Antecedentes: Hubo una Delegada Municipal (cargo con rango de concejal, pero sin tener que pasar el fielato de unas elecciones. Es decir, nombrada a dedo), en el Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Málaga, que se solicitaba y concedía, ella misma -toma ya.-, subvenciones, para asuntos más o menos festivos-equinos- rocieros. Aquí nació el primer brevículo.
La concejala digitalizada del Alcalde, hasta el momento, no ha dicho ni pío. Se conoce que tanta subvención, sufragada por los contribuyentes, terminaban en fiesta, y por lo que se ha formado, también cante. Y, ya saben, eso de los saraos deja la garganta fatal.
Realmente no sabemos si no quiere hablar, no ha querido explicar, o no ha tenido espacio para ello. El Alcalde ha dicho tantas cosas -aunque nada a la altura de lo que se le supone-, que igual la Delegada no ha tenido un hueco ni para decir: Arre caballito.
Le guste o no, a la Sra. Delegada la han pillado haciendo algo que no debe hacer un cargo público: solicitarse, validarse y concederse unas pesetillas para su asociación. Y eso, no es concurrencia competitiva. Ni es compatible, ni es moral; se ponga al Alcalde como se ponga.
La careta de éste se está cayendo. Tenía fama de buen gestor, cuando en realidad sólo es un buen confrontador y encantador de serpientes. Sólo hay que mirar los barrios para comprobar que en Málaga hacen falta más proyectos de ciudad y menos fiestas privadas pagadas con dinero público. Este Gobierno Municipal ya ha perdido a un Concejal y pronto lo hará una Delegada.
Vamos por orden alfabético. Lo próximo en caer será, porque así lo decidirán los malagueños/as, el Equipo de Gobierno.
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