jueves, 8 de noviembre de 2012

LAS ALBÓNDIGAS DEL IKEA


Pues mira por donde que andaba yo rondando los vocablos que debía de unir para decir algunas cosillas, cuando cae en mis manos un tema del que no hay que dejar pasar ni un minuto para analizar.
Pensaba -y pienso-, escribir algo sobre las palabras de Pepe Griñan. Sí, esas en la que dice que el problema del PSOE, no es de ideas; si no de personas (“de improntas o de la personalidad que tenga una u otra persona”). Quizá se refería a las personas que, dentro del partido, anulan a quien osa expresar que las cosas hay que hacerlas de otra forma. O de las que van por ahí prometiendo cositas a cambio de apoyos. O de las personas del partido que, sin dar un palo al agua, llevan toda la vida viviendo del muñido. O de la inmensa mayoría de personas afiliada al partido que está demandando un cambio radical para volver a presumir de honradez. Y, por supuesto, sobre eso de que “no debe ser el secretario general (refiriéndose a Rubalcaba y las primarias), sino un candidato más en competencia legal con todos los demás”. Tendrá que explicar en otro lugar, qué entiende él sobre eso de “competencia legal con todos los candidatos”. En Málaga, lo sabemos. Pero ya les digo, eso será para un próximo artículo. O no. Igual ya está dicho todo.
Igualmente, pensaba escribir sobre otras cuestiones que me llaman la atención. Como aquél cocinero que con su pulcro uniforme y subido a una bicicleta, adelantaba a todo un pelotón de ciclistas que, camino de Ardales, disfrutaban de una jornada cicloturista. Sin duda, el cocinero era el único que tenía que llegar a tiempo al control de su jefe de cocina. De eso dependía su trabajo y por eso llegó el primero. Vestido de cocinero, sí. Pero el primero del pelotón.
Pues eso. Les decía que andaba yo en estas vicisitudes literarias, cuando leo en el Facebook una noticia que me deja helado. Más o menos viene a decir que, en este país hay muchas, pero muchas, criaturas que se alimentan con las albóndigas y los perritos que cocinan en Ikea. Estas criaturas no van a los almacenes suecos a comprar muebles ni complementos. Van a quitarse el hambre en el que (unos más que otros), les hemos metido.
Joder, creo que es de las noticias más tristes que he leído últimamente. Resulta que por cuatro o cinco  euros  puede cenar una familia completa. Además puedes variar el menú: un día comes perrito o albóndigas; y al otro; albóndigas o perritos. El café, si tienes la tarjeta, gratis. Y los refrescos recargables. Dicen que hay quien rebusca en las papeleras del restaurante algún vaso vacío para servirse un refresco.
Y es que eso funciona así. En Ikea, si pagas por un refresco, tienes derecho a rellenar el vaso tantas veces como quieras. Sólo tienes que tener un vaso específico para ello. Mi mujer y yo hemos ido, claro que sí, a pasear o comprar a Ikea y, de paso, tomarnos una ración de oferta. Confieso que como tengo la tarjeta, y por tanto el café  gratis, he rellenado el vaso con refresco. Porque eso de tomarse un plato de albóndigas suecas con puré de patatas con un café… Como que no.
Pero ahora resulta que muchas criaturas no van al restaurante de  Ikea porque pasaban por allí. Van únicamente -familias enteras también-, a quitarse el hambre por un precio que no tiene competencia. Incluso se les ve dando paseos hasta las cinco de la tarde que es cuando empieza la oferta culinaria.
No tengo ni idea de por qué siempre me han caído bien los ciudadanos de Suecia. No creo que mis años por la costa del sol tengan nada que ver en mi buen concepto de ellos. Pero lo que sí les aseguro es que ahora me caen mucho mejor.
Desde luego, cuando tenga que comprar una cajonera o algún mueblecito necesario, juro que iré a Ikea. Todo, para que no dejen de cocinar albóndigas y perritos.
Al menos, mientras en este país sigamos teniendo esta inutilidad de gobernantes. Gracias Ikea.



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