lunes, 25 de julio de 2016

LAS BUENAS NOCHES DEL GILIPOLLAS


Hace pocos días me encontré con una situación de esas que no son muy agradables. Todo ocurrió cuando me disponía a depositar la basura en el lugar habilitado para ello en mi barrio. Por cierto, que el lugar habilitado para ello, es una bonita rotonda lindando con las aulas de preescolar de un colegio público, con lo que la rotonda está hecha una porquería, la acera una guarrería, los chaveas tienen que aguantar olores todo el día y, esa rotonda (con fuente incluida), da una impresión de país menos adelantado. Pero así están las cosas. En nuestra ciudad. Málaga. Lo único que interesa es tener una pequeña parte del centro  limpia y a los barrios que los parta un rayo. O dicho de otra forma; que se los coma la mierda.
Pues eso. Les decía que llevaba yo mis bolsas de basura (orgánica y elementos varios para reciclar), cuando en la penumbra veo una bicicleta apoyada en un contenedor, por un momento pensé que alguien la habría dejado allí, pero inmediatamente y de prácticamente de dentro de un contenedor salió una persona. Además equipada para su labor: gancho de hierro para alcanzar lo que sea que le interese buscar allí, y linterna de minero. Claro, el pobre hombre pensaría que lo único que le hacía falta es que ese tipo que se acercaba caminando a los contenedores, se volviera a su casa pedaleando. Con su bici.
Total, que repuestos del repullo mutuo deposité mis bártulos y él siguió con lo suyo. Ya, ya sé que, desgraciadamente, no es una estampa extraña de presenciar. Ahí está lo malo. Ya estamos vacunados contra esas injusticias sociales. Vemos a personas hurgando en la basura con la misma indiferencia que observamos como los incívicos dueños de perros, nos dejan sus mierdas en aceras y zonas verdes. Todo es una basura. Nuestro compromiso también. Aquí, cada uno va a lo suyo, solo nos interesa ciertos jugadores de fútbol, ciertos cotilleos, ciertos politiquillos y, pare usted de contar. Por supuesto, a usted y a mí, no. Eso es a los otros. Además de ser una sociedad de basura, somos mentirosos ¿Quién vota a ese partido que nadie vota y que siempre gana? Nadie. Pos como eso to.
No les voy a hablar de los datos de crecimiento de los índices de pobreza que tenemos en este país de pellejo de toro. Ni de los de desempleo. Ni de los de emigración a otros países o provincias (yo hace ya 6 años, que tengo que ver como uno de mis hijos, año tras año, tiene que irse fuera para ganarse un futuro y un jornal). Los datos están ahí. Consúltelos. Analícelos. Piénselos. No dejen que otros se lo interpreten, hágalo usted mismo. Pero no desde un medio de comunicación, o al menos, no desde uno solo. Contraste la información y, sobretodo, salga a la calle.
Sí. Que sí. Que ya sé que los bares están llenos de gente, y todo eso. Pero eso no puede paliar el drama de un ser humano rebuscando en la basura. No. Cien sillas ocupadas en una terraza de verano no equilibran que un niño se vaya a la cama sin cenar. Hay que hacer algo. Joder.
Pero desde luego, no haga lo que yo aquella noche del encuentro, que mientras me acercaba a los contenedores y a ese hombre, solo atiné a decirle: Buenas noches.
Le podría (le tendría que), haber dicho un millón de cosas. Que si necesitaba algo que yo pudiese facilitarle esa noche. No sé. Un brick de leche, o una lata de conserva, o algo de primera necesidad. Yo que sé! Quizá ofrecerle un café, un vaso de agua… Joder, cualquier cosa. Incluso, haberle dado algunos de esos cacharros que se tienen guardados en la casa, esperando que algún día, por arte de birlibirloque, vuelvan a funcionar, o un par de camisetas de las treinta que tengo…
Pero no, yo con mi limpia basura de mierda, solo atiné a decirle a una persona que buceaba en la basura; buenas noches. Sólo me faltó plagiar a los americanos y, seguidamente, desearle que tuviese un buen día.

Hay que ser gilipollas.

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