martes, 22 de noviembre de 2011

MARCANDO EL PASO

Tengo la sensación de que nos están engañando como a chinos. A todos. Quizá la diferencia esté en que unos ni nos enteramos, y otros lo saben; pero como están sacando tajada se hacen los longuis. Sea como sea, nos la están dando con queso. O al menos a eso huele.
 A qué me refiero. Pues al tema tan de moda, de la unanimidad en las cuestiones que debe tratar un Partido Político. A esa ansiedad por mostrase sin fisuras. Una cosa es mostrar coherencia a la hora de actuar, y otra muy distinta, mantener una disciplina que anule cualquier intento de debate o aportación individual.
Personalmente no me fío ni un pelo de esas unanimidades que jalean aquello que el jefe ha propuesto. Qué quieren que les diga. Me traen recuerdos de mi infancia. En aquella época se daban muchas. Creo recordar que hasta hubo un Referéndum que arrojó un resultado unánime.  En fin, la vida.
En mi casa, que somos cuatro gatos y un perrito, no nos ponemos de acuerdo en muchas cuestiones, lo que da lugar a que se originen debates interesantes. Hasta el chucho tiene derecho a sus ladridos de opinión. Por eso mismo me mosquea que todo un Partido Político -en el que sin lugar a dudas hay múltiples puntos de vista-, se muestre, y presuma de ello ante la opinión pública, como hace la derecha, de que no hay nada que debatir, justificar o someter a debate interno: Lo que diga el jefe va a misa. Eso no es enriquecedor.
El progreso se ha ido forjando a base de poner en crisis postulados anteriores. No digo que no haya que llegar a consensos que cierren capítulos ante temas surgidos, ni que haya que perderse en discusiones eternas que no conducen a nada. Lo que expreso, es que la forma de llegar a esos acuerdos debe ser más participativa, dialogada, cuestionada, analizada... Todo ello garantiza un resultado con más amplitud de miras que la simple aceptación de la directriz emanada desde arriba. Una votación en el seno de un partido político, donde la única duda sea si el voto afirmativo que hay que dar, en aras de la unidad y todo eso; lo tienen que escribir en mayúsculas o minúsculas, dice mucho sobre la libre expresión que tienen sus afiliados.
De cualquier forma me gustaría que me entiendan. Por supuesto que hay veces que se dan las unanimidades. Eso no es malo, siempre que no empiece a ser una sospechosa costumbre. De igual forma que no es diabólico, más bien todo lo contrario, que ante cualquier decisión, solicitud de apoyo, elección o lo que sea, se acepten -como cosa muy saludable-, que haya personas que cuestionan las propuestas, e incluso tengas otras.
No sé si alguien ya lo dijo -supongo que sí-, pero en mi opinión, un par de unanimidades ante sendas propuestas; las convierten en una buena situación. Entre tres y cuatro;  ya parecen, más bien, coincidencias. Más de eso, es entrar en el territorio de la sospecha.
Hace años escribí: “Que la izquierda tenía que soportar un aluvión de críticas por no mostrarse como un partido que actúa al toque de campana. Que por parte de cierto sector de medios de comunicación, se convertía en centro de críticas por hacer las cosas de forma participativa, y por dar cabida a voces que quieren expresar otro punto de vista. Desde luego que, como en toda posición política que se precie, existen corrientes de opinión. La diferencia es que en unas las expresan libremente, y en otras hay que susurrarlas en los pasillos”. Pero eso lo escribí en su día. Ahora no estoy tan seguro de que la izquierda vea de buen grado una corriente crítica.  Aunque bien analizado, son las personas las que movidas por otros intereses inconfesables, pero evidentes; ordenan la limpieza de los disidentes. Lamentable. Sin embargo no renuncio, y sigo trabajando por ello, para que la honestidad , la democracia y el respeto -entre otros muchos valores de la izquierda-, sean siempre una realidad entre los progresistas.
En fin, he decidido por unanimidad conmigo mismo, que lo voy a dejar aquí. Ahora, como siempre, se lo daré a leer a mi mujer… Y esto me hacer recordar que, en los últimos escritos que he sometido a su opinión, me ha dicho que coincidía plenamente conmigo.
 ¿Se habrá comprado ocho pares de zapatos más, y no me he dado cuenta?

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