A veces, no se
sabe bien por qué, los astros del destino se alinean de tal forma que te
ocurren cosas por las que siempre has de estar agradecido. No me refiero a que
te toque el cupón o la lotería, o no tengas una desgracia en la familia y
conocidos. Eso va de suyo. Yo me refiero a cosas que ocurren y que, en cierta
forma, cambian tu vida o te aportar valores que son dignos de atesorar.
Resulta que,
un día o noche cualquiera, vas y te das de bruces con alguien que te cambia
algo. Algo que hace que te replantees situaciones y actitudes. Y empiezas a oír
y ver a una persona, o varias, que… no es que te digan que son felices y están
agradecidas de su situación; sino que realmente tú lo ves así, o al menos,
ellos te hacen ver que es así. Además, esta gente te presta atención y, en
cierta forma, da valor a lo que tú le cuentas que haces, dices o escribes. Y,
seguramente, pensarán que tú también estás tan plenamente en paz como los están
ellos. Y todo eso está muy bien, porque, a pesar de todas las dudas que flotan
en una relación tan casual y extraña como esa, te vas moldeando. Asimilas -si
estas abierto a ello-, nuevos valores y actitudes. Hasta tal punto que,
inevitablemente, va creciendo un vínculo entre las personas. El lenguaje, no
solo el hablado, sino también el corporal, (el de los ojos, de los gestos)…va
evaluando a la otra persona. Quizá sin querer hacerla; pero
inconscientemente se hace y, por los motivos que sea -puede que por el ambiente
que os rodea-, esa calificación empieza siendo un progresa (un 5 de toda la
vida); a un progresa adecuadamente o una nota más alta. Y tú eres plenamente
consciente de que no has dicho nada extraordinario, que eres así y, por tanto,
también infieres que la otra persona es igual; Sincera (con defectos, pero
sincera).
Y, de un encuentro casual, pasas a una cita informal,
y luego a otra más programada y… Y llega el momento de expresar tus dudas y
abrirte en canal (me gusta esta expresión y, además, le da un toque dramático a la cosa). Pues en ese momento es cuando te has de
plantear, tú o la otra persona, si tienes cabida en esa vida perfecta (al menos
para ella/él). Y eso es un ejercicio duro, porque puede significar renunciar a
algo que te trastocó tus cimientos. Pero es honesto, es lo menos que se merece
la persona que se sincera ante otra.
¿Qué pintas tú,
un recién llegado, en una vida perfecta que lleva muchos años funcionando sin
ti? ¿Qué coño haces ahí en medio? ¿Haces falta? O… simplemente, vienes a estropear
el cotarro.
Dice un
proverbio Indú: “Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el
silencio”. Y yo tomo prestada esta frase para, siguiendo mi línea musical,
hacer una versión: “Cuando te metas en una relación, procura que tu presencia
sea mejor que tu ausencia”. Y eso no es fácil; pero sí ayuda a contemporizar la
situación. Tenerla presente puede significar no joderte/no joderle el asunto a ti
u a otra persona.
Quizá estás
pensado que presento la cuestión de relaciones, de una forma muy fría y
calculada. En absoluto es mi intención; Se trata de respeto, cariño; quizás
amor incipiente, hacia esa persona que ha aparecido de la nada, como suelen
ocurrir las cosas más bonitas de este mundo en decadencia a poco que nos
descuidemos.
¿Te necesito?
¿Me necesitas? No de hoy para mañana. Sino un “creo que te necesito y vamos a
ver qué pasa”. Alguien me dijo una vez que ella quizá tenía una vida demasiado perfecta
(o algo por el estilo); Eso abrió un debate el que yo defendí que “demasiado”
no significaba mejor, incluso, a veces, podría ser peor; se podría convertir en
sinónimo de inasumible o inabarcable. Pero a mí eso ahora no me interesa. Ya
no. Ahora pienso en que las cosas hay que aceptarlas sabiendo qué consecuencias
tienen. Y, se ha de ser honesto con uno mismo y con la otra persona, y si resulta
que esa maravilla que se te ha presentado ante a ti, te cuenta que tiene una
vida plena -o eres tú quien lo proclama-, en el amplio sentido de la palabra;
lo que procede es que, al menos se hable mucho de este tema, o hagas mutis por
el foro. No por ti, ni por despecho; sino por saber que hay gente que disfruta
día a día de una vida perfecta (al menos para ella).
La vida
perfecta no existe. Son las personas las que hacen que su paso por aquí sea digno
de pregonarla como una experiencia maravillosa (que lo es).
Una vez leí en
la prensa – no recuerdo a santo de qué-, una carta de despedida de un chico
hacia una chica de la universidad. Terminaba diciendo: “Me gustas tanto,
empiezo a amarte tanto que creo no tener cabida en tu vida plena. Espero que
esto que parece un acto de cobardía, algún día entiendas que solo ha sido un
acto de honestidad y valentía. A partir de aquí, veremos que pasa. Quizá solo
necesitemos 20 segundo de valentía, o 3 minutos para conocernos más”.
Veremos.
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