jueves, 19 de diciembre de 2024

Persiguiendo mis fantasmas

                Quién me lo iba a decir. A mi edad y persiguiendo mis fantasmas. Y no es broma, hago cosas que antes no hacía: Recorro la casa como si me fuese a encontrar a alguien (ni idea de a quién), en alguna habitación, el salón o la cocina. Y todo de forma inconsciente, pero lo hago. Realmente me moriría de miedo si llego a visualizar algo que no sea el vacío y el silencio. 

                De hecho, con el nuevo router de la compañía telefónica, la otra noche me llevé un susto de la leche. Resulta que éste tiene una luces distintas a los de las otras compañías que también me engañaban y, claro, al no estar acostumbrado, cuando apagué la televisión y me dispuse a ir a la cama, se proyectó una sombra sobre la pared que, uf, me dejó acojonado; era la mía. Ahora ya estoy acostumbrado a verla. Cuando apago la tele no me asusto. Soy un tipo valiente. 

                Pero les decía que persigo a mis fantasmas. Y digo que son "mis fantasmas", porque supongo que cada uno de nosotros tenemos los nuestros. Realmente los que me hayan sido asignados o tocado en suerte -vete tù a saber-, de momento, se muestran esquivos. Yo se lo agradezco y espero que no cambien de parecer o de apariencia. 

                   Lógicamente, como en toda casa se oyen ruidos que pueden parecer extraños, pero siempre tienen explicación: La nevera que descongela y suena, la botella de agua que quedó algo arrugada, se infla y hace ruído, la cisterna que le da por unirse a la orquesta... Nada extraño. Aunque, a veces, la cosa mosquea más de la cuenta.

                Anoche, por ejemplo, estaba en el baño cepillándome los dientes cuando de forma más o menos clara, oí una voz que parecía una disputa familiar; además con palabras malsonantes y todo; pero no pude saber de dónde venía esa voz de mujer. Supongo que si era una de mis fantasmas; estaba realmente molesta con la cisterna o con algo que no funcionaba en su casa (o en la mía).

                En fin, no quiero dramatizar pero mientras esté persiguiendo a mis fantasmas en esta línea, todo va bien. El día que me los encuentre, la  cosa pintará de otra manera. Así que de aquí en adelante seguiré un estricto itinerario y calendario de las cosas que tengo que hacer, y me dejaré de deambular por las habitaciones sin saber muy bien lo que busco o por qué he ido allí. 

                Ahora que me dispongo a terminar de escribir, no me atrevo a mirar hacia atrás, siento como si hubiese un montón de gente mirando por encima de mi hombro lo que escribo. Cuestión que me lleva a la conclusión de que mis fantasmas no están merodeandome. Se supone que saben de sobra que aquello que escriba no tiene el menor interés. Así que tranquilidad.

                Sigo estando solo.

miércoles, 21 de agosto de 2024

El vestido tonos pastel

 

        Se disponía a afrontar un día más.  Enfrentarse a esa terrible realidad  de estar frente a alguien que ya no te reconoce. Cinco años ya. Cinco desde que se fue a ninguna parte. Un lustro sin escuchar tu nombre de sus labios. Toda una eternidad sin besarlos, sin pasarle los dedos por la comisura. Cinco años.  Toda una vida de ausencias estando presente.

        Y, como cada día, se puso sus mejores galas para ir a visitarla. Llegaría a la hora acordada con la residencia. Ni un minuto más, ni un minuto menos. A las 13h. En punto.

        Y allí estaba ella, jugando con las tapas de un libro que ya no acabaría de leer nunca, y sin embargo empezaba cada día.  Sus miradas se encontraron y él creyó ver el reflejo de una sonrisa, pero solo fue eso; un desolador espejismo. Se sentó a su lado y le preguntó si le permitía invitarla a un café. Y ella respondió, como cada día, que por favor la dejase sola. Que era una señora y seguramente esperaba a alguien. Aún así, le llevó su café preferido y ésta se lo agradeció con un casi imperceptible movimiento de cabeza. Él le contó de sus hijos y nietos y ella le respondió que no sabía de qué le hablaba. La foto familiar que furtivamente había dejado en su regazo la hizo titubear un poco,  pero la metió entre las hoja del libro sin hacerle más caso. Estaba tan bella que su ausencia quedaba compensada ante tal visión.

        Ese vestido tonos pastel  le sentaban de maravilla. Y después de dos horas de conversacion sin decir palabra; La besó en la frente y se marchó. Creyó oír que ella dijo: Adiós cariño. Pero no. Eso no ocurriría nunca más. 

        De vuelta, en el autobús, de repente oyó un estruendo y una luz le cegó. De pronto se vio en una cama junto a esa mujer que, ruidosamente, levantaba la persiana y le anunciaba la hora de desayunar. Que ya estaba bien de tanto dormir. Continuaba hablando y hablando, pero él no entendía nada. Qué hacía allí rodeado de gente? Porqué le decían que tenía que arreglarse. Que, como cada día, vendría su mujer y algún nieto a verlo. ¿Mujer? ¿Nieto? 

        Alzó la vista y allí estaba ella. Ni idea de quien era. Muy bella y vestida con tonos pastel. Le favorecía mucho, pero andaría despistada, porque él seguía sin saber quién era. Pasado un incómodo e interminable espacio de tiempo;  porque no sabía de qué le hablaban, ella se levantó y, con un atrevido beso en su frente, se despidió con un; Hasta mañana cariño.

        Y él volvió a coger ese libro que intuía haber leído alguna vez. Entre sus hojas encontró una foto. Era una familia y allí estaba ella. Bellísima. Qué suerte tendrá ese hombre que la tome de la mano.

         Durante una fracción de un tiempo imposible de medir, creyó recordar un sueño que, habría tenido alguna vez, y en el que esa mujer aparecía. Ni idea de porqué. Se quedó mirando su soledad por la ventana y deseando que la noche y el cansancio hicieran mella en él. Quizá esta noche, en la profundidad de un sueño maravilloso que no recordaría con claridad, volvería a acicalarse para ir a ver a alguien que no lo reconocia, pero que su corazón le decía que amaba profundamente.

        Quizá


                                                                                                    Luis Navajas

                                                                                                    Agosto 2024