martes, 15 de noviembre de 2011

VENDÍA HUMO (Publicado julio-1998)


        En el libro “El Médico” de Noah Gordon, hay un fragmento en el que Barber le dice a su joven aprendiz de cirujano-barbero Rob: “Cuando muera y haga cola ante las puertas –dijo Barber- San Pedro preguntará, ¿Cómo te ganaste el pan? “Yo fui campesino”, podrá decir un hombre o “fabriqué botas a partir de pieles”. Pero yo responderé “Fumus Vendidi” –dijo jovialmente el antiguo monje y Rob se sintió con fuerzas para traducir del latín “Vendía Humo”-.
        Barber. Fabricaba y vendía bajo la promesa de extraordinarios poderes curativos, un brebaje al que llamaba “Panacea Univeral”, del que salvo el efecto placebo, poco había que esperar. Pero había que ganarse la vida, y, por tanto, no tenía reparos en mentir para ello. Aunque claro, en el siglo XI, que es cuando transcurre la historia, podría tener alguna disculpa. Sin embargo, que se siga practicando hoy día, tiene bemoles. Y eso es exactamente lo que ocurre cuando nos presentan un programa electoral, proyecto de gobierno o similares. Se nos está ofreciendo la panacea universal para que la compremos. Sólo que, en este caso, la moneda de debemos utilizar es nuestro apoyo. Nuestro voto.
        Que nos intenten vender, o nos vendan la panacea universal, a sabiendas del escaso o nulo poder remediador; es una putada. Pero lo que no es admisible, desde mi punto de vista, es que los recipientes del brebaje que nos vendan, para unos contengan la panacea -por muy inútil que sea- y para otros no. Un programa electoral, proyecto de gobierno, o cualquier tipo de compromiso que, escrito o no, se haga público, no es un asunto que afecta sólo a los seguidores incondicionales del mismo.
        Cada uno de nosotros, afortunadamente, tiene la libertad absoluta de dejarse engañar por quien quiera. Pero una vez que hemos elegido, sea cual sea la situación que se haya ocasionado, hay que exigirles a nuestros representantes legales que mantengan una actitud de coherencia, respeto y vigilancia. Que no ejerzan nunca de prepotentes o intolerantes.
        Si nuestra elección no fue suficientemente apoyada, qué le vamos ha hacer. Que se de apoyo a todo lo coincidente con nuestra propuesta, o en su defecto, a aquello que sea; serio, coherente, razonable y, por supuesto, beneficioso para la ciudadanía. En cambio, hay que mostrarse crítico y valiente ante lo manifiestamente injusto o perjudicial. Todo, sin entrar en descalificaciones personales de ningún tipo. Y, por supuesto, libre de adoctrinamientos. No hay que limitarse a boicotear las acciones propuestas, sólo porque no son las nuestras. Ni hablar. Si estar al frente de una administración y hacerlo, al menos, limpia y honestamente; ya es complicado. No lo es menos hacer una oposición seria, creativa y respetuosa.
        Si, por el contrario, fue nuestra elección la triunfadora, entonces el trabajo se presenta doblemente duro. Además, hay que mantener una vigilancia especial para detectar y rechazar, a aquellos que cercanos a nosotros sólo pretenden beneficiarse de la situación. Desde luego, lo que no puede ser es dedicarse a machacar a los perdedores. La alternancia es un juego democrático.
        La puesta en marcha de los compromisos propuestos, no pude depender de que se obtenga una mayoría o no. Lógicamente, contar con un gran apoyo lo hace más fácil. Pero los compromisos están ahí, y en beneficio de todos, se debe trabajar por sacarlos adelante, mediante estrategias de negociación, diálogos constructivos, consenso, imaginación, respeto…
        Por tanto, si en lugar de, y en contra del sentido común, se utiliza la táctica de pasar el rodillo, crear estados de miedo, insultar, dividir, confundir, ir de víctimas, mentir, etc. etc., por muchas panaceas universales que nos hayan ofrecido, esto no lo sacamos adelante. Además, dirán, y con razón, que “Fumus Vendidi”.

1 comentario:

  1. Tema de actualidad ahora que hemos dado un cambio ¿radical? de gobierno. ¿se quedará sólo en humo? lo malo es que somos muchos los fumadores pasivos

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