martes, 17 de noviembre de 2020

EL ANUNCIO DE LA LOTERÍA DE NAVIDAD

 

               Hace un par de madrugadas, en unos de esos ratos de insomnio que suelo tener, y en los que recurro a oír un poco de radio, estaban hablando del anuncio de este año de la lotería de Navidad y coincidían los contertulios en lo emotivos que son estos anuncios navideños. Y la verdad es que lo son. Desgranaron el de este año con todo lujo de detalles, que si el director había sido Fulanito, que si los decorados habían sido muy acertados, que si los actores que eran Fulanitos y Fulanitas. Hasta se acordaron, y me hicieron recordar, al calvo que durante años nos acompañó, que ya saben que era el actor inglés; Clive Arridell.

               En fin, ya les digo que fue amena la tertulia, y habría sido perfecta de haber hablado sobre quién ha compuesto la música o qué temas musicales han elegido para ello. Y es que, sin darnos cuenta, solemos dejar este punto de lado, cuando la realidad es que es ella; la música, la que nos mete de lleno, también, en el mensaje que nos quieren dar.

               Los sonidos y las armonías tienen una fuerza tremenda sobre nosotros; nos pueden enervar, tranquilizar, acompañar, dar valor…, sin una música adecuada, una película -en todos sus formatos y duraciones-, se puede ir al garete. Ojo, he dicho: Adecuada. No que sea buena o excelente (que, por supuestos las hay). El concepto de música buena o mala es muy subjetivo y cada uno de nosotros tenemos la nuestra. Todos tenemos nuestro tempo, nuestros sonidos y estilos. La música buena es la que nos gusta. La que nos llega a la piel. Y esto último es lo difícil. No todos hemos experimentado esa sensación de que se nos erice la piel cuando oímos un tema.

               Recuerdo un viaje a Passau (Alemania), en la que también formaba parte de la expedición malagueña, mi amigo, compañero y maestro Adalberto Martínez. Músico y organista de fama mundial afincado en nuestra ciudad. Tuve la suerte de que me propusiera acompañarlo al ensayo y actuación en la Catedral de esa ciudad; a su lado en el órgano de la Catedral. Ahí es nada.

               No recuerdo el programa que había preparado para el concierto, pero sí que durante uno de los pasajes de una obra que interpretaba, ahí sentado justo debajo de los tubos del órgano, sentí que mis lágrimas salían también a oír esa música. Y es que ese momento fue mágico. Luego he tenido muchos más momentos como ese, por eso les recomiendo que busquen y se abran a oír otros estilos musicales que no sean los que siempre acostumbran. Se pueden encontrar con una maravillosa experiencia.

               Si me permiten les recomendaría que le den una oportunidad al Jazz y al Smoth Jazz. Sin olvidar la llamada Clásica.  Hay mucha música de esos estilos (y otros, por supuesto), disponibles en la red.

               Les aseguro que cuando tengan localizada esa música que les hace ser mejor persona (porque, no les quepa duda de que la música forja carácter), experimentarán unas sensaciones cercanas a lo mágico. No se lo pierdan.

               Y si no creen lo que les digo; hagan el siguiente experimento: La próxima vez que vean el anuncio de la lotería de Navidad de este año, quite el volumen del mismo y póngase como audio un reguetón mientras mira la película; verá que mierda de anuncio les resulta.  

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