas es como bailar con ella. Así que ya no tienes
excusa.
¿Me concedes este baile?
.
Luis Navajas
Muy bueno, me gusta mucho porque es lo que yo suelo hacer.Gracias por estas palabras
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