viernes, 21 de marzo de 2014

La Venganza. Microcuento.


A la anciana aún le tiemblan las manos cuando sostiene la foto de su familia. Siente tanto escalofrío, como cuando oye el lamento del asesino que, por fin, había podido atrapar. Han sido más de treinta años de soledad, miedo y acecho; pero ahora lo tiene encerrado. Ya no degollará a nadie más.  Esa noche, los sonidos desgarradores y casi suplicantes, parecían intuir el final. Con el poco aliento que le deja su enfermedad terminal, la mujer se levantó, ajustó la dosis de morfina; y  luego cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero. Ya podría reunirse, en paz, con sus seres queridos. Los aullidos del lobo asesino cesaron.

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