martes, 4 de octubre de 2016

EL BOLIGRAFO DE DIOS O EL ESCARNIO A LOS MÚSICOS



Esto que van a leer, como diría el añorado Paco Gandía: es totalmente verídico.
Ya les dije en mi último artículo (http://lnavajas.blogspot.com.es/2016/09/a-la-basura.html), que había iniciado un proceso de limpieza. De todo. Así que, como es de esperar, van saliendo cosas de variado pelaje. Normal.
Pues en ello andaba cuando me aparece un recorte del Diario El Mundo fechado en 12 de julio de 1993. En ese trozo de papel amarillento, aparece un artículo firmado D. Pedro de Tena, titulado: Los 40 (poco) principales. Y lo introduce así: Los participantes de este festival sólo aspiran a ser teloneros.
Se refiere a una edición de la final del Festival de la Canción de Andalucía 93, que se celebró en Constantita (Sevilla). Y, como no tiene desperdicio, la reproduzco literalmente:
No buscan la gloria, sólo ser antesala de la gloria; no buscan ser cabecera de cartel sino simplemente teloneros de las primeras figuras. En el Festival de la Canción Española de Constantina nadie cree ya en milagros o sueños.
Macarena era ella, con su traje de volantes negros como la grima de la Pantoja y su divina pechera, excesiva, salvaje, a duras penas contenida por el corsé de la virtud. La noche era de libro y la luna creciente, mordiendo la penumbra de la Sierra Norte donde Constantina, una antigua ciudad con aires imperiales, cobijaba el Festival de la Canción de Andalucía 93.
Y Macarena, que no nació en Sevilla sino en  Málaga, sola en el escenario, se llenó de micrófono y de público, mientras surcaba el play-back con sus trinos de virgen en busca de torero. Era estrella invitada, libre ya de los nervios del concurso. Iba a cantar “para ser graciosa en la vida”, cuando henchida de emoción desafió a un público rendido y gritó “Música, maestro”. Desconcertado el dedo subalterno hizo clic en la máquina y la orquesta electrónica derramó la canción sobre la madrugada.
Constantina es un hermoso pueblo. Para llegar a él, hay que ser tan héroe como Indurain o ser burro. De los casi cien kilómetros que le separan de Sevilla, la gran mayoría son una horrible y sádica tortura diseñada por el Presidente de la Diputación (socialista) para castigar en el hígado electoral de Juan Antonio Rivera Menéndez, su alcalde (andalucista). La gente no se mata porque Dios existe.
En la calle Mesones, bajo las hojas de una platanera de madroño, una pancarta de antes de la guerra, anunciaba el Festival, un empeño de hace 17 años que continúa sin un duro y con más moral que el alcoyano, Andrés García Maldonado, un malagueño que se ha tomado a pecho la promoción de la cultura y el folklore andaluz. La Junta da un trofeo. La Diputación de Sevilla, disgustos y un millón y pico el Ayuntamiento de Constantina.
Sobre las serpientes de plástico por donde chillaban los kilovatios, tenían que competir diez grupos y cantantes que al final fueron nueve, porque un grupo no pudo o no quiso o no llegó. El nombre del conjunto, “Fallos Técnicos”, libera a los cronistas de más explicación.
En una megafonía que parecía dispuesta por los enemigos, Maribel, rubia y presentadora, que pasó un frío de morirse, jugaba al chico-chica con Rafael Acejo, locutor asimismo, mientras la calle, larga y escarpada, se llenaba de ardorosos constantinenses. Había de todo: manada de solteras, hordas de jóvenes, gallinero de hombres adosados a los bares y rebelión de niños.
El lío era explicar el sufragio universal que iba a decidir el ganador. Se daban papelitos con los nombres de los participantes y había que romperlos, sí rajarlos, pero, ojo, no del todo, por el lugar exacto en que estaba indicado el artista decidido. Y luego, a una urna de verdad, con su ranura y demás avíos.
Y comenzaron las actuaciones: La Senda de Oz era un grupo de Málaga. “Lo que queremos es que alguien se fije en nosotros y nos meta de teloneros en verano”, decía el del whisky en la mano. Alfonso del Valle, ya talludito y con 34 tacos, cara de Franco Battiato de provincias y poca suerte, mesó sus canas cuando un familiar suyo le dijo que “el sonido, fatal”. Afectuoso, estuvo.
De Loja eran los Laborde. Na, na, na, na, rockeaban. “Viento del Sur, llévame contigo al lugar en que nací…” Pero la gente no quería ser coro y se rebeló contra los ruegos de palmas. Rafael Ocaña era como José Luis Perales, clase media en su niki del sábado, adobado con el ron de Pablo Milanés.
Ellas y ellos eran Cañaveral, un toque de folk-song, melódico y amable. Cantaron Ella, la historia de una esposa que estaba hasta el gorro de la oficina del marido. Se abrazaron al bajar del tablado porque les salió bien. Y luego, Luis Navajas, que podría confundirse con Antonio Gutiérrez, el de comisiones, si no fuera por su guitarra eléctrica y sus Mil Miradas, mostró que tiene tablas y dunas de verano en su guitarra eléctrica. El jurado auxiliar sufría los ataques de los enfurecidos decibelios mientras Antonio José Prieto hablaba de amores clandestinos un tanto paleopitecos y La Troyca, más bien Doyka, reventaba al Ruiseñor, un machista que “llamaba la atención porque a las mujeres robaba el corazón”. Dublin, de Madrid, era el grupo que cerraba la noche aspecto existencialista y unos play-backs chivatos que cantaron de más.
Como, según parece el Sr. De Tena no quedó satisfecho, apostilló en un pie de foto de Macarena, lo siguiente:      ¿QUÉ ES ESO DE SER GANADOR? La televisión local subía los monitores y la democracia imponía su veredicto. 150.000 pelas al ganador y 20.000 a los demás. Alguno -como Macarena, en la imagen- tal vez un día habite los “40 principales”. Mientras tanto, sólo les alimenta la pasión  por la música. Carlos Alba, el humorista, desollaba los chistes con pericia. ¿El ganador? ¿Quién sabe de eso en este laberinto de perdedores?
Hasta aquí la crónica del evento. Uf, no tiene desperdicio eh? No recuerdo como cayó en mis manos la noticia, y pasado el asombro que me produjo, decidí enviar una carta al Director de El Mundo (que no se publicó), en los siguientes términos:
Sr. Director del diario El Mundo, adjunto le remito carta con el ruego de su publicación, amparándome en el derecho de réplica, ya que soy citado directamente en  una información aparecida en su diario el pasado lunes 12 de julio y firmada por el Sr. Pedro de Tena. Atentamente.
Y la réplica la titulé: LOS 41 (poco) PRINCIPALES.
Sr. Pedro de Tena, en primer lugar permítame que le dé las gracias por la crítica o intento de ella, que hace sobre la Final de la Canción de Andalucía, que aunque no comparto en muchos aspectos, es algo más que simples notas pequeñitas en el último rincón de cualquier periódico, al menos vd., con más o menos fortuna hace algo diferente. Hasta aquí mi agradecimiento.
Pero, Sr. Pedro de Tena, permítame que le explique el significado del título de mi carta. Porque si nosotros (los participantes), somos los 40 (poco) principales, usted se ha convertido en el 41, ya que solo aspira a ser aprendiz de poeta o articulista de segunda fila. Incapaz de liberarse del mosqueo que supongo le ocasionó el que le enviaran a Constantina (no sé si llegó como héroe o como burro, que dice usted que son las únicas formas de llegar a Constantina), y se ha dedicado a dar caña a todo lo que se movía en el escenario. Quizá en este apartado tendría que callarme, puesto que soy prácticamente el único que sale bien parado de su escarnio; el hecho de que me compare con el Sr. Gutiérrez (sí, el de Comisiones), me indica que no tuvo motivos musicales para hacer una crítica en su línea, y ya se sabe, a falta de pan… Sepa usted Sr. De Tena que yo no recorro más de 300 km, para llegar a ningún festival como perdedor anticipado, y, ni mucho menos mi sueño es llegar a ser telonero de nadie, ni nada. Mire, mi objetivo es dar a conocer mis composiciones y en estas sigo. Como supongo que durante el Festival estaba usted tan atareado pensando en con quien debería comparar a cada participante, no prestaría la atención a aquello para lo que fue usted enviado allí; la música, las composiciones. Le recordaré un pasaje de la letra de mi canción: “Y si no volvemos a vernos, un secreto te contaré, nunca mires con desprecio, ellos no lo saben hacer”. Atentamente.
Bueno, hasta aquí un trozo de historia. Un ejemplo de que en la música, como en cualquier actividad de esta vida, hay que saber levantarse tras un obstáculo.
            Del Sr. De Tena, no tengo nada que decir. Sigo sin conocerlo y tampoco sé a quién se parece. Ni si es un burro o un ciclista.  Él sabrá por qué decidió escribir una crónica de esa forma. Unos fuimos juzgados por algo para lo que no fuimos a un festival (no era un concurso de dobles, ni de canción española), y otros lo serán por lo que escribieron (incluida la pormenorizada descripción de la pechera de Macarena).

            Que le aproveche D. Pedro.

4 comentarios:

  1. Sigo diciendo que escribes muy bien....ere un artista no sólo con la música, sino también con las letras, nada más hay que leer como escribes y describes en tu blog.
    Con mi admiración...

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  2. La crítica fácil, es eso: fácil, que lo único que nos dice es que ni sabe hacerla ni es bueno escribiendo. Tu respuesta es digna de un buen escritor, fina, elegante y lo dice todo.Creo que le diste una lección, tanto como escritor como músico. Enhorabuena

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