martes, 11 de diciembre de 2012

EL DESPRESTIGIADOR DESPRESTIGIADO


            Está claro: El alcalde de Málaga quiere ser Rector de la UMA, y su partido, el PP, lo apoya, -entre otras cosas porque ya no saben cómo quitárselo de encima-. Está obsesionado con que le digan que es magnífico, y hará lo que sea para ello (no sabe que el título que ostentan los/as rectores/as, es de honor y no un calificativo a sus gestiones). De no ser así, no se entienden sus declaraciones contra la UMA.
            En estos últimos días he estado muy atento a las reacciones sobre la metedura de pata del alcalde viajero y de la diputada del puchero; he echado en falta una defensa sobre la vertiente humana de la UMA. En ella trabajan (trabajamos), muchas, pero muchas personas. Y, por si esto fuese poco, por nuestras facultades pasan todos los días muchos miles de estudiantes que vienen a trabajar en sus aulas, espacios de investigación, espacios de convivencia, etc. Aunque sólo sea por esto, no se puede ir a New York, a pregonar que “a la UMA le falta calidad”. O, como dijo la diputada: “Ha tenido que venir esta señora [la actual rectora], a cargarse el prestigio de la UMA. No, ni uno ni otra tienen derecho, ni prestigio, para intentar desprestigiar una institución como la Universidad de Málaga.
            Desde luego que no soy yo quien tiene que salir en defensa de la Universidad o de su Rectora. Ambas lo hacen por sí mismas, con eficacia, prudencia y argumentos sólidos. Y siempre, desde el respeto a las demás instituciones. Además, ya saben: No desprestigia quien quiere, sino quien puede. Pero sí estoy legitimado a defender mi puesto de trabajo. El prestigio de una institución, también es directamente proporcional al que tengan las personas que trabajan en ella.
            Ejercer la política exige mucha prudencia. Por tanto, el fin, no siempre justifica los medios. Estamos en una sociedad que analiza poco los porqué de las cosas. Una noticia, aunque esté deformada por intereses, siempre deja opiniones en los ciudadanos. Y si éstas siembran dudas y sombras, se podrían consolidar en la opinión pública, por lo que si no se reacciona a tiempo, terminan dañando a personas, colectivos e instituciones. Un alcalde y una diputada, gozan de un altavoz más potente que cualquier ciudadano. De ahí el cuidado que se ha de tener a la hora de calificar comportamientos y gestiones. Además, se les supone (como el valor a los soldados), el don de la prudencia y la ecuanimidad (del de la transparencia podríamos hablar otro día).
A las Universidades se las selecciona por su prestigio. La nuestra -por más que les pese al tándem: alcalde-diputada-, lo tiene más que ganado. Y gracias a él, es por lo que la UMA está en continuo crecimiento, es receptora de muchos estudiantes de fuera, y está a la vanguardia en formación, docencia, innovación e investigación. Por tanto, una Universidad de garantías. Con cosas mejorables; por supuesto. Como todo. Pero gracias a esta magnífica institución, muchas familias malagueñas podemos llevar un sueldo a nuestra casa, que aunque éste no nos da para muchos viajes tras el Papa de Roma, sí es suficiente para vivir y cocinar algún que otro caldito del puchero. Eso sí, con un hueso que sea de cerdo y no de vaca loca.
Ay, mon Dieu, si es que hay quienes se labran su propio desprestigio, inventando el de los demás.

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