Quizá eres de los que piensa que
recorrer en moto un montón de kilómetros, además de ser una temeridad, es una
tontería. Quizá seas de los que cavila que viajar en esos artilugios es
incómodo y peligroso. Puede que seas de los que están seguros de que la gente
que anda en ellas por esas carreteras, son locos, maleducados y violentos; casi
marginados. Y la verdad es que, como en botica, hay de todo. Pero, créanme son
minoría. Y sino, siga leyendo.
Les puedo contar que hace unos
años, unos aficionados a esto de las dos ruedas, decidimos conocernos; vernos
las caras, y para ello organizamos una reunión; una quedada (kedada no está
admitida por la RAE, aunque finalmente tendrá que admitir esa K). Total, que
decidimos que el lugar para ello fuese la ciudad de Toledo.
Allí nos íbamos a encontrar un
grupo de motoristas con un elemento en común: ser propietario, o usuario, de la
Suzuki V Strom; una máquina perfecta, entre las máquinas perfectas.
Nos fuimos conociendo en una página
que Víctor creó en Facebook, y de ahí se configuró un grupo de Wasap. Hubo un
montón de mensajes de la gente que iba a ir a esta singular y bonita ciudad de
las tres culturas. Luego la realidad fue bien distinta.
Por motivos varios, de la lista
imaginaria de asistentes se fue cayendo gente. Y era normal, supongo que
desplazarte hasta Toledo, desde Galicia, País Vasco, Cataluña, C. Valenciana,
Andalucía…, para conocer a alguien que, de momento lo único que se sabía de
ella, era que tenía una misma marca de moto que la tuya; no parecía una propuesta
muy atrayente que digamos. Y si le sumas que, además, no hay inscripción, que te
tienes que buscar tú el alojamiento, que no te vas a llevar ni un trofeo por
ser el más veterano, joven, alto, bajo, rubio o moreno; que te tienes que
buscar la vida para las comidas, que no hay grupo de rock que amenice el
cotarro, ni camisetas mojadas, ni ruedas quemadas… En definitiva, que no hay
nada de lo que ofrece una concentración de motos que se precie de ello; ¿Para
qué leches me pego un palizón de moto?
Precisamente ser una
desorganización perfectamente organizada, es lo que hizo grande esa reunión y
las otras dos que la han seguido (Cuenca 2018 y Cáceres 2019), Recuerdo, con mucho cariño, como
no pudo conmigo la soledad del aparcamiento de El Greco en Toledo. Allí se
había decidido el punto de encuentro el día 22 de septiembre del 2017. La fecha
“oficial” del encuentro quedó estipulada que queda convocada cada año en el
tercer fin de semana del mes de septiembre. Aunque extraoficialmente hay
quienes solemos llegar el día antes.
Así que allí me ven, con mi V
Strom y un montón de plazas de aparcamiento libres, pajaritos piando y un perro
que, desde la distancia me miraba, sin duda pensando, ¿“y este gilipollas qué
hace aquí”? pero sabía que no había hecho el viaje en balde. Afortunadamente un
mensaje llegó diciendo: “si hay alguien por ahí, que me espere; que estoy
debajo de un puente resguardándome del granizo; pero que llegar llego”. Y llegó
-y desde Logroño-, empapado, pero llegó. Y luego se sumó otro que venía de
Madrid (sin V Strom, pero eso no importa en este grupo humano), y que nos
decía, voy a Madrid pero vuelvo otra vez. Y el tío iba y volvía. Y nos fuimos a
cenar, y hablamos, y nos reímos, y paseamos, y compartimos una copa. Y nos
fuimos a dormir para volver a la mañana siguiente al aparcamiento del camping
para ver quien aparecía por allí. Y aparecieron, gente sonriente, buena gente. Manchegos
de mano firme y mirada sincera. Y ya dejamos de ser tres, para ser quince o
veinte. Y apareció un marbellí, y de Alicante o Elche y de otros sitios. (no
existe formularios de asistentes, ni existirán) No rellenamos formularios, ni
pagamos inscripción, ni nada de eso; vamos a conocer gente que nos hace mejores
a todos. Ni siquiera, a veces, los nombres los tenemos claros. Pero sí
reconocemos ese abrazo, ese beso, esa sonrisa en cuanto nos vemos por las
calles de la ciudad elegida. Y se van creando vínculos de amistad que ya
trascienden al momento de la reunión anual. Cuando viajamos, no se nos ocurre
pasar de largo por un punto en el que tenemos un amigo. Y luego nos fuimos a
Cuenca, y se repitió la historia, solo que con mucha más gente. Y ahora
acabamos de llegar de Cáceres, donde más de lo mismo: buen ambiente y gente
franca.
Y en estas llegará Ávila 2020.
Ciudad que se llenará de afecto, risas, abrazos… de gente que desde distintos
puntos de nuestro país irá a decirte con la mirada y un abrazo: qué ganas tenía
de volver a verte. Y, como no, allí estarán: Rodri, un montón de Fran, Carmen,
Victor, Germán, Enrique, Gallego, Rafa, Borja (que ya estará bien de a
rodilla), Maca, Txusti, Justo, David, Santiago y un largo etcétera de gente de
bien. Y volverá a aparecer ese amigo que se encargará de buscar un restaurante para que, al menos, podamos hacer una comida todos juntos. Y ese otro que se ofrecerá a diseñar una ruta por los alrededores. Y más gente que, desinteresadamente se dará un curro muy grande para que los que lleguemos, podamos compartir momentos inolvidables.
Así es; vamos en dos ruedas. Son
las ruedas de nuestras motos que, afortunadamente, se han convertido en las
ruedas del destino.
Además de ser buena gente,eres todo un escritor.
ResponderEliminarUn abrazo Luis.
Me encanta Luis tu reflexión. Un espejo de lo vivido estás tres ocasiones.Poco a poco iré leyendo los anteriores escritos. Sabes expresar y volcar en palabras lo que sientes y sentimos. Gracias. Bb Juanma de Talavera de la Reina (Toledo)
ResponderEliminarMe encanta Luis tu reflexión. Un espejo de lo vivido estás tres ocasiones.Poco a poco iré leyendo los anteriores escritos. Sabes expresar y volcar en palabras lo que sientes y sentimos. Gracias. Bb Juanma de Talavera de la Reina (Toledo)
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