Lo siento, no podía
quedarme callado ante la canallada que he visto cometer a la reportera de la
televisión Húngara, Petra Laszlo; más conocida como “Petra la zancadilleadora”.
A la tal Petra la han pillado con la pata en alto. Pero no crean que iba a mear
o algo así. No. Ella zancadilleaba a niñ@s o personas que l@s llevaban en sus
brazos, para que cayeran al suelo y así tener unas imágenes más impactantes de los refugiados
sirios que corrían buscando una oportunidad en tierras extrañas. Ya saben, la
noticia con sangre entra. Qué pena.
De todas formas, la metedura de pata de Petra
Laslo, va a quedar como una anécdota ante la marea solidaria que se está dando
en Europa en estos momentos. Hay muchas Petras esperando en los andenes de
Alemania, Austria, Hungría, España…, no para poner trampas a los refugiados. Estas están ahí para ofrecer alimento, alojamiento y ropa
a los recién llegados. Gente que ha pedido permiso en su trabajo para irse a
esperar a estos desplazados de una guerra, como todas, injusta e inhumana. Quizá a alguna Petra, en otro lugar, le ha tocado
curar las heridas que hubiese podido ocasionar esta Petra Laszlo de los cojones.
Siempre habrá quien está dispuesto a derribar a otras personas, pero también habrá quien estará ahí para tenderle una mano, sin que esto signifique que hay
equilibrio. Ninguna maldad cometida por un desequilibrado tendrá contrapartida
que la compense.
También
he leído que la que realmente ha salido zancadilleada ha sido la propia
reportera. La han despedido. Vaya papelón el de la carta de despedida: “Le comunicamos su cese inmediato, por haber
metido la pata”. Sin más.
Pues sí, se lo tiene
merecido. Si no hay por allí alguna cadena de estas que les gusta contratar a
la especie carroñera, la tal Laszlo, tendrá que ponerse en la cola de las
oficinas de empleo para poder sobrevivir. No me gustaría encontrármela en esa
cola. Sabiendo que, para obtener unas imágenes, ha sido capaz de tirar al suelo a
personas desvalidas; qué no será capaz para pillar un currelo. Miedo me da.
Veo las imágenes una y
otra vez. Trato de ver en esa mujer -entre tanta maldad de la que hace gala-,
una acción de solidaridad, compasión, empatía…, pero no hay nada de eso.
Sí me llama la atención
su vestimenta; va completamente (pantalón y camisa), de ropa vaquera. Como si
se hubiese preparado ese día para conducir ganado al que otros desalmados también tratan a patadas. Toda una premonición.
Supongo que fue vestida
así porque ese día el uniforme nazi lo tenía en la tintorería.
Gracias por tu artículo ya que desconocía la noticia.Esta especie (me niego a llamarla persona) deberían conocer que es no tener casa, trabajo y nada en el mundo, a lo mejor a ella no le daban la patada como sí hizo ella a otros.Me ha gustado mucho
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