sábado, 19 de septiembre de 2015

LA BICICLETA Y LOS ORIENTALES



Lo reconozco, estoy enganchado al deporte. Por lo menos una vez al mes tengo que moverme y sudar lo justo. Lo malo es que aún no tengo muy claro qué deporte me engancha más. Mi cardiólogo me recomienda andar. Pero andar, uf, cansa, es aburrido y deprimente. Sobre todo cuando vas a paso de tortuga, con la lengua fuera y te adelantan un montón de personas corriendo y cascando más que las cotorras. ¿Hay gente que tiene más de dos pulmones?
La otra opción es la bicicleta. Esta ya me convence más. Me suelo decir, que si hay que hacer deporte, por lo menos  que éste sea sentado. Aunque decir sentado tratándose de una bicicleta con esos sillines que ahora les ponen (en mi época llevaban hasta muelles), es mucho decir. Pero bueno, tengo una bici. Por supuesto, como todos los carrozas como yo; heredada de mis hijos. Y, aunque  le cueste trabajo creerlo, la uso. Suelo ir pos lugares fáciles y llanitos.
Y en esas andaba yo el otro día. En unos de mis paseos en los que, como es habitual, me van adelantando todo quisque; los/as niños/as, sus padres y madres, los abuelos (a las abuelas, no las veo), sus primos/as... En fin, ya digo, solo veo culos en bicicletas. Además suelo parar cada cien metros, básicamente para respirar y no morir en el intento de llegar al final de mi camino.
Pero el otro día me ocurrió algo extraño. A lo lejos divisé a un grupo de japoneses/as o chinos/as, quien sabe, que trataban de acercarse a toda esa gente que me iban adelantando. Claro, a mí me pillaron en una de mis paradas, así que no tuve más remedio que intentar comprender lo que me decían. Me enseñaron la cámara de fotos y, rápidamente, imaginé que lo que querían era que yo les hiciera una foto del grupo completo, así que me dispuse a ello. Pero, en cuanto tomé la cámara que me ofrecieron, todos/as se situaron detrás de mí. La luz, pensé que me indicaban que esa era la mejor ubicación para una mayor calidad de la foto. Así que me di la vuelta y… otra vez se pusieron a mi espalda. Pero ante la cara de gilipollas que debía tener yo, se esforzaron por comunicarse conmigo y me dijeron: Telfie. Tipical ciclista español.
Joé, querían un selfie conmigo! Por supuesto les dije que “ti”.
Me presenté. Les dije que era Felelico Maltin Bahamontes, y estoy entlenando para el Toul. Añadí que unos ladlones me habían lobado la bici de calelas y la lopa de competición.
Si no, qué coño iban a pensar de un tipo que va en una bici que se cae a pedazos, con unos calzones cortos viejos, polito a rayas que hace años ya que vivió sus mejores épocas, zapatillas azules y calcetines (blancos, qué coño) y sudando como un condenao,
Eso sí, después tuve que volver andando de la risa que me dio todo este lio de los orientales. Si en circunstancias normales me falta el aire, riendo ni les digo.


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